Magdalena (Teatro Cristiano)
Publicado en Jun 16, 2017
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Magdalena (Teatro Cristiano)
 
ACTO PRIMERO
ESCENARIO.- Plaza de una ciudad. Jesucristo está, de pie, dando una charla a sus discípulos y a un gran público, hombresy mujeres. Todos, excepto Jesucristo, están sentados en el suelo formando un semicírculo.
 
Jesucristo.- ¿Sabe alguno de vosotros qué son los demonios?
 
Juan.- Maestro, por las muchas veces que te he visto sacarlos y expulsarlos de los cuerpos de muchos hombres y mujeres sé que son realidades contra las que tenemos que luchar quienes hemos tomado la decisión de seguirte.
 
Jesucristo.- Me alegra que salgas de nuevo a la luz ahora con una confesión tan sincera.
 
Juan.- Debemos seguir adelante, Maestro, con nuestros deseos de ser palabras vivas en lugar de realidades muertas. 
 
Jesucristo.- Tú lo has dicho, Juan, y lo has dicho bien. Los demonios son realidades muertas y hacen morir a quienes dejan y permiten que entren dentros de sus cuerpos para arrastrarlos a una existencia infernal.
 
Juan.- Maestro, tus palabras quizás no sean la ley para muchísimos millones de seres que se llaman humanos sin ser ni la décima parte de lo que dicen ser, pero es ley para mi voluntad. Por eso voy a seguir tus enseñanzas. Y si coincide con la voluntad de alguien más mejor para quienes buscan el amor. Los demás, en realidad, no tienen tanta importancia como ellos creen tener. Y eso que respeto que se lo crean.
 
Jesucristo.- Hablas con mucha sabiduría Juan, discípulo predilecto no porque te estime más que a los demás sino porque eres el que más ama mis palabras. La relación fructífera de un maestro con sus discípulos no se basa en que la temporalidad del aprendizaje sea corto o sea largo sino en la cantidad de empatía que se produce desde el primer momento. Hay que creer en los demonios porque son una realidad y sólo sabiendo que existen somos capaces de destruirlos haciéndolos salir del cuerpo de los endemoniados y las endemoniadas en el nombre de Dios. 
 
Pedro.- Aprendemos viendo y hemos visto ya muchas veces las graves consecuencias que trae el dejar que los demonios entren en el cuerpo humano. Todo lo mediático es singular y por eso lo que supieron los ángeles ya lo sabe el alba. Gracias, Maestro, por hacernoslo saber. 
 
Jesucristo.- Todos los hobmres y mujeres somos eternos desde el mismo instante en que estamos en el Pensamiento de Dios; pero según nos planteemos la vida y nuestra existencia después de la vida obtendremos la Luz o las Tinieblas. Quienes dejan que los demonios se apoderen de sus almas no podrán conocer la Luz sino que tendrán que conocer las Tinieblas. Y os estoy hablando de la Eternidad. Escucha bien Pedro. Todos los demonios son diablos aviesos que tuercen las sanas voluntades de quienes intentan llevar a cabo una acción singularmente honesta.
 
Pedro.- Maestro, a todos nosotros nos gusta mucho esa manera que tienes de hacernos coprender el final al que debemos de llegar y el giro que le das a las frases para hacerles inteligibles.  
 
Jesucristo.- En verdad os digo a todos los aquí reunidos, tanto hombres como mujeres, que quien no conoce no puede saber. Depende de la intención de cada uno y de cada una de todos vosotros saber distinguir entre el conocimiento y la ignorancia. Si los demonios no existieran yo no habría venido a la Tierra para destruirles a todos ellos. Confiad en mí que soy escudo y lanza al mismo tiempo. Escudo para cobijaros contra las fuerzas del mal y lanza para destruirlas.
 
En esos momentos irrumpen en el escenario dos hercúleos hombretones llamados Dov y Jaim que llevan a rastras a una mujer endemoniada que no hace más que patear, gruñir y lanzar blasfemias contra todos los que allí se encuentran.
 
Jesucristo.- ¿Qué sucede con esta mujer?
 
Dov.- Señor, está endemoniada y debemos ejecutarla antes de que haga daños a alguna persona.
 
Jesucristo.- ¿Has dicho quitarle la vida?
 
