Píldoras para ser auténtico (Filosofía) -74-
Publicado en Nov 30, 2016
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74.- Por qué Ratzinger no es fundamentalista.
 
Benedicto XVI, de nombre secular Joeph Aloisius Ratzinger (Marktl am Inn, Baviera, Alemania, 16 de abril de 1927), fue el papa número 265 de la Iglesia católica y séptimo soberano de la Ciudad del Vaticano. Resultó elegido el 19 de abril de 2005 tras el fallecimiento de Juan Pablo II, por los cardenales que votaron en el cónclave. Renunció al papado en 2013. En sus ocho años de papado, Benedicto XVI tuvo que enfrentarse a los numerosos casos de pederastia dentro de la Iglesia, la recurrente pérdida de fieles y la corrupción eclesiástica así como haber sido reconocido como la principal fuerza intelectual de la Iglesia, aun antes de su papado. El 28 de febrero de 2013 renunció al solio y asumió el título de papa emérito, con la intención de dedicarse a la oración y el retiro espiritual. Su renuncia fue anunciada por él mismo días antes, el 11 de febrero, y es una decisión excepcional en la historia de la Iglesia, ya que, si bien el sumo pontífice dimisionario más próximo fue Gregorio XII (1415), el precedente de Celestino V (1294) es el único del que puede asegurarse que fue de forma libre y voluntaria. Tras su abdicación pontificia, se celebró el cónclave del que resultó electo papa Jorge Bergoglio, que tomó el nombre de Francisco. ¿Qué sucedió en el mundo católico para que Benedicto XVI  renunciara y pasara a ser, de nuevo, solamente Ratzinger?
 
Se ha especulado mucho sobre esta decisión de Ratzinger pero destaco una que está firmada por Mark Dowd, periodista de la BBC y Radio 4 y fue publicada el 28 de noviembre del año 2013 después de Jesucristo: "En febrero de este año, Benedicto XVI sorprendió al mundo cuando se convirtió en el primer Papa en renunciar al pontificado de la Iglesia Católica en casi 600 años. Pero la atención se dirigió rápidamente hacia la sucesión y el nombramiento de un nuevo pontífice. En medio de este drama, una pregunta nunca fue totalmente respondida: ¿por qué renunció Benedicto? La respuesta oficial de Joseph Ratzinger ofrece como explicación el declive de sus capacidades físicas y mentales, pero ha persistido la sospecha de que había otras razones. Mis indagaciones han confirmado estas sospechas.
 
Comencé mi investigación visitando al cardenal nigeriano Francis Arinze en su apartamento ubicado en la vecindad de San Pedro. Él es una de las principales figuras de la Iglesia y conoce el Vaticano como la palma de su mano. Arinze fue incluso mencionado en marzo como uno de los posibles sucesores del papa que había dimitido y fue parte de la selecta comitiva que escuchó personalmente la noticia de la boca de Benedicto en el Palacio Apostólico.
Le pregunté sobre los escándalos que antecedieron la sorpresiva decisión del Papa, en particular el tema de los "Vatileaks" que protagonizó el mayordomo del pontífice, Paolo Gabriele, al filtrar documentos confidenciales que exponían las luchas de poder dentro de la Iglesia. ¿Pudo haber sido ése un factor detrás de la renuncia? Su renuncia fue inesperada.
"Es legítimo que cualquiera especule y diga 'quizás', porque algunos de esos documentos fueron sacados secretamente. Pudo haber sido una de las razones. Tal vez estaba muy afectado por el hecho de que su propio mayordomo filtrara tantas cartas que un periodista tuvo material suficiente para escribir un libro. "No creo que haya sido eso lo que ocurrió", me dijo el cardenal. En el Vaticano, los miembros más jóvenes y ambiciosos de la Iglesia suelen recibir un consejo: "Escucha mucho, observa todo y no digas nada". El hecho de que una figura tan importante se permita esencialmente un desvío de la línea oficial es significativo.
 
