BIEN MERECICDO
Publicado en Apr 12, 2020
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BIEN MERECIDO
Al regresar a casa, un perro, que llevaba largos días merodeando en el vecindario, se me acercó moviendo la cola. ¡Sal! Le grité – con un ademán de rechazo. No me gustaba la idea de aceptar esa compañía y además recordaba que, años atrás, un perro me había atacado y mordido en mi pierna derecha al intentar huir mientras paseaba en bicicleta con unos amigos; una vacuna posterior, más un par de días con curaciones y la furia de algunos vecinos que me culparon por la posterior aparición del mismo cuadrúpedo agresor, herido y muy a mal traer. Nunca pude convencer a nadie que yo no había tenido nada que ver con la muerte del perro.  No sé, no me gustan estos recuerdos, más vienen aquí como fantasmas intransigentes.   
Han pasado cuatro largos días en que tanto a la salida de mi casa como al regreso, invariablemente, este animal que ya se me hace más molesto que una mosca en la nariz, permanece junto a la puerta. Mis vecinos han comenzado a criticar haciéndome llegar mensajes  condenatorios. ¿Que cómo puedo yo ser tan irresponsable de dejar a un perro que molesta a la gente, es un peligro para los niños y que en cualquier momento puede morder, orina sobre las flores y aúlla al mediodía haciendo eco de las sirenas de los bomberos.
Me fastidian los vecinos, Me parecen gente idiota que con increíble facilidad emiten juicios gratuitos. ¿Por qué yo tendría que hacerme cargo de un perro?  
Hoy desperté sobresaltado. Al poco rato de acostarme, unos gritos y alaridos de dos intrusos en mi casa me dejaron terriblemente asustado.  Por alguna extraña razón no sonaron las alarmas. Todo aparecía revuelto y desordenado, me pareció caminar sobre gelatina. Entre el susto, la sorpresa  y la ira ´solo atiné a salir a la calle y ver por dónde habían huido. ¡El mismo can, esta vez cojeaba, quejumbroso, en sordos aullidos! Afortunadamente, no sufrí ningún daño, sólo la pérdida de un espejo que se quebró en medio del alboroto. Lo miré por largo rato sin poder comprender por qué me devolvía una imagen dolida y fragmentada.    
Seguro, fue por castigo divino, escuché el comentario desde la ventana de una casa vecina, y otro añadido: “Bien merecido”, en esta vida “todo se paga”.  
¡Que digan lo que quieran! ¡Gente estúpida que no sabe mirarse a sí misma! ¡Ellos deberían mirarse en espejos quebrados! ¡Ellos sí se lo merecen! ¡Yo no!
Hoy, tras largas horas y consultas llego con mi nuevo espejo. Estoy seguro que me permitirá ver un poco mejor y apreciar los efectos de la luz en la noche y reconocer el rostro de los fantasmas.  Espero no volver a encontrarme con ningún perro. Tampoco deseo ver cómo se abren y cierran las ventanas de las casas vecinas y aparecer esos rostros fugaces y descoloridos desparramando cuchicheos sutiles y perniciosos. Inútil expectativa. Ahí están atrincherados en el idiota morbo de las tardes esperando verme de soslayo y no sé para qué. Nunca lo he comprendido. Pero algo me saca de este derecho a sentirme indignado y furioso. ¡Otra  vez viene aquí, el mismo que ya viene repitiéndose en las páginas del tiempo, moviendo la cola, en un extraño salto circular. En el hocico trae un muñeco de trapo y lo deja a mis pies. Luego me mira y se echa con sus ojos fijos. Algo tendré que hacer. Entro directamente al cambio de espejo. A ver, ¿Cómo me veo?  Y vuelve a aparecer, esta vez en mi rostro, y a mi lado un perro, que se ha puesto mi ropa y sigue moviendo la cola. ¿Bien merecido, qué habrán querido decir con eso?  
Foto del autor Enrique Dintrans A:
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Descripción

Cuento, narrador en 1 persona.

Palabras Clave: Perro - espejo - vecinos

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Relatos


Creditos: Enrique Dintrans Alarcn

Derechos de Autor: Derechos Reservados


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