Jaim.- Es lo mejor que podemos hacer con ella, Señor.
 
Jesucristo (poniendo la mano diestra sobre la cabeza de Magdalena).- ¡Soltadla ya!
 
Al ser soltada, Magdalena cae al suelo donde se recvuelca como un animal rabioso pero sin poder hacer daño ni atacar a nadie de los allí reunidos.
 
Jesucristo (dirigiendo su mano diestra hacia el lugar donde se encuentra la endemoniada y con voz enérgica).- ¡En el nombre del Padre yo os hago salir del cuerpo de esta mujer! ¡Salid de inmediato y hundiros en las tinieblas para siempre! ¡Os lo ordeno en el nombre del Padre porque yo soy el Hijo de Dios para sanar a quien tenéis apresada! ¡Ya!
 
En esos momento siete demonios salen del cuerpo de Magdalena y huyen del escenario. 
 
Jesucristo.- Levanta del suelo, mujer, porque ya estás sanada.
 
Magdalena (arrodillándos a los pies de Jesucristo).- Gracias mi Salvador. Gracias por haber tenido compasión de una pobre mujer como yo.
 
Jesucristo.- ¿Cómo te llamas, mujer?
 
Magdalena.- Me llama María Magdalena y no soy ninguna prostituta porque nunca jamás he dormido con hombre alguno, tampoco soy hermosa porque como veis la naturaleza me ha hecho más bien fea y la juventud hace ya muchos años que me abandonó pues tengo ya ochenta años de edad.
 
Jesucristo.- ¿Quieres ser la mujer más bella y hermosa de todo Israel?
 
Magdalena.- ¡No, Señor! ¡Ser hermosa o ser fea no es ninguna condición que yo crea necesaria para ser buena! 
 
Jesucristo.- ¿Quieres ser tan joven como una doncella de veinte años de edad?
 
Magdalena.- ¡No, Señor! ¡Ser joven o ser vieja no es ninguna condición que yo crea necesaria para ser buena!
 
Jesucristo.- ¿Qué quieres entonces de mí?
 
Magdalena.- ¡Lo único que os pido, Señor, es que me dejéis ir con vos a todos los lugares donde deseis ir! 
 
Jesucristo.- ¿Por qué me pides tal cosa?
 
Magdalena.- Porque mi gratitud por haberme expulsado a los demonios de mi cuerpo es infinita y deseo serviros con toda mi alma y mi fidelidad.
 
Jesucristo.- ¿Sabes que por seguirme con toda tu fidelidad te llamarán prostituta en esta generación y en otras muchas generaciones venideras?
 
Magdalena.- Lo sé, Señor, pero no me importa.
 
Jesucristo.- ¿Sabes que por seguirme con toda tu fidelidad dirán de ti que eres mi esposa y que tendré hijos contigo en esta generación y en otras muchas generaicones venideras?
 
Magdalena.- Lo sé, Señor, pero no me importa. 
 
Jesucristo (dirigiéndose a todos y a todas allí reunidos).- ¡Ved cuán grande es la gratitud de esta mujer que, aun sabiendo que la llamarán prostituta sin ser verdad no le importa porque es más grande su amor por mi Palabra que la murmuración de los envidiosos! ¡Ved cuán grande es la gratitud de esta mujer que, aun sabiendo que de ella dirán que tuvo hijos conmigo sin ser verdad no le importa porque es más grande su amor por ma Palabra que la maledicendia de los malvado! ¡Yo os digo que no he visto en ninguna mujer un amor tan grande por mi Palabra y que en verdad es cierto que si todas las mujeres de la tierra fiuesen como ella no existiría jamás ni la prostitución ni el engaño! 
 
Magdalena.- ¡Mesías! ¡Hijo de Dios y Dios Verdadero! ¿Qué razón lógica puede existir en eso de que yo tenga relaciones sexuales con vos sabiendo que puedes elegir entre millones de mujeres verdaderamente bellas y hermosas y jóvenes y no en alguien tan poco agraciada y tan vieja como yo? ¡Ninguna mente sana puede decir ni contar ni escribir tan grande majadería!
 
