El autobs
Publicado en Nov 09, 2018
Prev
Next
Esta noche me toca coger el autobús. Es un fastidio pero mi coche se encuentra averiado así que intento llevarlo con toda la entereza que me resulta posible. Por supuesto sé que no va a ser una tarea sencilla. En primer lugar, han pasado dos autobuses y ninguno ha tenido la decencia de parar, y solo cuando una señora, muy maleducada, por cierto, porque la he saludado y ni siquiera me ha respondido, ha llegado a la parada, el autobús se ha detenido y ha tenido el detalle de abrirme sus puertas.

Llego tarde a trabajar y todo por culpa de Valentina. Mi delicada Valentina. La exorbitante pasión por siento por ella no me impide percibir esa cautivadora locura que a veces la caracteriza. Pero la amo así, ¿qué puedo hacer? Nunca me ha gustado la gente demasiado normal pero he de reconocer que esta noche se ha pasado un poco. Vale, era bastante tarde cuando llamé a la puerta de su apartamento, pero eso no justifica que abrirse tan asustada y menos aún que hiciera como si no me viese. Tampoco justifica que me cerrara la puerta en las narices, ni tampoco el prolongado alarido que dio cuando llamé de nuevo y esta vez ni siquiera me abrió. Solo necesitaba que me dejara su coche. Además...¿por  qué estaba llorando?

La mujer maleducada se ha bajado en su parada, ya era hora. El autobús avanza a una velocidad trepidante y en breve llegará hasta el crematorio donde espero no tener demasiado trabajo esta noche. Menos mal que los muertos no hablan, así no podrán contarle a nadie que llego tan tarde y con suerte podré salir temprano para ir al taller y saber qué demonios le ha ocurrido a mi coche. Espero que el arreglo no me cueste mucho dinero porque le he prometido a Valentina que la llevaría a México.

El autobús hace una parada para que suba un pasajero. Es un tipo obeso y con cara de amargado. ¿A dónde irá a estas horas de la noche? Se aproxima hacia mí, el autobús está vacío, ¿por qué se quiere sentar a mi lado? Creo que nunca entenderé estas cosas. Cada vez se acerca más, ¿qué diablos hace? ¡Se va a sentar en mi sitio! Hago una maniobra para esquivarle y consigo abandonar mi asiento antes de que el tipo obeso lo ocupe. ¡Maldito chiflado! ¿Acaso quiere aplastarme? Me siento en el otro lado del autobús y me quedo contemplándole con cara de pocos amigos, pero él ni siquiera se molesta en devolverme la mirada y en cuestión de minutos se pone en pie y baja del autobús sin decir una palabra.

Ya casi he llegado. La verdad es que el crematorio parece un poco sombrío a estas horas de la noche. En ese momento me doy cuenta de que soy el único pasajero del autobús así que me pongo en pie y pulso el botón de parada y para mi sorpresa el conductor empieza a acelerar cada vez más en lugar de detenerse. El crematorio queda ya atrás y me acerco al conductor con intención de pedirle las oportunas explicaciones, pero me detengo al ver su rostro desencajado y le escucho murmurar “este lugar está maldito”. Supongo que no ha tenido un buen día.

Al llegar a la siguiente parada, el conductor parece aliviado de que haya gente esperando para subir, y yo aprovecho que ha abierto las puertas para salir y caminar hasta el crematorio. Efectivamente, no hay mucho trabajo esta noche, solo un pobre hombre que ha quedado destrozado en un accidente y que no va a ser sencillo de reconstruir. Pero unas tijeras, aguja e hilo y un buen maquillaje son capaces de hacer auténticos milagros así que paso la mayoría de la noche abriendo, cosiendo y pintado y cuando despunta el alba he terminado mi trabajo. Está irreconocible, seguramente no se parece en nada a la persona que ayer fue, pero al menos vuelve a  parecer humano y eso es algo que sus familiares agradecerán. Le miro una última vez y me da por pensar que le conozco de algo.

Es temprano cuando guardo el cuerpo en el refrigerador y me dirijo de nuevo hacia el autobús. Ya hay personas esperando en la parada y esta vez el vehículo abre las puertas. Como el trayecto hasta el taller es corto, ni siquiera tomo asiento, simplemente me dedico a contemplar los rostros de la gente mientras me pregunto si mi cara resulta tan vulgar como para que nadie me mire. Valentina dice que soy muy  guapo, pero puede que simplemente esté enamorada de mí. Qué ganas tengo de irme con ella a México.

Por fin llego al taller. Es pronto pero ya está abierto y con un poco de suerte mi coche estará arreglado. Hay mecánicos yendo y viniendo pero como ninguno me hace caso me acerco y lo  busco yo mismo. Mis ojos recorren todos los vehículos sin dar con el mío así que me aproximó un poco hasta que al fin lo reconozco. Bueno, en realidad lo único que distingo es la matrícula porque todo lo demás está destrozado. Masacrado. Aniquilado. Me acerco un poco más. ¿Qué le pasó a mi coche? Ni siquiera me había parado a pensarlo. Hay una ficha con una foto mía. La miro y me digo a mí mismo que soy bastante guapo, que Valentina tiene razón.

Hay algo escrito al lado de la foto. Una dirección. Una dirección que conozco muy bien porque es la del crematorio en el que trabajo. En la que trabajaba, me temo. Ahora entiendo por qué aquel cadáver me resultaba tan familiar. Ahora entiendo por qué Valentina gritó anoche y por qué el tipo obeso se sentó en mi sitio en el autobús. Y por qué el conductor aceleró tanto cuando pulsé el timbre de la parada del crematorio siendo yo el único pasajero.  Ahora entiendo que ya nunca podré llevar a Valentina a México.
Página 1 / 1
Foto del autor Mery
Textos Publicados: 1
Miembro desde: Nov 09, 2018
0 Comentarios 182 Lecturas Favorito 0 veces
Descripción

Una corta historia para celebrar el Da de los Muertos

Palabras Clave: misterio muerto suspense

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Terror & Misterio



Comentarios (0)add comment
menos espacio | mas espacio

Para comentar debes estar registrado. Hazte miembro de Textale si no tienes una cuenta creada aun.

busy