Viejo Metropolitano de Madrid (Diario)
Publicado en Jan 26, 2017
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Entrrenador: Barrios. Titulares: Pazos, Martín, Cobo, Verde, Hernández, Molina, Peiró, Escudero, Collar, Miguel y Agustín. Suplentes: Chércoles, Heriberto, Buendía, Méndez, Silva, Riquelme, Lorenzo, Collar II, Mújica, Souto, González, Callejo. Menéndez, Serrano, Barragán, Pantaleón, Atilio, Andreu, Coque, Rafa, Galbis, Tinte, Almagro y Rivilla.
 
Fue el Atlético de Madrid de la época en que un día mi padre me cogió or banda y me hizo que le acompañara a ver un partido de "su atleti" de alma al Viejo Metropolitano de  Madrid. Así fue cómo descubrí, por un lado, lo que era vivir la emoción de un partido de fútbol de Primera División en directo desde el mismo campo de jueto y aquello tan insólito de "el tendido de los sastres" de aquel lugar que quedó para siempre grabado en la mente nostágica de los "colchoneros". ¿Qué era "el tendido de los sastres del Viejo Metropolitano de Madrid?
 
Eran los aficionados que iban a ver el fútbol sin pagar la entrada, Y Mariano Perla lo describe así: "La afición futbolística está dividida en clases. En estas clases, la pasión deportiva, el entusiasmo, suele estar en razón inversa del precio de la localidad ocupada. El señor de delantera de tribuna no es capaz de hacer grandes sacrificios para asistir al fútbol. Los ciudadanos de la general, sí. Y los del «tendido de los sastres», mucho más. Porque ustedes conocen el «tendido de los sastres», naturalmente. Lo conocen tan bien que no serán capaces de forzar mi ingenio hasta intentar describir la «localidad» más popular de los campos de juego. Ustedes, los días de partido grande, entre chut y chut, han mirado al tendido en cuestión y exclamado invariablemente: -¡Qué barbaridad! ¡Qué lleno! Hasta el «tendido de los sastres» está repleto de gente. ¿Ha visto usted, don Fruela? Y don Fruela, después de examinar a la ligera los pequeñitos espectadores del último plano, no tiene otro remedio que afirmar. Dentro del «tendido» hay también clases. ¿Dónde no las hay? Constituyen una, y muy numerosa, los que se resignan a ocupar un montículo que ofrece grandes perspectivas. Entre ellos hemos presenciado cuarenta y cinco minutos del «match» Atleti-Sevilla. Con uno de los héroes hemos conversado en estos términos:
 
-¿Usted viene todos los domingos al fútbol? -Aquí, no. Un domingo sí y otro no. Sonríe; luego, añade: -Los restantes voy a Chamartín. Pero aquello está peor. Esto, si no fuera por los guardias civiles... No se puede uno acercar mucho, ¿sabe? Y es cierto.
 
El fútbol se ve mas la imagen tiene un diámetro tan mezquino que, ¡asómbrense!, parece que está dentro del campo. Y conste que fuera no hay columnas, ni hubo jamás carreras de galgos. Lo interesante es, sin embargo, la obstinada paciencia de esos espectadores sin dinero, que siguen apasionadamente las incidencias de los partidos, aun sin poder ver en su mayor parte sino un solo pedazo del rectángulo. Mi interlocutor ha aclarado así este extremo: -Los buenos puestos, que existen, están muy solicitados.
 
Hay quien viene a las diez de la mañana. Otra localidad magnífica: los árboles. En torno al Stadium hay una serie de ellos que deben odiar al Atleti. Cada domingo de partido tienen un moro en la copa. Entre dos «alpinistas» hemos sorprendido este diálogo inefable:
 
-Oye, tú: ¿ha sido «goal»? -¡Sí, hombre! Del Atleti. ¿No te has «dao» cuenta? -Si no veo más que medio campo... -Ni yo. Pero me doy cuenta por el ruido. (...)
 
Los chóferes modestos, los «que no entran», los que vociferan al final del partido, rumbo a la Puerta del Sol, tienen grandes facilidades al aprovechar el techo de sus respectivos vehículos. El lugar es tan sugestivo que también se compra. (...).  Hay también otro sistema de fútbol barato. Quizá el más inmoral. Lo aprovechan los chicos y es la desesperación de acomodadores, guardias y restantes «mercenarios» de los clubs: la «coladura», el encaje. El «enchufe», ¡vaya! Uno de los profesionales de la difícil habilidad nos refiere con detalle los trucos.
 
-Hay varios sistemas. El mejor suele ser (...) «entrar por la cara». Usted se pone entre varias personas de los que llevan billete y cuando se quiere dar cuenta el portero ya está dentro. Depende nada más de la finura en la huida dentro del campo. (...). El (...) compañero del «enchufista» añade: -También hay quien se cuela a base de salto. Tampoco es mala cosa. Tiene más riesgos, claro está.
 
En Chamartín es preciso dar un salto enorme y, además, hay vidrios en los alto de la tapia. Para esto, los mejores campos son el de Vallecas y el del Nacional. El Parral es pan comido. Un empujoncillo y adentro. Yo no me explico como hay tantos «primos» que se «sacuden»... (...) Hemos presenciado, por ejemplo, un gracioso pugilato entre dos ciudadanos que se disputaban una especie de asiento en lo alto de un poste de conducción de energía eléctrica. (...) Asimismo, es conocido el caso del aficionado que se traslada (...) con su escalera o con su silla. Y quien alquila una u otra o ambas cosas a la vez (...).

 
Y cierro mi Diario con una sonrisa seguida de una carcajada inmensa. ¡¡¡Jajajajaja!!! 
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Foto del autor José Orero De Julián
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