Simple, es la misma simplicidad,
más que barato, es gratis,
la mejor ubicación para el disfrute,
todos los horarios disponibles, y siempre en primera fila.


El atrezzo, todo natural, es el mismo Universo,
de fondo, la inmensidad del Cielo con las tonalidades azules que, nubes de algodón blanco dejan entre sus caprichosas e inconsistentes formas, y con tonalidades hasta el gris o el oscuro del gris de nubes, que casi se pueden tocar con la mirada.


La iluminación abarca todas las tonalidades y gamas de los colores del Arco Iris,
un espectáculo irrepetible y cambiante a cada abrir y cerrar de ojos,
un baile y una música -en este caso- de una tarde de otoño, un trozo de rato antes del anochecer.


Instrumentos de música inventada por los humanos hace miles de años, y también los inventados ayer todos y todos sincronizados con el latido del corazón.
Latidos de seres sufrientes, sí del mundo,
también protagonistas de esta espléndida función.


Afinada la gran orquesta, dan comienzo las diversas disciplinas musicales siguiendo la batuta del mejor director, tú.
Y en perfecta armonía se entrelazan desde Vals, Foxtrot, Salsas, Merengues, Sambas, incluso Tango o Hip-hop. Sonidos y notas musicales que no generan distorsión, ni siquiera cuando entran en escena las melodías más reconocidas de la música escrita hace más doscientos años, la clásica.


De izquierda a derecha, de abajo a arriba,
de arriba en horizontal hasta abajo, y vertical, de derecha a izquierda.
Ahora una, después diez, incluso veinte, y si se pudiesen contar seguro que serían más de cien,
figuras negras proyectadas, coros con pechos blancos, caras risueñas, felices de pendular.
Trayectorias de aceleración con la Do mayor, desplazamientos curvilíneos con la Re menor, velocidades circulares con la Mi mayor, incluso distancias rectilíneas en vertical u horizontal con la Fa menor.


Llegando también la eclosión sinfónica en clave de Sol.
Son cientos, es posible que alguna más, las golondrinas que bailan,
todas en un ritmo ‘todos los ritmos’,
alas que se abren, que se cierran, que se dejan volar por el viento,
cualquier tarde, de todas las tardes de un otoño más.