¿La letra perfecta?
Publicado en Sep 11, 2018
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 Los derroteros en los que puede caer la mente humana son tan amplios y, por ende, tan indescriptibles en su totalidad que parecería absurdo que trate de explicar el porqué de este análisis tan particular. Aun así tengo la intención de intentarlo en tanto y en cuanto quien vaya a leerlo merece un contexto.
 La realidad es que la búsqueda de patrones, signos, códigos, encriptaciones, cuestiones que considero lógicas ha sido constante en mi vida. Desde la búsqueda de un sentido en los, aparentemente, aleatorios dibujos puestos en las baldosas que uno recorre diariamente hasta la búsqueda más elemental de todas, la búsqueda de un sentido para vivir, todos son patrones que uno busca. Esta búsqueda puede intensificarse tanto que uno puede caer en la innecesaridad, en patrones que ya no tienen un motivo tan claro para ser analizados o, en su defecto, que su búsqueda podría no tener un resultado, lo que los convierte en un acto casi temerario. Probablemente en un arrebato de innecesaridad es que llegue a la que, quizás, sea la búsqueda a la que más tiempo le he dedicado en los últimos tiempos: la búsqueda de una letra perfecta.
 Nunca fui un amante de la poesía, del verso, de hecho me consideraría un intolerante, la prosa acapara todo el amor por la literatura que he tenido en la vida. De hecho, una de las cuestiones que más me molesta de los literatos se ve intensificada en los amantes de la poesía: darle un valor irreal a algo que objetivamente tiene un significado vacuo. Pareciese que alguien, por el mero hecho de tener un dejo de conocimiento o renombre, solo pueda hacer arte cuando escribe, pareciese que ese puesto jerárquico lo repele de hacer algo de cuestionable calidad. Sucede que si alguien que en un momento supo brillar hace basura, esa basura deja de ser basura, pese a que objetivamente es igual a todo lo que normalmente se concibe como basura. La prosa sufre mucho de esto, justificaciones vanas o búsquedas banales de sentido en cuestiones que lógicamente no lo tienen (lo que lo diferencia, sustancialmente, de las búsquedas que menciono en este texto) y en la poesía sucede algo similar. Sea el verso que sea, siempre habrá un sequito de nulos mentales tratando de encontrarle un profundo sentido y significado a un verso que puede recitar, literalmente, nada.
 Pese a mi claro no-fanatismo por la poesía, las letras en canciones (que por definición son poesía pero por alguna razón les encuentro una esencia sumamente distinta) siempre me apasionaron. Durante mucho tiempo he buscado en lugares que parecían obvios a la letra perfecta, pero la respuesta lógica no es necesariamente la respuesta obvia. La lógica indicaba que la letra perfecta estaría en un lugar inesperado o menos masificado (entendiendo que las masas, por norma general, toman decisiones ilógicas frente a la minoría de buen pensar). Bajo esta premisa es que me inmiscuí en músicos que jamás habría escuchado por el mero hecho de la falta de entusiasmo que produce el conocer algo desde cero con claras posibilidades de que sea un fracaso. En mi búsqueda me encontré con un factor común en todos los artistas que creí tenían buenas letras, eran irregulares. La gran mayoría de sus canciones tenían altibajos en lo que a lírica se refiere, teniendo frases dignas de decorar alguna foto autosuficiente en equis red social, y relleno. Esta irregularidad era sumamente frustrante, pareciese que uno está tan cerca de conseguir encontrar la letra perfecta, pero es solo un amague violento del subconsciente mismo. La búsqueda pasó por muchos lares, desde el paradigma de mi madre patria con artistas como Andrés Calamaro o bandas como Babasónicos o La Máquina de Hacer Pájaros; pasando por eminencias del mundo como Héroes del Silencio, Café Tacvba, Artic Monkeys, Bob Dylan (este último parecía muy cerca de mi cometido, pero sentía que algo faltaba); finalizando, como ya adelante palabras antes, en un lugar inesperado.
