CUIDO de mi FAMILIA
Publicado en Jan 18, 2018
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CUIDO DE MI FAMILIA
Uno de mis trabajos diarios es el cuidado de mi familia. Tengo la suerte de tener una pareja con la que comparto los goces y responsabilidades del hecho de vivir juntos y tener hijos. Mi marido trabaja fuera de casa y es quien aporta la mayor parte de ingresos económicos. Yo realizo un trabajo a tiempo parcial dos días a la semana. Es una ayuda económica complementaria. El resto del tiempo desempeño las funciones de ama de casa.
No puedo negar que tenía otras aspiraciones. Quería tener un trabajo que me gustara, con el cual yo pudiese crecer y seguir formándome. Un trabajo que me diese independencia económica y laboral. Y sobre todo, un trabajo donde sentirme útil, las horas se me pasaran volando, y donde poder entregar todas mis energías. Estar cerca de las artes, formar parte de las artes. Ser una creadora plástica o una educadora dentro de las enseñanzas artísticas. Otro trabajo que me interesaba era en una  organización humanitaria o ambiental. Y conocer mundo. Otras culturas, otras gentes, otros lugares.
Luego uno tiene que lidiar con una  vida que te lleva por otros derroteros. Incluso también podría decir, que uno tiene que convivir con las propias limitaciones …Y uno lo hace lo mejor que puede…pero no siempre se llega a donde uno esperaba. Se quedan muchas cosas por el camino, al igual que otras son encontradas.
Me gustaría sacar conclusiones claras de cómo ocurrió todo. Me gustaría comprender. Pero la vida de uno mismo es cualquier cosa menos clara. Tenemos demasiados intereses, demasiada subjetividad y estamos demasiado implicados.
Lo cierto es que no entraba en mis planes quedarme en ama de casa. Lo diré más sinceramente: me rebelaba contra este destino. A la vista está que me rebelaba con bastante ineficacia. Pues aquí estoy. Es un reproche sordo que siempre me acompaña.
Llegó un momento en que me sentí muy cansada de buscar un trabajo o buscar una salida acorde con mi forma de ser y mi formación. Tenía cuestiones personales que sólo podía solucionar fuera del ámbito seguro y confortable de nuestra casa. Yo sentía que si quería seguir creciendo como persona tenía que salir ahí fuera y desenvolverme con mis propios recursos. Pero no se dio esa circunstancia.
Dejé los proyectos artísticos. Y  sentí alivio y vacío.
Dejé de buscar trabajo. Y  sentí alivio y vacío.
Cuando me encontraba con algún conocido: “¿Qué tal? ¿Cómo te va? ¿Sigues pintando? ¿Sigues haciendo tal o cual cosa? Y yo respondía con una cierta incomodidad y una media sonrisa donde poder esconderme: “no, ahora no estoy haciendo nada artístico”. Era una sensación como si yo me avergonzara de mi deserción. O una sensación como de “…si no hago lo que me define…¿quién soy?…o ¿quién seré a partir de ahora? Porque tu puedes conseguir o no conseguir tus objetivos, pero estar en el camino intentándolo ya te da un sentido y una identidad. Tenía que reinventarme. Comenzar desde un nuevo punto de partida donde ya las cosas no las tenía tan claras. Y donde las expectativas se habían reducido considerablemente por no decir que estaban en número rojos.
Cuando acepto la realidad de que uno de mis trabajos es cuidar a mi familia y dejo de querer lo que no tengo, empiezo a centrarme en el momento presente. Cuando estoy cocinando lo hago con creatividad, consciente de que me apetece comer una buena comida, que los niños llegarán cansados igual que mi pareja, y mi comida los saciará y les dará nuevas energías.  Cuando limpio la casa, pienso que elijo vivir en un espacio con un cierto orden y lo hago con gusto, disfrutando del silencio de la mañana, y consciente de que la limpieza es necesaria en una casa, y que esa labor me toca a mi, igual que el panadero hace el pan, el maestro enseña a sus alumnos, o el artesano talla la madera. Y no intento esquivarla, porque en estas circunstancias, es mi tarea. Y así fui descubriendo la cantidad de cosas que hace un ama de casa o un amo de casa.
El orden. La limpieza. La comida. La compra. La educación de los hijos. La ropa de los hijos. Los médicos….
Descubro que mi presencia en casa hace que los niños crezcan mejor.
Soy esa resistencia que pone límites al poder que las nuevas tecnologías tiene sobre ellos, intentando que el móvil, el ordenador, y la play no les absorban los sesos tanto como podría ocurrir si yo no lo impidiese y para que el día sea una franja de espacio tiempo donde los niños pueden vivir y experimentar la vida no virtual.
Otras veces estás ahí para que no se dispersen  y de alguna manera, haces de ancla para que bajen a tierra, y se centren en lo que están haciendo.
Les enseñas a hacer las cosas por ellos mismos, como por ejemplo, fregar cuando les toca, ordenar su ropa, hacer su cama…
 Estas en casa, para cuando llegan tener la posibilidad de comunicarnos. ¿Qué tal te fue? ¿Qué pasó con tal cosa…? ¿Qué vas a hacer esta tarde?. Sólo es cuestión de estar en silencio receptivos por si ellos tienen algo que decirnos. Escucharlos en silencio.