Pasaron siglos antes de que dos papas convivieran en el Vaticano. Básicamente, el papa Benedicto XVI fue un papa maestro, un teólogo y un intelectual. "Para él, solo que lo mandaran a una semana de entrenamiento de habilidades gerenciales sería un infierno", me dijo una persona del interior del Vaticano. Su mala fortuna fue acceder al papado en un momento en que existía un vacío de poder, en el que un número de mandos medios de la curia romana -los funcionarios de la Iglesia- se había convertido en "pequeños Borgias", como explicó otro clérigo. Pero no es sólo mi palabra, esta evaluación viene de la fuente más importante, el actual líder de la Iglesia. Y el papa Francisco no suele ser tímido con sus palabras. "La corte es el leprosario del papado", ha dicho el sucesor de Benedicto. Él ha descrito a la curia como "narcisista" y "autoreferencial". Con eso tenía que lidiar Joseph Ratzinger.
 
Desde los últimos años del pontificado de Juan Pablo II, el corazón de la sede eclesiástica ha estado dominado por camarillas enfrentadas. Eso es lo que quiso exponer, según sus propias palabras, Paolo Gabriele cuando fotocopió y filtró todos esos documentos. Pero el exmayordomo también dijo que su relación con el papa Benedicto era como la de "un padre y su hijo". Entonces, ¿por qué actuó de una forma que iba a avergonzar inevitablemente a alguien tan cercano a él?
 
"Después de haber examinado ante Dios reiteradamente mi conciencia, he llegado a la certeza de que mis fuerzas, debido a mi avanzada edad, no se adecúan por más tiempo al ejercicio de mi Ministerio Benedicto XVI". Él manifestó que había visto muchas cosas horribles dentro del Vaticano y que, en determinado momento, no pudo soportarlo más", afirmó su abogada, Cristiana Arru, mientras movía las cuentas de su rosario y brindaba su segunda entrevista pública desde el escándalo. "Y él buscó una salida. Según sus palabras, él había visto muchas mentiras y pensaba que el Papa había sido ignorado en temas clave", añadió Arru. Gabriele fue encontrado culpable de "robo agravado" y pasó tres meses en custodia hasta que fue perdonado por el Papa. Pero eso no fue el final. El líder de la Iglesia comisionó una investigación para saber todo lo ocurrido alrededor de este tema. Tres cardenales produjeron un informe de 300 páginas. Supuestamente iba a permanecer bajo llave pero un diario italiano dijo que había sido informado de sus principales contenidos. ¿El resultado? Más filtraciones embarazosas, esta vez con rumores sobre una red de sacerdotes homosexuales que ejercían "una influencia inapropiada" dentro del Vaticano.
 
Los dolores de cabeza siguieron afectando al Papa alemán. En el ambiente periodístico se suele decir que "hay que seguir al dinero" para saber qué está ocurriendo realmente, y esto se aplica también al Vaticano. Durante años, manejos económicos implicaban que el Vaticano terminara pagando tasas mucho más altas que las del mercado. Cuando un informante trató de reformar el sistema, funcionarios en la corte papal convencieron al desafortunado Benedicto XVI de promoverlo a un cargo a casi 6.500 kilómetros de Roma. Absurdos similares ocurrieron en el Banco del Vaticano, por años una fuente de titulares de diarios poco beneficiosos para la Iglesia Católica. Fue creado para ayudar a las órdenes religiosas y agilizar la transferencia de dinero más que necesitado en regiones lejanas del planeta. Pero cuando una cuantiosa proporción de transacciones se realizan en efectivo y terminan en zonas inestables del globo, no es necesario ser un genio para ver qué puede estar saliendo mal. Los manejos económicos del Vaticano fueron un dolor de cabeza para Benedicto. Parece que funcionarios del banco tomaban decisiones clave sin informar constantemente al Papa. Cuando el directorio expulsó a su presidente reformista, Ettore Gotti Tedeschi (convenientemente el mismo día que la historia del arresto de Gabriele saturaba la cobertura noticiosa), el Papa no lo supo hasta que fue muy tarde. Según las palabras de su secretario privado, Benedicto XVI estaba "muy sorprendido". Gotti Tedeschi era un miembro del Opus Dei y se creía que era muy cercano al Papa, pero al final esto no lo ayudó. ¿Fue todo esto demasiado para un anciano pontífice?".
 