Jesucristo.- ¡Dices una gran verdad! ¡Yo puedo elegir una amante entre millones de mujeres verdaderamente bellas y hermosas y jóvenes y no en alguien físicamente como tú que tan lejos estás de serlo pero habrá hombres majaderos y mujeres envidiosas que dirán, contarán y escribirán esas barbaridades contra mi persona! ¡Pero yo te digo que mi Amor por ti será infinito y serás bella y hermosa y joven en el Paraíso Celestial porque le agradais a mi Padre y a todos os digo que quienes digan, cuenten y escriban todas esas mentiras en contra de mí y en contra de ella arderán por toda Eternidad en el fuego del Infierno! 
 
Magdalena.- ¿Entonces me dáis vuestro permiso para ser parte de vuestro servicio por todos los lugares donde prediqueis la Verdad?
 
Jesucristo.- ¡En verdad que eres ejemplo para las mujeres de esta tierra y por eso te digo que si es tu voluntad seguirme a todas partes como muestra de vuestra gratitud el Hijo de Dios no se opondrá a ello!
 
Magdalena.- ¡Gracias, Jesús!
 
Jesucristo.- ¡Levanta del suelo, María Magdalena, porque nunca he visto a una mujer con tanta gratitud! ¡Levanta y sígueme si esa es tu voluntad! ¡Eres digna y mi Padre te recompensará por serlo! ¡Llegará un día en que toda la humanidad sabrá la verdad de quien fuiste en la tierra y todas las mentiras que se hallan dicho y contado y escrito en contra de nosotros dos serán puestas al descubierto por quien Dios elija para ello! 
 
Magdalena.- ¡Amor con Amor se paga, Señor! ¡Y por Amor os seguiré por todos los caminos y seré vuestra servidora más agradecida!  
 
Jesucristo.- ¡Y todo esto se cumplirá para honor y gloria de quien se merece gloria y honor!
 
SE BAJA EL TELÓN
FIN DEL PRIMER ACTO.
 
ACTO SEGUNDO
ESCENARIO.- Puerta de entrada a la lujosa casa de José de Arimatea. Se encuentran, sentadas en tres sillas de anea, María Magadalena, Juana que es la mujer de Chuza intendente de Herodes, y la casta Susana. María Magdalena está en el centro; a su derecha está Susana y a su izquierda se encuentra Juana. Están charlando sobre la personalidad de Jesús después de haber terminado de arreglar todo para la comida con la que José de Arimatea ha invitado al Maestro y sus doce discípulos.
 
Magdalena.- ¿Vosotras que veis en la personalidad de Jesús de Nazaret que le hace tan distinto a los demás?
 
Susana.- Cada persona ve a Jesús de una manera diferente pero yo destaco esa capacidad que tiene para que, conociendo la debilidad de los hombres, nunca sucumbe a ella.
 
Juana.- ¡Eso si que tiene mérito! Porque en verdad que tiene muchas mujeres jóvenes y bellas detrás de él y, sin embargo, no pierde la cabeza por ninguna aunque a todas les muestra amor.
 
Magdalena.- Es que el Amor de Jesús yo creo que es universal.
 
Juana.- Un don del que muchísimos otros hombres son incapaces de mostrar.
 
Magdalena.- Yo le he visto rechazar proposiciones sin ofender a ninguna de las que ha rechazado.
 
Susana.- Eso sí que es para alabarle sin ninguna clase de dudas.
 
Magdalena.- Esa habilidad para no ofender a ninguna de las que rechaza es producto de un carisma muy singular. No lo he visto jamás en ningún otro hombre. ¿Qué podemos decir del carism ade Jesús de Nazaret?
 
Juana.- Que es tan rotundo que sólo se puede responder de dos maneras: unos le aman y otros le odian.
 
Susana.- Yo, que siempre he sido casta, he podido comprobar que el carisma que tiene Jesús es una cualidad divina. Luego es el Mesías Prometido del que nos hablaba Juan Bautista.
 
Magdalena.- Entiendo que ese carisma que le hace brillar de tal manera es producto del Espíritu Santo porque, aun siendo humano no deja de ser divino.
 
Susana.- A primera vista, lo que se dice a primera vista, Jesús parece frágil pero jamás he conocido a un hombre con tal firmeza a la hora de no caer donde todos, unos más pronto y otros más tarde, suelen caer.
 
