A mis 19 años de edad ya no sólo supero a Benito en cuando a lo de conocer mujeres en cantidad sino que le supero también, y esto sí que es muy importante a la hora de saber ligar, en cuanto a la calidad. A sus varillas (que ni me interesan poco o mucho porque no me interesan nada) le contrapongo yo mis chicas "guay" y la diferencia es tan abismal que Benito se queda rascándose el pitorro de su boina como intentando comprender en qué ha fallado para que un joven madrileño le haya superado ya tantísimo en cuanto a la cantidad y en cuanto a la calidad. Y es que olvida que mientras él vive entre riscos, peñas y pedruscos, yo moro y habito entre chavalas por todos los lados. Y olvida algo tan importante que si él nació en la ciudad encantada debe de ser que le ha tocado ser un "primavera" mientras yo nací en ciudad de conquistadores. Comparamos y queda por los suelos. Coparamos y muere de envidia. Comparamos y no entiende nada. ¿Cómo explicarle a quién no tiene dos dedos de inteligencia lo que es el Arte de Las Mujeres? ¿Cómo se puede intentar alcanzar la cima llevando siempre boina con pitorro para competir contra quien viste con la elegancia de la gran capital? Si él es líder de cabras yo soy líder de chavalas. O sea que la diferencia es abismal. Más y mejor, Benito, más y mejor toda la vida.
 
¿Habrá alguien más paleto que yo?. Eso se preguntaba Benito con las abarcas apretadas y atadas con cintas de esas de partirse de risa. La respuesta la hayó cuando se miró en las aguas del Huécar. Efectivamente. Había alguien más paleto que él y era él mismo viéndose a sí mismo. Las chavalas "guays" se partían de risa viéndole pasear, con la boca abierta como los pasmados, por la calle de Alcalá. Y es que Benito había entrado en Madrid pero Madrid no había entrado jamás en Benito. Dedicado a ir de feria en feria por ver si alguna varilla caía a cambio de pasta gansa en Madrid sólo hacía el ganso. Y para ser gallo de pelea un ganso no sirve. Así que reconvertido en pato cabreado se cabreó tanto que hasta las cabras húyeron de él porque sólo rumiaba su derrota lanzando pedradas "a sobaquillo" que es arte de persona de muy feas costumbres porque lo que consiste, en cuanto a las mujeres se refiere, no es dárselas de guapo siendo feo sino dejarse querer siendo guapo. La diferencia es abismal.