Ha nacido una estrella (Diario)
Publicado en Jan 30, 2017
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A mis 7 años de edad ya sabía yo mirar al cielo y observar las estrellas que bañaban mi rostro de luz a través de la humilde habitación que compartía con mis otros tres hermanos varones. A mis 7 años de edad ya estaba yo acostumbrado a tener que resolver mis sueños sin la ayuda de nadie excepto la de ese Jesús de Nazaret a quien tanto admiraba antes de quedarme profundamente dormido. Los otros dormían a pierna suelta casi dos horas antes que yo; pero mi yo era diferente. Mi yo se estaba forjando en el crisol de los líderes de opinión mientras las estrellas lucían cada vez con mayor intensidad. Algo estaba sucediendo, durante aquel extraordinario verano de 1956, al otro lado del mar. Estaba naciendo una estrella. Así que, en medio de la oscurdad de la habitación, me levanté silenciosamente para consultar el atlas que tanto me encantaba desentrañar. Quizás ya fuese un atlas real entre mis manos (como tantas veces lo tuve consultando sobre tierras lejanas) o quizás fuese un atlas de imaginación que muchas veces más me servía de rumbo para mis sueños. El caso es que lo consulté.
 
Me subí a una nube viajera en San Roque. Crucé por Zaruma, Milagro, Paccha, Cerro Azul, Buenavista y Pasaje. Al final de aquella celeste aventura, terminé por bajarme en Machala. Era la capital de El Oro y yo, como soy Orero, supe rápidamente que la estrella que habia nacido especialmente y solamente para mí, lo había hecho en aquella ciudad. Así que, siempre con las manos dentro de los bolsillos de mi pantalón, caminé comprendiendo que algo había alli para hacerme saber si era cierto o no era cierto. Siempre con mi fe indestructible descubrí algo importantísimo que fue la clave que me dio la respuesta positiva: ella acababa de nacer muy cerca de la Avenida de Las Palmeras de la ciudad de Machala y yo había nacido, siete años antes, muy cerca del Puente de Las Palmeras de la ciudad de Badajoz. Así que el símbolo de las palmeras era lo que me dio a entender que acababa de encontrar la respuesta exacta a aquella búsqueda; era el símbolo que nos unía a los dos hasta la eternidad.
 
Desperté. La habitación seguía en la penumbra; pero yo me asomé a la ventana de aquella humilde habitación y comprendí que ya tenía motivos suficientes para seguir soñando mis aventuras por la selva amazónica con mi Princesa como la principal estrella de todas las que tendría que conocer a lo largo de mi vida. No fue un sueño. Fue una realidad. Mi larga aventura continúa ya casado con Ella pero fue én el verano de 1956 cuando comenzó lo más fantástico de todas ellas. En efecto. Estoy hablando de "La niña de las estrellas" y de "Luz Celeste" y de muchas historias más. No son sueños. Nacieron de la imaginación pero forman parte de la realidad de mi existencia.
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Foto del autor José Orero De Julián
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Descripción

Páginas de Diario personal.

Palabras Clave: Diario Memoria Recuerdos.

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Personales



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