Magdalena.- El sonido de su voz y la mirada de sus ojos convencen de tal manera que hasta quienes le odian sienten admiración por él.
 
Juana.- Porque Jesús de Nazaret siempre pide pero nunca ordena. Mi esposo Chuza, por ejmplo, como es intendente de Herodes, siempre ordena lleve o no lleve razón. Sin embargo Jesús de Nazaret te permite que decidas por ti misma. Es un hombre tan especial y selectivo que escoge a quienes le siguen pero dando siempre una capacidad de respuesta. ¿Dónde se ha visto un carisma de esa naturaleza? Escoge pero no ofende cuando escoge porque siempre sabe esperar. ¡Ningún otro hobmre tiene esa paciencia tan infinita! 
 
Magdalena.- Esa forma de ser sí que es verdaderamente atractiva. A veces quieres decirle que no, pero su llamada es tan amorosa que consigue hacer que le sigas aunque pongas en boca de los chismosos tu propia fama personal. Me lo dijo cuando decidí seguirle por todos los caminos y es cierto.
 
Susana.- Yo he descubierto, por mí misma, que nunca especula con la verdad. No te promete grandezas pero te dice tan grandes cosas que te sientes mejor que cuando te ofrecen mucho y te dan poco o recibes nada. Eso es lo que sus enemigos no quieren aceptar.
 
Juana.- Su humilde autoridad es un imán. Atrae a los pobres sin rechazar a los ricos y por eso a los ricos les molesta tanto que se rechazan ellos solos. No porque el Maestro piense mal de ellos sino porque ellos piensan mal del Maestro.
 
Magdalena.- Cierto es, Susana. Nuca hace sentir a nadie menos que a nadie y por eso los pobres le aman más que los ricos aunque existan excepciones como la de José de Arimatea y algunos que sí entienden sus palabras.
 
Juana.- Lo que es inevitable es que todos corren a escucharle. Atrae a las multitudes porque inspira confianza y todos los hombres y mujeres que le escuchan terminan por aprender mucho sobre sus vidas. Algunos lo reconocen porque son humildes pero los soberbios nunca le aceptan porque se ven descubiertos en su vanidad.  
 
Magadalena.- Crédulos e incrédulos todos dicen lo mismo: es diferente a los demás.
 
Juana.- Los aplausos que recibe no le envanecen pero las críticas no le acobardan. Es todo lo contrario a los mundanos que cuanto más se les aplaude más creen que se merecen ser aplaudidos y cuanto más se les crítica menos aceptan que están equivocados.
 
Magadalena.- ¿Y qué me decís de su lealtad?
 
Juana.- Yo nunca he visto a ningún otro maestro que sea tan leal con sus discípulos; porque aun sabiendo que a veces no son tan valientes nunca hecha en cara esos fallos sino que los ama más cuanto más débiles son. Lo he visto hacer y por eso lo creo. 
 
Magdalena.- Y su lealtad hacia el Dios Padre no tiene igual en toda la tierra.
 
Susana.- Un día, paseando entre campos de maíz, sus discípulos empezaron a comer espigas y los fariseos aprovecharon esa oportunidad para criticarlos por ser tan sencillos. ¿Sabéis lo que hizo Jesús? Se alzó para defenderlos y viendo la hipocresía de los fariseos les recordó que él era el Señor y sus discípulos elegidos nunca pasarían hambre mientras siguiesen a su lado. ¡Ya lo veis! ¡Hoy van a celebrar todo un banquete en esta lujosa casa de José de Arimatea! Eso es lo que no pueden soportar quienes creen que unos discípulos tan sencillos y humildes sean tan bien agasajados. Un hombre que es capaz de convertir las piedras en panes no entra en los cálculos de los que tanto se jactan de ser santos cuando sermonean en los templos.
 
Magdalena.- ¡Jesús de Nazaret es así de cercano y accesible! ¡Nunca rechaza a quien se le acerca y nunca hay que pedir permiso a nadie para estar a su lado!
 
Susana.- ¡Hasta deja que los leprosos toquen su cuerpo! ¡Eso es algo que jamás se ha visto en ningún sacerdote de los templos que los apartan de su lado como si fueran apestosos!
 
