Recortables a gogó (Diario)
Publicado en May 26, 2017
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De la segunda década de los años 50 del siglo XX tengo muy buenos recuerdos porque la falta de grandes juguetes la superábamos con "pequeñeces" que nos hacían felices. Antes del fútbol de chapas no sólo estaban los tebeos sino que una de las grandes aficiones que teníamos en nuestra casa de la calle madrileña de Alcalde Sáinz de Baranda, número 56, escalera iquierda y puerta 5-D, era aquella gran mezcla de recortables que, en forma generalizada, consistía en soldaditos para los niños y en muñecas con diversas prendas para las niñas. Me refiero a los recortables de papel. Ya en aquellas primerizas actividades lúdicas a Emilín le gustaba lo "violento" y por eso amaba sus recortables de legionarios y soldados "duros". Los tres pequeños teníamos mucha variabilidad y nos conformábamos, muchas veces, con ver cómo Emilín gozaba él solo a la hora de recortar con las tijeras mientras nosotros mirábamos su quehacer e Isabel se dedicaba a los recortables de niñas.
 
Pudiera ser que, de vez en cuando, a los tres pequeños (Maxi, Boni y yo) nos dejara Emilín recortar algún que otro soldado de marinería o vaquero del oeste pero a sus legionarios no los podíamos ni tocar. Le tiraba eso de la afición por la "violencia mental" así que en algunas ocasiones jugábamos a "pelear" con nuestros ejércitos de recortables pero con la ineludible condición de dejarnor ganar o se acababa el juego. Y como a nosotros tres nos importaba menos que un pimiento ganar o dejarnos perder pues nos dejábamos perder en las "peleas" de los recortables porque de esta manera nos asegurábamos seguir jugando. ¿Ganar? ¿Perder? Esos dos verbos no entraban en mi memoria. Mi único verbo era jugar. Y así fue cómo pasamos, rápidamente, al "enorme universo" que creamos, entre los cuatro, con el fútbol de chapas. Como estábamos acostumbrados a dejarnos ganar en las "peleas" de los recortables y de los juguetes de "indios y vaqueros" (que fue otra de nuestras grandes alternativas de juego siempre dejándonos ganar, por supuesto, para que no se enojase el Emilín o, dicho más claramente, el "ojito derecho de mamá") no tuvimos ninguna clase de dificultad en seguir haciendo el "paripé" para que Emilín ganara en el juego de fútbol de chapas con tal de que no pillase una pataleta tal como las del famoso "Rabietas" del tebeo "Mendoza Colt". 
 
A veces llegó José Angel, el hijo de los Merino, a jugar con sus recortables de soldados con los nuestros y recuerdo que, una tarde, era tanta la cantidad de recortables "a gogó" sobre la mesa del comedor que hasta tuvimos que aprovechar la mesa redonda pequeña y alguna que otra silla para dar cabida a todos ellos. Recortables a gogó y una moral "de hierro" para soportar todo aquel "trajín" que nos traíamos con eso del perder adrede no fuera que si ganábamos alguna vez se pusiese de "morros" el "ojito derecho de mamá". En realidad a mí no me importaba demasiado estar a un lado o al otro de la frontera entre "la verdad" y la frontera de "la mentira" porque estaba tan ilusionado con mis libritos de bolsillo de la colección de "Pulgas" que lo de los recortables sólo me servían para observar la distancia que había entre ser reaccionario o empezar a saber lo que era la democracia infantil. Y los mismo digo con los indios y vaqueros de goma. El caso era pasar la vida lo más soñador posible. Por eso pude tantas veces soñar. 
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Foto del autor José Orero De Julián
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Páginas de Diario personal.

Palabras Clave: Diario Memoria Recuerdos.

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Personales



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