Flores para una flor
Publicado en Sep 24, 2018
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¡Todavía me pregunto cómo esa mujer podía ser tan ciega! Era además tan terca que se rehusaba a aceptar los elogios hacia su belleza por su incapacidad de reconocerla; se convencía de que la gente le mentía, que había razones ocultas detrás de ellos. ¿Por qué? ¿Qué había faltado en su vida? ¿Qué la había marcado de tal manera? Cualquier espectador de su historia, temporal o permanente, la juzgaría como normal, nada fuera de lo común, marcada por errores como los de cualquier ser humano. No he dejado nunca de cuestionarme lo mismo y dudo que algún día deje de hacerlo.
La recuerdo desde pequeña, siempre “alegre” (aparentemente), despreocupada y nada vanidosa. No parecía tener problemas y, seguramente, no fue sino hasta llegar a la adolescencia que se hicieron evidentes. La falta de afecto demostrado, la ausencia de la figura materna por motivos incapaces de entender a temprana edad, y factores que posiblemente aún desconoce, abrieron en su corazón un agujero de inseguridad que crecía junto con ella y que se vio llenando, muy erradamente ante su juicio y el del mundo, con besos y caricias pasajeras.
Nunca supo aprovechar esa soledad que ahora le permitía indagar en un pasado del que no lograba desprenderse; deseaba un perdón que no era capaz de otorgarse y le atormentaba no entender cómo para otros era tan fácil eso que ella consideraba imposible.
Hoy la vi sentada en la arena blanca de la playa de una ciudad nada parecida a la suya –aquella que le dio la bienvenida a esta vida– con la mirada perdida en un cielo digno de pintura y sus piernas preparadas para recibir las olas del imponente mar ante el que se encontraba. Sin estar del todo seguro, pero con la sensación de hacer lo correcto, me acerqué con extrema cautela para no asustarla, me senté a su lado y extendí mis brazos hacia ella para entregarle las más hermosas flores que había sembrado en el jardín de mi casa, que se encontraba justo detrás de nuestras espaldas. Pude ver cómo se iluminó su rostro al recibirlas, su mirada dejó de ser estática y el cielo perdió protagonismo. De golpe esas flores captaron su entera atención, y aunque no pronunció palabra alguna, en su rosto se dibujó una sonrisa que recibí como el más sentido agradecimiento y la más grande recompensa.
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Foto del autor Mara Carolina Alandete Ricardo
Textos Publicados: 1
Miembro desde: Sep 24, 2018
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Descripción

Palabras Clave: flor jardn belleza mujer pasado perdn mar olas flores soledad

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Relatos



Comentarios (3)add comment
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Enrique Dintrans A:

Disculpa. Eres María Carolina. Le has dado un hermoso significado a la flor en tu relato. .
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September 30, 2018
 

Mara Carolina Alandete Ricardo

Muchas gracias por su comentario.

Saludos.
Responder
October 01, 2018

Enrique Dintrans A:

Hermoso, María Cristina. Me gusta tu relato.
Saludos
Responder
September 30, 2018
 

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