Juana.- Los niños juegan a su lado y él no sólo lo permite sino que pide a sus discípulos que dejen que los niños se acerquen a él. Cualquier santurrón fariseo ordena que los hagan callar y alejarlos de ellos. 
 
Magdalena.- Sus ojos siempre parecen decir: "venir a mí todos los necesitados y encontrarán cobijo y paz en sus almas". ¡Nunca jamás lo he visto en ninguno de los sacerdotes que tanto hablan de amor cuando predican pero que siempre impiden que los necesitados tengan refugio en ellos!  
 
Susana.- ¡Jesús de Nazaret siempre escucha y deja hablar a los demás antes de dar a conocer sus palabras! ¿A cuántos altos dignatarios y famosos oradores habéis visto hacer lo mismo?
 
Juana.- Yo no conozco a ningún otro.
 
Magdalena.- Por eso enseña a todos que cuando damos somos nobles y cuando compartimos recibimos gloria.
 
Susana.- Sabiendo él sanar, echar demonios y resucitar a los muertos ha proemtido que, una vez que ya no esté presente, quienes creen de verdad en él también serán capaces de hacer lo mismo.
 
Magdalena.- ¿Y el sentdio del humor? ¿Habéis visto y escuchado como dice que los hombres y las mujeres por igual tenemos derecho a reír y cómo hace reír a los demás? ¡Todo lo contrario de tanto sacerdote y maestro que creen que si ríen pierden autoridad y se muestran por eso más secos que los sarmientos de las viñas!  
 
Juana.- ¡Jajajajaja! ¿Y cómo engaña a sus enemigos? ¡Termina por desquiciarlos a todos ellos! ¿Cómo no le van a odiar si es capaz de sonreír en lugar de tomárselos en serio cuando sus enemigos se ofenden al ver sus sonrisas? 
 
Magdalena.- Viendo ese sentido del humor tan noble y sincero es por lo que yo creo que Dios creó a los hombres y mujeres sobre todo para reír aun en los momentos de los mayores apuros.
 
Susana.- ¡Cosa que se niegan a admitir tantos teólogos que creen que Dios siempre está serio y se toman tan a pecho la seriedad de Dios que no son capaces de sentir humor con los chistes!
 
Magdalena.- Por eso no hacen más que decir que Jesús de Nazaret no es un maestro digno de tener en cuenta aunque él siempre les rebate todas sus teoría y el pueblo humilde y sencillo ríe a todo placer cuando les deja en ridículo con dos o tres palabras nada más.
 
Susana.- Por eso les molesta tanto a esos santones tan serios ver cómo la multitud goza escuchando a Jesús.
 
Magadalena.- Sin duda alguna llego a la conclusión final de que Jesús de Nazaret es nuestor modelo para vivir mejor en la Tierra.
 
En ese momento Jesucristo y sus doce apóstoles entran en escena.
 
Jesucristo.- Parece que hay ganas y vamos a ganar pues todo ganador es ganado. Y ya se sabe que boca que no se abre bocado que se pierde y oveja que no bala hace que los ovispos acudan a picotear.
 
Magdalena.- ¡Jajajajaja!
 
SE BAJA EL TELÓN. 
FIN DEL SEGUNDO ACTO.
 
ACTO TERCERO
ESCENARIO.- Puerta de la tumba de Jesucristo. María Magdalena está llorando.
 
Voz de Dios.- María, hoy te invito a que te vistas de dolor. De ese dolor hondo. De ese dolor profundo. De ese dolor que se incrusta en el corazón como espina inmisericorde. De ese dolor que hace llorar a pecho descubierto. De ese dolor que te convierte en más mujer. Hoy te invito a que te vistas de dolor y salgas a la calle y llores como lloran las mujeres verdaderas. Sin que te importe, para nada, lo que digan de ti los que te ven llorar por las calles sin poder saber qué ocurre con tu corazón. Hoy te invito a ti, mujer, a que dejes la fiesta y te unas al dolor; a ese profundo dolor de los que no conocen el amor. Hoy te invito a que seas una perdedora de oficio, un ser abandonado, una mujer desolada. Te invito a que te vistas de un dolor sufriente y pruebes el amargo sabor de las lágrimas hasta que te puedan comprender.
 
