Cuando la vida nos pone pruebas tan ingratas como lo es una tragedia, siempre nos preguntamos porque ocurrió y sin mediar, generalmente nos preocupa mas que nada establecer responsabilidades o culpables, y desviamos nuestros pasos del camino que realmente debieramos tomar, orientánodonos a prestar ayuda a los familiares de las víctimas y a quienes han resultado afectados por situaciones dolorosas. Debemos saber que siempre habrá alguien esperando por ayuda.
Me parece que con lo ocurrido en Antuco, no nos comportamos diferente a lo acostumbrado, si bien es cierto, nuestros primeros sentimientos fueron de pesar, tristeza y pena, luego nos unimos para en grupo transformarnos en expertos estrategas militares o especialistas de montaña, pero no para aportar en la busqueda de las víctimas, si no para poder apuntar sin equivocarnos al responsable de la tragedia, como si lo importante fuera eso y no el encontrar y reconocer a los caidos. Ellos no podían esperar. 
Cuando no somos aún adultos, pensamos o nos llevan a pensar que seremos "cuando grande". Pero no siempre la decisión es personal, alguien ha de influenciar nuestras respuestas para bien o para mal, apelando a la experiencia dicen. Me parece no fue el caso de gran parte, entre ellos Cristian, de quienes han sido denominados erroneamente "Héroes de Antuco" y no "Mártires", que sería mas real y verdadero respecto lo ocurrido, ellos serían soldados y así lo habían decidido y expresado el día que se presentaron en el Regimiento, quizás nunca pensaron como terminaria su aventura de hombres grandes.
Ninguno de nosotros, creo, ni siquiera hubiese imaginado o hubiese pensado que un día seríamos el centro de atención de este país llamado Chile por causa de una tragedia tan dolorosa y triste como lo fue la perdida de cuarenta y cuatro "niños-soldados" y un "hombre-soldado" que no pudo con la tristeza de dejarlos en medio de la montaña abandonados. Al fin y al cabo eran parte de "sus niños", estaban a su cuidado y debía protegerlos.
"Cuando empecé la caminata, ya tenía frío. La ventisca me calaba hasta los huesos, ya no caminaba, si hasta parecía volar. No pasó mucho tiempo para que la montaña borrara  mi rumbo. Me cubrió los ojos con un polvo blanco y frío, me transformé en un ser ciego y sin destino. Quería moverme, no pude, ese viento frío y extraño , desconocido para mi, me había atrapado entre sus garras y no me dejaría ir. Solo me encomendé a Dios, mi destino se estaba cumpliendo, yo elegí ser soldado y como tal he de morir, me dije.Ahora que veo a mis amigos y compañeros llorando mi partida, me gustaría decirles gracias, gracias por estar aquí conmigo acompañando a mi familia,... no puedo. Mi sueño ya es eterno,...Cristian Ch" 
 Al ir poco a poco recorriendo parte de esta mi tierra, en un bus que me llevaría lejos, observaba con tristeza los caminos de luz que habían construído las familias y amigos con velas para señalar que allí había o se esperaba a un soldado dormido. Cuanto les habría servido a esos muchachos haber tenido esa luz ante sus ojos cuando en la cordillera se encontraban desorientados.
"Hoy me siento triste al pensar como se sintió mi hijo al ver a su amigo sumido en el sueño eterno y yo no estuve con él para consolarlo, pero su madre lo hizo por ambos. También pasé un día por esa experiencia y se que no existirán palabras que puedan consolar el corazón o borrar del alma la pena".