Mis primeros pelotazos (Diario)
Publicado en Mar 16, 2017
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Tenía yo solamente 12 años de edad cuando mis primeros pelotazos comenzaron a dejar huellas históricas, y por lo tanto inolvidables, en las paredes del patio de vecinos que servía como recreo para los chavales del ya desaparecido Colegio Lope de Rueda de Madrid. Los días de lluvia aquellas huellas quedaban grabadas como "a sangre y fuego" porque mis disparos comenzaban a entrar, como trallazos a lo "cañoncito pum" (entiéndase Ferenc Puskas) dentro del área formada por las rayas de tiza con las que pintábamos las porterías. Y los tipos "engallados" como Garzón, y sus secuaces "calzonazos", no hacían más que temblar (cuando ya Gimi no estaba presente) al verme controlar las pelotas en todas las direcciones y, sin decir ni pío, les arreaba unos "castañazos" que les hacía temblar todas sus dentaduras.
 
Era el comienzo de mi furia española a lo Belauste y compañía. Ya estaba yo muy bien entrenado a través de mis sueños infantiles y era la hora de ponerlos en práctica. ¿De dónde sacaba yo aquel arte balompédico que empezaba a compararse, por los bien entendidos, con el de César cuándo este jugaba en la Balompédica Leonesa? (consultar el azafrán "Cabeza Roja" por favor para saber de quién hablo) y cual César (y ahora me refiero a Julio) pasaba el Helesponto de la mitad del campo dirigiendo a toda mi cuadrilla invencible mientras los "garzones" comenzaban a convertirse en víctimas propiciatorias y a "rajarse" del todo? Mis primeros pelotazos ya nos los olvidarían jamás y como "tambores lejanos" les resonaban en sus mentes sin dejarles dormir debido a sus malas conciencias.
 
No sabían, los muy ignorantes que sólo se aprovechaban de los niños débiles de carácter y humildes de sentimientos, que toda aquella fuerza era natural y como producto del Cola Cao mientras ellos se "afeminaban" con las "tabletillas" de Nestlé. ¡Ni Nestlé ni leches en polvo! Una vez que los partidos habían comenzado ya no era cuestión de echarse hacia atrás y les comenzábamos por romper la moral con aquello tan famoso de "¡chaval toma Vitacal aprieta el culo y dale al pedal!" mientras les bombardeábamos gracias a las fuerzas provenientes del chocolate a la taza que nos preparaba mi abuela Rufina. Yo ya, a pesar de que sólo tenía 12 años de edad, sabía demasiado latín "macarrónico" y me había aprendido de memoria lo de "vini, vidi, vinci" ("vine, vi, vencí") de César (y sigo refiriéndome a Julio) para conseguir ligar con alguna que otra "cleopatra" asomada a las ventanas de aquel patio de vecinos inolvidable. Mi padre era de Caballería pero yo, sin dejar de ser todo un caballero, me estaba convirtiendo en un artillero y, a su vez, en un ingeniero de las estrategias. Los rivales caían como "peras maduras" y aquello ya era la "repera" hasta que, finalizado el curso, me tuve que marchar, sin volver para nada la vista atrás, hacia Altamira. Emilinano ("el escipión") no se enteraba de nada porque perdía el tiempo con los futbolines. 
 
Nota Aclaratoria.- 1 minuto (que para muchos es muy poco) y 60 segundos (que para muchos es demasiado) resulta que, en realidad, es lo mismo... lo que pasa es que muchos no se enteran de la misa ni la mitad...  
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Foto del autor José Orero De Julián
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Descripción

Páginas de Diario personal.

Palabras Clave: Diario Memoria Recuerdos.

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Personales



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