Magdalena.- Señor, no me importa que todo el mundo me insulte o me vitupere o me rechace con odio diciendo de mí y de mi relación con Jesús de Nazaret toda clase de mentiras para rechazarme a mí pero sobre todo para denigrarle a Él.
 
Voz de Dios.- ¿Y qué sientes ante eso?
 
Magdalena.- Callar no puedo este alma que me vibra al compás de todos mis sentidos y el humano corazón hecho de experiencias hondas. Callar no puedo estas injusticias de hombres hambrientos de gloria y de poderes sin importarle quiénes caen ya abatidos, ya heridos o ya simplemente errantes por culpa de sus ansias y avaricias existenciales.
 
Voz de Dios.-  Preciosa búsqueda que va más allá de los sentidos. Preciosa sensibilidad hacia el encuentro diáfano que supera toda contingencia circunstancial. Búsqueda de búsquedas. Hallazgo de inquietudes. Y sobre todo energía positiva. Tus lágrimas regarán durante siglos las huertas de los humildes porque de ellos es el Reino de los Cielos.
 
Magdalena.- Lo que no sé, mi Dios Altísimo, es por qué tenemos que llorar mientras los poderosos viven sin preocuparse para nada de nuestro dolor.
 
Voz de Dios.-  Entre las sonrisas y las lágrimas, entre la alegría y el dolor, camina buscando siempre la verdad. No te detengas pensando que ellos no sienten nada por vosotros porque quienes son como gozaréis de una eternidad tan justa y placentera que se pondrán de dorrillas pidiéndoos perdón por el daño que os han hecho. Recuerda siempre quién es el Camino, quién es la Verdad y quién es la Vida.
 
Magdalena vuelve a llorar y, entran en escan dos ángeles vestidos de bñanco. Uno se siena a la cabecera y el otro a los pies de donde había estado el cadáver de Jesús.
 
Ángel Primero.- Mujer, ¿por qué lloras?
 
Magdalena.- Porque se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo han puesto.
 
Entra Jesús escena, María Magdalena se da media vuelta y se encuentra ante él pero no le reconoce y cree que es un hortelano.
 
Jesucristo.- ¿Por qué lloras, Mujer Y a quién estás buscando? 
 
Magdalena.- Señor, si usted se lo ha llevado dígame donde lo ha puesto y yo iré a recogerlo.
 
Jesucristo.- Esta vida se me cierra en este espacio de nostalgia que prende sus luces en el iris de mis ojos. Miro a tu rostro y veo que  tus lágrimas son algo así como el eterno designio de la necesidad. ¿Qué es la necesidad de una mujer que abraza la nostalgia como penúltima ocasión en esta forma de pasar por el mundo buscando el sueño para poder seguir la ruta de los necesitados? ¿Qué necesito yo para seguir alimentando a mi corazón de esperanzas cuando el mundo se me quiebra entre las manos? Sujeto mi alma con la férrea voluntad de conseguir alcanzar un objetivo, pero todavía no sé qué objetivo me espera cuando me encuentre con ese espacio abierto donde poder acariciar este rostro abundado por las lágrimas viajeras. Me pregunto a donde irán las lágrimas de quienes lloran por culpa del desamor. ¿Y qué es el desamor? ¿Qué es esta sensación de abandono en el cual se anegan las esperanzas de quienes sufren el acoso de la soledad?¡Privilegiados aquellos que nadan en las recompensas llenas de caricias! ¿Por qué llora un líder? ¿Por quiénes llora un líder? ¿Cuántas lágrimas tiene que derramar un líder para redimir las culpas ajenas? En mi equipaje sólo llevo infinitos y por los caminos de esta vida he llegado hasta la última frontera mientras observo el espacio mirando al cielo. Cuestión de corazones pequeñitos que lloran para decir que existen. Con mis años de evangelios observo la lluvia de mis lágrimas circulando como palomas con un solo mensaje: mirando al cielo se ve más clara la luz. Y envío el mensaje a los cuatro puntos cardinales y hacia el escondido lugar de los recuerdos. Otra historia. Solamente es otra historia llena de rosales nada más. Y es que la otra historia de un ser humano consiste en vivirla para poder comprenderla. Eso es quizás el porqué de que los demás no sepan para qué llora un líder. No cambies nunca, Magdalena, no cambies nunca. Posiblemente por eso no cambiar nunca consiste en seguir mirando al cielo llorando. ¿Y El País de los Desencantos? ¿Qué hacer en El País de los Desencantos? ¿Para qué sirve vivir en El País de los Desencantos? Debes saber que soy solamente de los desconsolados dentro de esta vida que nunca se detiene.
 