 El famoso lugar inesperado surge en otra locación aún más inesperada, el asombroso mundo de la moda trapera argentina. Mencionar un género con una connotación tan mala en este contexto parece casi un acto burdo, pero al haberme llevado tan cerca del resultado de mi búsqueda lo menos que puedo hacer es darle el valor que supo tener para mí. Es en una profundización de uno de los artistas del género que encontré una faceta de él que desconocía y que de hecho me sorprendió. El artista en cuestión es C.R.O, un sujeto con una profundidad y sentimiento en sus letras avasallantes. Resulta que antes de entrar al mundo del trap (en el cual es bastante destacable, pese a toda la connotación que pueda tener el género), su género por excelencia era el rap. Mi búsqueda me llevó en su momento por este género, pero no había llegado a este artista.
 La sorpresa por la calidad lírica del sujeto fue enorme y repentina. Con solo pasar por “Llevame” de su grupo “Bardero$” mi asombro fue voraz. Una letra sentida, con mucho contenido y directa, pragmática en lo que busca decir y sin pecar de estrafalaria. Esta sorpresa inicial fue el combustible de la posterior compulsiva escucha de canciones de la persona en cuestión. Brillantez en estado puro derraman las liricas de C.R.O, tanta que supo brindarme varias veces letras que considero perfectas, algo curioso teniendo en cuenta que creí jamás encontrar siquiera una. Como bien su lema dicta: “esto no es música, es droga”. Quizá mi juicio esté manchado y corrompido por un excelente videoclip, por una interesante propuesta musical, por una majestuosa base, o por la simpleza de la subjetividad del sentimiento, pero este artista es capaz de emitir con tanta calidad e impronta letras que, si corremos las capas de subjetividad, son efectivamente brillantes. Comprobémoslo con un rápido análisis a la primer letra que me desbordó en su conjunto y, probablemente, la primer letra que consideré perfecta.  
Sangre – C.R.O
Lo sé, lo sé, sigo en la nada
Amé y amé, y no había nada
-Los primeros dos versos comienzan con una repetición, quizá una forma de decirse a sí mismo un mensaje que simplemente no puede interiorizar. Pese a saber que sigue en lo mismo de siempre, en su mundo, tomando las mismas decisiones, no pretende salir del mismo. Siendo un cuasi estigma permanente para él, decide amalgamarse a su entorno, a la nada. Asimismo, un análisis similar se puede hacer del segundo verso, pese a creer haber amado sabe que la realidad es que, tal cual su contexto, el amor no existió pese a tratar de interiorizarse y convencerse de que sí. El orden de los versos podrían ser un causa-consecuencia, buscando un amor (que en realidad es nada) para salir de la nada, algo cuanto menos paradójico.
Ojeras negras, líneas en bares
Y yo acá en cero buscando más
Ángeles llaman
Y yo acá en cero solo buscando paz
Un cenicero
-Clara referencia y descripción de la nada, del agobio que produce y como busca en las sustancias y en su soledad una forma de anestesiar el dolor que le produce vivir así. Asimismo destaca la figura de ángeles (figuras benevolentes con buenas intenciones) que buscan ayudarlo, más él bien sabe que su salvación probablemente no exista. Como él dicta en otra de sus letras, “perdí la fé”, y ante todo, si algún día va a salir de la nada, lo hará solo, porque eso le dará la paz que busca.
Matame ahora o sino el mundo lo hará
-Ante la pérdida de fe, él entiende que su único destino posible será la inevitable muerte, e implora porque alguien lo acabe rápido ante la ansiedad de tener que esperar que la eventualidad lo haga.
Tierras sin ley, miseria en calles
Y esa mirada de que dá igual
Amores falsos, gente sin alas
Con el objetivo de lastimar
-Probablemente la primera mitad de la estrofa sea una analogía simple para tratar de explicar la segunda, que es mucho más profunda. Podríamos vaticinar que refiere a terceros con sus versos, a gente que lo lastimó, o podríamos creer que en realidad se refiere a él mismo, un sujeto vagando por la vida, sin escrúpulos para mentir y lastimar, al faltarle ya la fe, las alas.