En ocasiones esta labor de acompañarlos se vuelve inhóspita, desagradable e ingrata. Por mucha “sicología” que tengas, por muchos procesos de negociación que realizas con ellos, siempre eres esa resistencia que impide que tomen su inclinación más inmediata de estos tiempos : la ley del mínimo esfuerzo. 
Si yo estuviese trabajando fuera, cuando llegase a casa tendría (junto con mi pareja) que solucionar las tareas domésticas, la comida para el día siguiente, estar receptiva para encontrarme con los niños, tener tiempo para mi y para mi pareja. Y la verdad, no encuentro horas en el día para todas estas actividades dentro de un ritmo con calidad de vida.
Supongo que cada mujer buscará sus mejores opciones. Habrá tantos caminos como circunstancias marcan nuestras pautas a seguir. A veces pienso, que la mujer paga un alto precio por su supuesta liberación o incorporación al mercado laboral. La mujer-madre, se ve en la encrucijada de tener que elegir entre sus hijos y sus objetivos profesionales. Si elige los objetivos profesionales, desatiende a sus hijos y es torturada con el sentimiento de culpabilidad y el deseo frustrado de estar con ellos. Si elige quedarse en casa con sus hijos, pierde el tren laboral y se siente frustrada. Y si intenta llevarlo todo para adelante, trabajo, casa e hijos….pues entonces, le espera el peso de la mujer liberada y moderna de hoy en día. Una mujer “corre que te pillo” porque intenta cubrir todos los frentes.
Dichosas las que pueden equilibrar a los hijos y su trabajo, dichosas las que pueden acceder a una jornada parcial, dichosas las que pueden permitirse tener ayuda doméstica, dichosas las que pueden elegir…pero no todas tenemos esa posibilidad.
Soy madre, pero eso no significa que la maternidad sea el centro de mi vida. Ser mujer implica muchas facetas aparte de los hijos. Yo necesito alimentarme de otras fuentes. Sin embargo, observo que en mis decisiones, pesó mucho más estar cerca de mis hijos que desarrollarme profesionalmente. Tuve a mis hijos para estar con ellos. No los tuve para que otros me lo cuidaran. Había algo instintivo que no sé explicar, que me impedía encontrarme bien lejos de ellos. Mi marido dice que son prejuicios sociales alimentados durante siglos y que todavía pesan sobre la mujer. Yo no lo tengo tan claro.
Pierdo el hilo de mis reflexiones. Como senderos que no llevan a ningún parte.
Yo quiero expresar que he descubierto el valor de la persona que se queda en casa y cuida de los hijos y de lo doméstico. Y desempeña este trabajo como podría desempeñar un trabajo renumerado. Y aunque socialmente está muy poco valorado porque no proporciona dinero, pienso que eso no minimiza su importancia. No ganas dinero. Ganas bienestar y calidad de vida para la pareja y para los hijos.
A veces esta vida puede atraparte. Se compone de multitud de pequeños detalles que te absorben tu tiempo. Detalles anónimos. Tareas  que requieren un esfuerzo y que luego tienen una vida tan efímera que una se pregunta, “¿mereció la pena esta dedicación?”, “¿ya se comieron la comida que preparé?”, “¿ya se volvió a ensuciar lo que limpié?”, “¿ya hicieron un embrollo con lo que ordené?”…
Y dónde dejar la dispersión del ama de casa. ¿Puedes coger disciplina en algo? Haces lo tuyo en momentos robados. Cuando consigues un ritmo de trabajo lo tienes que interrumpir porque una demanda doméstica requiere tu dedicación. La de veces que paras cuando estás a punto de llegar. Y luego el esfuerzo de volver a empezar y encontrar el buen clímax para la creación.
No conseguí esa ocupación que me absorbiera toda mi energía haciendo algo que me gustaba. ¿Tengo que seguir golpeándome por no haberlo conseguido?. Estoy cansada.
Y ¿qué tal si para variar, veo las ventajas de mi situación y las disfruto sin timidez, sin dudas? ¿Qué tal si creo desde lo cotidiano?. ¿Qué tal si transformo desde el día a día? ¿Qué tal si mi materia prima soy yo?
¿Es una mala vida aquella que te permite la posibilidad de meditar en tu día a día, o disponer de tiempo para improvisar, practicar un instrumento musical, hacer un dibujo, leer un libro, pasear por el campo, ir a patinar, bailar danza oriental , comprometerte y trabajar con actividades para el bien de tu comunidad…? No estás especializada en nada, no haces nada digno de gloria y admiración, no sabes qué poner en ese espacio insolentemente reducido de un cuestionario médico o administrativo donde se te pregunta la profesión….solo vives la vida que se te presenta cada día. Una vida muy sencilla. ¿Es eso poca cosa? O por el contrario es un privilegio?.
Es un privilegio a medias.
El otro día me decía mi profesora de clarinete que tenía que soplar con más energía. El aire tiene que hacer vibrar el instrumento para conseguir un buen sonido. ¿Permite la vida de ama de casa hacernos vibrar, hacernos sonar con nuestro mejor sonido?
Ser am@ de casa es un trabajo temporal que durará años. Los años en que los hijos crecen y te necesitan. Llegará un día en que comenzarán a hacer su propia vida. La casa se llenará de espacios y silencios. Los objetos conservarán  su sitio. Y tu tendrás que continuar con tu camino. ¿Dónde lo dejaste?. Nada permanece donde lo dejaste.
 
