— ¡Levanta las manos y ponte de rodillas, vamos!— Otro día más que empezaba con el pie izquierdo.Hace ya un tiempo que cambié Madrid por Los Santos para buscar a mi hermano y ayudarle a salir del mundo de la criminalidad en el que está metido. La ciudad es peligrosa y ya me habían atracado alguna vez, pero esta vez un elemento lo cambiaba todo.—¿Sergio?— pregunté asustado dándome la vuelta.Sin duda era él. Llevaba una máscara de un cuervo, pero la voz era inconfundible.—Así que eres tú, Blasco. Dime, ¿qué haces aquí? Ya le dije a mamá que nadie se acercara a esta ciudad. A mi ciudad. Espero que tengas un buen motivo.—Solo quiero ayudarte Sergio. ¿Acaso no recuerdas los buenos momentos que pasamos siendo críos?¿En qué clase de monstruo te has convertido?— dije entre lágrimas.Pero no me estaba escuchando, algo más importante captó su atención. —¿Quieres que lo mate, mi vida? ¿Lo hago? Juro que te haré caso, no te enfades por favor— Espetaba asustado.Tras la muerte de su mujer, Sergio cayó en las drogas y el juego. Vino a Los Santos a rehacer su vida, pero conocer a Melanie, que era la líder de una banda criminal de la ciudad, fue su perdición. Dicha banda acabó siendo su nueva familia. Una vida dedicada al crimen. Tras una discusión entre miembros de la banda Melanie fue asesinada, y Sergio empezó a volverse loco. Voces en su cabeza le enloquecían, dándole órdenes. Melanie seguía a su lado.—Sergio, escúchame. Estamos solos, no hay nadie más que tú y yo. Por favor, baja la pistola.— Me empezaba a temer lo peor.—¡Perdóname! — Gritó mientras me golpeaba con la culata del arma. Tras dejarme inconsciente me llevó con el coche debajo de un puente alejado de la ciudad.Horas más tarde desperté con una nota a mi lado: "La próxima vez no podré parar a Melanie. Vete, no puedo controlarlo".Quedé destrozado. Ese niño risueño con el que compartí tantos momentos se ha convertido en un criminal capaz de hacer cualquier cosa que le digan unas malditas voces.Decidí rendirme. Me dolía tener que volver sin darle buenas noticias a nuestra madre, pero Sergio me había advertido que no habría segunda oportunidad.Sin embargo, un día antes de subir al avión pasó algo inesperado. En las noticias estaba mi hermano, detenido y ensangrentado. Había acuchillado a la jefa del hospital en su propio despacho. Me dio un vuelco al corazón. Ese corazón que Sergio había destrozado, pero que una parte de mí estaba perdonando tanto daño sufrido. Se anunció que entraría en la unidad psiquiátrica, y que no saldría hasta estar recuperado de su problema.Fui a verle en su ingreso; mi última bala. Al verme se echó a llorar. Me confesó que no podía controlar sus actos, ni las voces que oía y se despidió de mí con lágrimas en los ojos. Al verle así comprendí lo mal que lo ha pasado todo este tiempo. Con un poco de ayuda logrará salir de esta y empezar una nueva vida. Otra vez.Cancelé el vuelo y alquilé un apartamento en la ciudad. Si este es el hogar que eligió mi hermano, también será el mío.