Sangre y tos
Criado con mi gente, almas de delincuentes
En la cuna de Dios
Durmiéndome los dientes, pisando referentes
Rompiéndome la voz (ya da igual)
Cerrando las persianas, sufriendo las mañanas
Girando en un colchón
Viviendo entre lamentos
Ya nos quedará tiempo para pedir perdón
-La estrofa más dura, directa y con más contenido de la canción. Es un constante debacle de frases cargadas de palabras sumamente ilustrantes. Comienza haciendo referencia a sus orígenes, su grupo, su paz, aquello que cubre su vacío existencial; prosigue haciendo referencia a su actitud frente a la vida, su consumo de sustancias para calmarse, como atropella a aquellos que se dicen referentes pero que él sabe puede acabar sin demasiado esfuerzo porque realmente no son nada, son vanos. No le importa dejar todo por demostrar la grandeza que tiene, además de ser un calmante actitudinal a su problema de existencialidad. Para finalizar, hace referencia a su día a día, como esa rutina agobiante le sirve para tapar el dolor más grande y más profundo que tiene, para disimular los problemas y las consecuencias de sus acciones, las cuales dice afrontará cuando la situación se dé, cuando quede tiempo. Él utiliza la rutina como otro recurso (tal cual como utiliza las drogas o a sus compañeros de vida) para escapar de su realidad, de su pensamiento, de su ruina psicológica, de aquello que le hizo perder la fe.
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Curioso cuanto menos el nivel que demuestra, en tan pocas (pero precisas) palabras es capaz de contextualizar su vida a aquel que escuche con una mínima atención la letra. Más quedarnos con una sola canción sería no ver la complejidad del entramado que expone de manera sutil en todas sus letras. Pareciese una gran red de conceptos que se ven ampliados a partir de la gran base, de la majestuosa “Sangre”. Podemos ver reflejadas las relaciones humanas y afectivas en obras como “Café” o “$$$”, en las cuales relata momentos específicos de su trayectoria humana, más específicamente momentos de fe, momentos en los que dejaba absolutamente toda su esperanza en la búsqueda del afecto. En ambas podemos ver como coloca las cartas sobre la mesa, apuesta absolutamente todo y deja sus resquicios de fe por encontrar la salvación en alguien. Lo mismo podríamos decir de “Llevame”, aunque pareciese que en esta última la esperanza se haya perdido sustancialmente.
 Una síntesis similar se puede hacer de las letras que refieren a su banda como tal, a los asuntos del barrio como una forma de escape mental, una distracción. Pese a eso, en gran parte de las letras que refieren a esto suelta ápices de cuestiones ajenas al tema, y explaya de manera concreta su situación existencial. Podemos verlo claramente en canciones como “Familia”, “Rock”, “Amanecer” o, incluso, “Días”.  
 Podríamos cerrar con “24/Siempre”, la cual él mismo se encarga de describir de manera sumamente exacta yo no les traje mensaje solo les traje sabor. La letra es superflua y no pretende contarte algo sobre la esencia de él, prefiere contar esa bendita rutina que utiliza para distraerse, para no pensar tanto, para sumirse en el sabor y no tener que preocuparse por resolver cuestiones más allá de eso…
 
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Foto del autor Damián Campos
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Descripción

Las búsquedas, la investigación y la lógica pueden llevarlo a uno a embarcarse en cuestiones, aparentemente, sin sentido. Mi búsqueda personal es la búsqueda de la letra perfecta.

Palabras Clave: Música letras poesía análisis estructura versos estrofas interes general sorpresa articulo ensayo lets get it

Categoría: Artículos

Subcategoría: Comentarios & Opiniones


Creditos: https://www.youtube.com/channel/UCn570qcYPpXz045Oe

Enlace: https://www.instagram.com/damian_campos51/?hl=es-l


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