Magdalena se da cuenta de que no es normal que un simple hortelano sepa habñar de manera tan honda y profunda que supera a los que son considerados sabios. 
 
Magdalena (sorprendida).- ¿Cómo es esto de que un simple hortelano hable mejor que cualquier sabio de los que presumen de sus sabidurías?
 
Jesucristo.- Asumir. Esa es la función más significativa de nuestro caminar por la vida. Asumir lo que somos es lo más difícil de realizar o lo más fácil de llevar a cabo porque sólo depende de ser cómplices del olvido para nunca olvidar, ser cómplices de lo bailado para nunca dejar de bailar, ser cómplices de la verdad para nunca dejar de ser justos, ser cómplices de nuestras palabras para nunca dejar de ser fieles y ser cómplices del recuerdo para seguir adelante con las profundidades que habitan en nuestras almas. Caminar, olvidar, bailar, ajusticiar, fidelidad y profundidad… quizás con todas estas palabras seamos capaces de resumir lo que son nuestros días dentro de lo concéntrico de nuestras emociones. 
 
Magdalena (perpleja).- Sigo sin comprender cómo es que un hortelano sea más hondo y más profundo con sus palabras que cualquier sabio de la historia humana. 
 
Jesucristo.-  Noche profunda en las honduras del corazón. Más allá del límite de lo imposible enhebramos nuestros sentimientos en el congénito lugar de las milagrosas Transformaciones. 
 
Magdalena.- ¿Quién sois vos que con tanta autoridad creéis en la resurrección de los muertos?
 
Jesucristo.- ¡María!
 
María Magdalena se da cuenta, por fin, de que está hablando con Jesús de Nazaret resucitado.
 
Magdalena.- ¡Maestro! 
 
Magdalena se abraza con Jesucristo.
 
Jesucristo.- Ahora suéltame, porque todavía no he subido al Padre. Así que ve a decir a mis hermanos que subo a mi Padre y vuestro Padre, a mi Dios y vuestro Dios. 
 
Jesucristo sale de la escena seguido por los dos ángeles.
 
Magdalena (pensando en voz medido alta, de rodillas y tapándose el rostro con sus manos).-Los cinco claveles se han transformado en cinco violetas. Las cinco violetas se han transformado en cinco geranios. Los cinco geranios se han transformado en cinco rosas. Las cinco rosas se han transformado en cinco lilas. Y las cinco lilas se han transformado en una lina de 16 primaveras… mientras mis cinco sentidos se han transformado en un árbol de 18 años de edad.
 
María Magdalena retira las manos de su rostro. Se ha producido el milagro y ahora es una joven bella y hermosa de tan sólo 18 años de edad.
 
Magdalena.- ¡Gracias, Jesucristo! ¡Gracias por tu regalo! ¡Tú eres el Camino, Tú eres la Verdad y Tú eres la Vida! ¡Acepto con total humildad la milagrosa transformación que has hecho en mí cuerpo! Que la gente me crea o no me crea me es indiferente, que la gente me insulte o no me insulte me es indiferente y que la gente me acuse o no me acuse me es indiferente porque yo sólo creo en ti, Señor, creo en tí.
 
SE BAJA EL TELÓN.
FIN 
 
 
 

 
 
 



 
 

 
 
 
 
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Entremés teatral cristiano.

Palabras Clave: Literatura Prosa Teatro Entremés Narrativa Cultura Conocimiento Instrucciones Realidad Verdad Fe Cristianismo.

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Relatos



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José Orero De Julián

Y sólo a través de Jesucristo se puede llegar hasta el Dios Padre.
Responder
June 18, 2017
 

José Orero De Julián

Jesucristo es el Camino, Jesucristo es la Verdad y Jesucristo es la Vida.
Responder
June 18, 2017
 

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