LA PUTA QUE YO IMAGINɅ
Publicado en Apr 10, 2017
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Tenía largo tiempo de haber inventado a una mujer en uno de mis textos. En su infancia me la imaginaba jugando con niños de su edad todo el día fuera de su casa, escondiendo su sombría realidad como un niño por su forma de vestir, debido a la falta de amor paternal. La nombré ¨Magdalena¨ para que cargara todo el sufrimiento infortunado de esta vida. La había imaginado con una caballera negra, esponjada y rizada con destellos amarillos, quemados por el sol, cuerpo sucio, ojos hundidos debido a la desnutrición, vendiendo en las calles chicles para ayudar a su mamá.
Un día, sorpresa la mía, me la encontré parada enfrente de un semáforo, ofreciéndome su mercancía. Cuando dejó su piel de niña en mi ficción, le puse el sobrenombre de la ¨marimacha¨ porque sus codos no iban juntos al cuerpo, sino se despegaban de su cintura ya convexa en medio círculo al caminar. Disfrazada con calzones cortos y camiseta desgastada y corroída, que dejaba mostrar ya unos pequeños brotes de dos círculos negros sensuales, a los cuales se les culpaba ya, de la primera apetencia erótica de los niños del barrio. Ellos se masturbaban, imaginando esos dos hermosos pechos, rígidos y blancos, los cuales relucían mucho más por el color opuesto de su cuerpo canela, ya que todavía no eran alcanzado por los rayos del sol, ni la mordacidad libidinosa de su papá. En el texto, yo seguía esbozando su cuerpo desnudo con unos pechos en toda su cúspide que sobresalían monumentales de su cuerpo de mujer, acompañado por unas piernas largas, curvas perfectas y nalgas exquisitas y bien moldeadas. Ella no pedía nada a las mujeres retocadas y maquilladas de esas revistas, sólo para hombres, pues su figura perfecta expuesta al sol no necesitaba ningún retoque de “photoshop”.
En una ocasión, en donde no me encontraba soñando, sino cenando en un restaurante, vi asombrado de nuevo a mi ya crecida Magdalena¨ enfrente de mi mesa, comiendo los mejores manjares que ofrece el mar, embriagándose con sorbos de tragos largos de bebidas exóticas, como el padre vicioso y todo poderoso de mi cuento, que perdido en la influencia del alcohol, vio salir del baño a Magdalena envuelta en su toalla, parecido a un rollito de chocolate, y no midiendo la frontera de la dignidad moral la violó brutalmente, sujetándola fuertemente de las muñecas. Ella pataleó, defendiéndose hasta que su fuerza de voluntad fue sometida, para colmo la ato de las manos con un pañuelo de su mamá. Perdió la conciencia con los ojos abiertos, perdidos en el infinito, hasta que el color rojo entre sus piernas adormecidas y la humedad de sus lágrimas deslizándose sobre su rostro la volvió a la realidad, sólo por un instante, porque después de este acto salvaje anduvo mucho tiempo soñolienta, muerta en vida, semejante a un zombi sin olvidar jamás el aliento rancio, podrido y a la vez dulzón de su papá. Nunca más se le vio vendiendo chicles ni jugando con los niños. Por miedo a represarías, escondía su impotencia e incertidumbre todo el día en su cuarto. Cuando oía que la puerta de acceso de su casa se abría, tenía el temor de ser poseída nuevamente por el hijo de puta que decía era su padre. Se tapaba con su sábana de pie a cabeza, tendida sobre la cama, por el temor de ser violada nuevamente. Un poco menos del mes, después de ese atroz acto de violencia se le desprendía un línea de alegría en su boca al ver manchada de sangre su pantaleta.
Al no soportar que, el silencio fuera su cómplice, tuvo el valor de contarle a su mamá su aprensión, pero nunca supo, si ella le había creído, porque cubrió con el silencio la errónea discreción moral de la indignidad de esa impureza. Sintiéndose traicionada por su madre y con miedo ante la indecencia de su padre, huyó de su casa con su alma dudosa, caminando con su desamparo hacia la orilla de la gran bahía, y como su hermosa presencia no pasó desapercibida, su vulnerabilidad fue captaba por alguien, quien, inmediatamente, la abordó. Al otro día, con la resaca de su tristeza, se encontró en un cuarto compartido con varias chicas. Por fin pensó que estaba segura entre futuras amigas…
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Foto del autor Carlos Campos Serna
Textos Publicados: 361
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Descripción

Huy de su casa con su alma dudosa, caminando con su desamparo hacia la orilla de la gran baha, y como su hermosa presencia no pas desapercibida, su vulnerabilidad fue captaba por alguien, quien, inmediatamente, la abord. Al otro da, con la resaca de su tristeza, se encontr en un cuarto compartido con varias chicas. Por fin pens que estaba segura entre futuras amigas

Palabras Clave: abamdono madre inocencia amigas

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Personales


Creditos: Carlos Campos Serna

Derechos de Autor: Carlos CAmpos Serna


Comentarios (1)add comment
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GLORIA MONSALVE/ANDREA RESTREPO

Interesante historia carlos
un saludo
Responder
April 10, 2017
 

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