Jesús, el Hijo de Dios.
Jesucristo, rey de reyes y señor de señores.
León de la tribu de Judá.
Jesús, el verbo de Dios.
Jesús El Mesías, el Redentor, el Salvador.
Jesús, el Buen Pastor.
Jesús, el pescador de hombres. 
Jesús de Nazaret.
Jesús de la misericordia.
Jesús, el señor de la Historia.
Jesús, el maestro.
Jesús, el rey de los judíos.
Jesús, el cordero de Dios.
Cristo rey, rey del Universo. 
Jesús, si bien es cierto que fue un personaje histórico, fue y ES más que eso, porque Él es el Hijo de Dios, el que salió del seno del Padre para venir a la Tierra a darnos a conocer a Dios y a salvar a los hombres mediante su muerte en una cruz, derramando su bendita sangre. Él es el señor de la Historia, no por pura casualidad la Historia ha sido dividida en antes y después de Cristo (a.C, d.C). Mientras estuvo en la Tierra fue similar, muy parecido a nosotros en todo, menos en el pecado, puesto que nunca pecó. Nunca pecó y llevó una vida santa, perfecta y diáfana ante Dios. Cumplió su misión, murió en la cruz y al tercer día resucitó de entre los muertos. Esto no le ha pasado a ningún hombre, sino a Jesucristo porque tiene el poder y la capacidad para hacer eso, para obrar milagros y para hacer lo que ningún hombre por sí solo puede hacer. Él vino una vez a la Tierra (en la Encarnación, donde se hizo humano, se hizo hombre), pero va a venir por segunda vez (la Parusía) a la Tierra a, por así decirlo, a poner las cosas en orden, a terminar con la maldad en este mundo. Muchos cristianos, los seguidores de Cristo Jesús, lo esperan con ansias y con anhelo porque Él mismo dijo las siguientes palabras: "he aquí que vengo pronto, y mi galardón conmigo, para recompensar a cada uno según sea su obra".  (APOCALIPSIS, 22:12) Si has leído estas líneas, que Dios te bendiga, gracias por tu atención. Gracias a Dios por los dones, regalos o habilidades que nos ha dado a cada uno, es importante ponerlos a funcionar, a trabajar, porque es importante dar fruto, porque el fruto es el resultado de la Palabra de Dios actuando en nosotros.