PARAR
La sensación de tranquilidad. Estar tranquila.
Sin la presión autoimpuesta de tener que hacer, de tener que conseguir, de tener que llegar.
 
Es como si por un lapsus de tiempo nuestra identidad, nuestro ser,
no dependiera de todas esas actividades que nos definen.
 
Sólo con ser ya somos.
Sin tener que demostrarnos nada a nosotros mismos ni a los demás.
 
SOY YO COMO LA ZORRA?
¿Soy yo como la zorra de la moraleja? ¿Hablo de las virtudes de tener por trabajo el ser ama de casa porque no conseguí la tan ansiada conquista del mundo de afuera? ¿Surgen estas reflexiones porque mis inquietudes se quedaron mudas? ¿ Es esta la consecuencia  del paso del tiempo sobre mis trabajos creativos, amontonados y olvidados en una habitación,  igual que el arpa de Gustavo Adolfo Bécquer….?
“Del salón en el ángulo oscuro,
de su dueña tal vez olvidada,
silenciosa y cubierta de polvo,
veías el arpa.
¿Cuánta nota dormía en sus cuerdas
cómo el pájaro duerme en las ramas,
esperando ….”
¿Soy yo como la zorra y ahora intento contentarme, realizando actividades que me gustan pero sin ninguna trascendencia ni objetivos a largo plazo?
¿Me he convertido en una simple consumidora de actividades de tiempo libre?
No lo sé.
Hay muchas mentiras disfrazadas de verdades en esta cultura occidental que de forma sutil y encubierta nos hace infelices. ¡Quiero estar despierta!. ¡Quiero saborear y sentir la alegría  de lo que tengo!.
¿Puede uno estar despierto en este territorio de lo conocido y amado?
Cuando monto en bici, en el gesto sencillo de dejarme llevar por mis piernas pedaleando, en un desplazamiento de espacios, sonidos y luces,  aire que  respiro como nuevo,  luz que entra por mis ojos y siempre me  conquista… siento esta experiencia de forma directa y sin proyecciones hacia otro momento que no sea el mismo instante….Es entonces cuando veo con claridad que ahí es donde quiero estar. En lo más sencillo y simple. Aquí y ahora.
 
 
 
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Foto del autor Elena L.S.V.
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Descripción

En este articulo se hace una reflexin sobre la encrucijada que muchas mujeres viven con respecto a su labor de cuidadoras de la familia y su deseo no siempre satisfecho de disponer de tiempo y oportunidades para su desarrollo personal en otros mbitos vocacionales, creativos o laborales.

Palabras Clave: Familia mujer ama de casa hijos trabajo creatividad presente reflexin

Categoría: Artculos

Subcategoría: Actualidad



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