Cómpralo, seguro lo vas a necesitar
Caminando en casa un día cualquiera después de haberte acomodado la de tu vida y darte cuenta que estas más solo que un perro de esos que quisieron únicamente cuando eran bonitos. Todos los demás se han ido a cualquier parte, en realidad no importa a donde, sabes que van a regresar en un par de horas pues es lo acostumbrado con ellos, es la costumbre del lugar que habitas. Y aunque tengas la cabeza más distraída que un mocoso de 5 años, aquí, ahorita en este momento empiezas a realizarte de toda la mierda que te pertenece, ese maldito televisor que aún no terminas de pagar y terminaste de tenerlo hace meses, porque tenías que ir a ponerte un par de horas. Ese condenado horno de microondas que hace más ruido que la lavadora de tu vecina cuando pequeño, eso que hace que el pinche departamento sea un poquito más habitable, habitable para tu monstruo de adentro, ese nerviosito y violento.
Dicen que las posesiones de las personas son una extensión de ellas mismas, a algunos les gusta pensar que son una extensión del alma del ser humano, todos conocemos a un iluso que atesora una joyita por ahí con el pretexto de que es especial, dicho objetito termina convirtiéndose en un fósil te aseguro. Quizá por eso el apego a lo material, quizá por eso el apego a  nuestros hogares, a los objetos que tenemos dentro de ellos y es muy probable que esa sea la satisfacción de regresar siempre a “casa”, es que es súper gracioso que tengamos posesiones, pero el día que alguien nos visita las escondamos todas y las guardemos como si no nos diera orgullo nuestro desastre material y todo el tiempo invertido en él, ni que te vaya algo a pasar si dejas todo botado por ahí y presumes la mierda que tienes, digo, al final de cuenta es eso lo que hacemos con nuestras emociones, ¿no?.
Pero qué pasaría si tuviéramos mayor entendimiento de este materialismo, dejémonos de épocas, tiempos disóciales o valor monetario reflejado en tiempo de dichos bienes materiales, concentrémonos en el apego innecesario del ser humano a sus posesiones y al reflejo emocional de esta situación. Bien y más gracioso es que lleguemos cualquier día con alguien nuevo a casa y a manos abiertas les digamos –“mira esta es la mierda que poseo, soy el comedor de allá y la cama de acá”, en el sentido más figurado creo.
Sabes que, me arrepentí de pensar que tuviéramos que pensar más a detalle si tuviéramos mayor entendimiento de esto, quizá ni podemos ni queremos, pero que pasa cuando mandas todo a chingar a su madre y comienzas a perseguir un poquito de la libertad que tanto te han contado, creo que en realidad nunca se olvidan esas cenas familiares y de amigos en ese mueble de 6 plazas y 3 más improvisadas, porque esos 3 que llegaron tarde, son al final de cuenta lo que terminan de darle sentido a toda nuestra mierda material. Y nada, yo por aquí pensando un rato, ¿entonces? Obviamente el reflejo de emoción buscado en estos párrafos va ni más ni menos de que tanto te guste el amarillo canario en tu cocina o que tan menos pinche quieres que se vea tu cara cuando descubren tus intimidades porque al final conseguiste esa barra para el salón, total que más te da si fue broma desde un principio, la mitad de los tragos tomados y besos robados en esa barra no son ni por broma tuyos.
 
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