Meses llenos de locuras, amor, risas, lagrimas, enojos y pasión; si, esos fueron meses increíbles y difíciles de repetir con alguien más, de repente sin pensarlo y esperarlo sucedió lo que tanto temía, me dijiste adiós.
un adiós frio, cruel pero sincero que partió mi corazón en cientos de pedazos; esa noche fría llena de lágrimas te supliqué que no te fueras, rogué que te quedaras. sentía morir por dentro y lentamente la respiración se cortaba cuando me dijiste ya no te amo, adiós.
llore desconsolada por horas, al despertar anhelaba que todo hubiese sido una terrible pesadilla, pero al reaccionar que todo era parte de una triste realidad sentí morir por dentro, intente en infinidad de ocasiones sonreír y dejar atrás esa noche fría y triste pero ese dolor aun seguí ahí, si ahí dentro muy dentro recordándome cada día que ya no me amabas, que de una u otra manera por mi cobardía te había perdido.
intente reemplazarte, y por un tiempo creí que lo había logrado y volví a ser feliz, pero ahí estabas tú, en mi mente, en mi corazón, en los recuerdos que no me dejaban a sol ni a sombra, hasta que un día decidí sacarte por completo de mi vida, y dije lo logre ya no duele como antes pero para mi sorpresa un día decidí escribirte con el mayor temor del mundo de que fueses tan indiferente como aquella noche gris en la que me dijiste adiós, cada palabra que escribía la pensé una y mil veces hasta que decidí enviar ese texto donde iba mi corazón y mi amistad porque en un tiempo nos llamamos "mejores amigos" y si, escribí, aparecí, regrese con mis testamentos esperando una respuesta favorable, deseando que no me ignoraras y así fue no me ignoraste y comenzó desde esa tarde una amistad renovada, con textos extraños, con recuerdos que callábamos y preferíamos ahogar en miradas.
al pasar un corto tiempo de estar hablando de repente me dijiste me voy, si otra vez un adiós, pero esta vez estaba segura que solo sería físicamente porque siempre estás en mi corazón y yo en el tuyo.