Examinemos las precisas palabras del vocero de prensa del pontífice, padre Federico Lombardi: "La Iglesia necesitaba alguien con mayor energía física y espiritual que pudiera enfrentar los problemas y desafíos de gobernar la Iglesia en este cambiante mundo moderno". Quizás esto es lo más cerca que usted estará de escuchar de la boca de un alto funcionario eclesiástico que la Iglesia se había vuelto ingobernable y necesitaba alguien más en el timón para poner fin al deterioro. Esta es una Iglesia que ahora tiene la enorme oportunidad de seguir adelante y enfrentar los desafíos del siglo XXI. Muchas veces visto como remoto, su liderazgo ahora busca escuchar las opiniones de los católicos en temas controvertidos como métodos anticonceptivos y matrimonio homosexual. La reforma vino tras el escándalo. Esto no pasa desapercibido para el cardenal Arinze."Lo que uno debe recordar es que Dios suele escribir recto en líneas torcidas". Una frase escrita en Internet por una señora o señorita llamada Alicia me da una línea firme para pensar en este asunto. Ella dice que tanto el tiempo de Dios como sus planes son distintos al tiempo y a los planes del hombre, porque los designios del Señor son incomprensibles para la mente humana. De allí la frase popular: "Dios escribe recto sobre líneas torcidas". Es decir, lo que para el hombre parece equivocado para Dios no lo es. ¿Y por qué no escuchar las conciencias humanas pera descubrir verdades que de tanto que se quieren encubrir terminan por hacerlas saltar en pedazos?
 
Osvaldo Bayer, desde Bonn (Alemania) escribió lo siguente: "El Papa. El gran tema de los últimos días. Se siguen discutiendo las causas de su renuncia. La única explicación es: no tenía otra salida. Los problemas de la Iglesia Católica son innumerables. Y para sanear toda esa antigua estructura de siglos, la única forma de seguir adelante era una sola: cambiar todo. Y para el papa Ratzinger, eso era imposible. El es un ultraconservador nato. La crisis del catolicismo en su propio país, Alemania, es tan grande en la actualidad que para buscar una solución debían aplicarse medidas que iban contra su pensamiento y filosofía de siempre. Repetimos, Ratzinger es un ultraconservador y no podía ahora ir contra esos principios de toda la vida. Y, justamente, los cardenales italianos conservadores lo eligieron Papa a él porque creían que, con sus pensamientos teóricos, el alemán iba a vencer todas las ofensivas de la izquierda católica. Más, con la crisis que está viviendo el catolicismo alemán en estos momentos se hacen necesarias ya mismo medidas de cambio fundamentales. Pero no, el camino de Ratzinger era: ante los problemas, rezar, pedir al Señor su benevolencia, pero seguir el mismo camino. Aunque finalmente, no vio salidas. Tenía que jugarse. Tenía que tomar verdaderamente el poder y modernizar la Iglesia desde sus bases. Más, a su edad y con el cardenalato conservador que lo rodeaba, era imposible. E hizo lo impensado para un Papa; renunció. Y aquí no se equivocó. Deja el caos que no pudo ni quiso sanear desde la base. Y les deja el cadáver a los que vienen. La realidad lo dice: no hay otro camino para la Iglesia Católica actual que modernizarse. Avanzar, acompañar a los que luchan por un mundo sin violencias, injusticias ni guerras. Empezar, para ello, con su organización interna.
 
Terminar, por ejemplo, con la irracionalidad de la exigencia de la castidad para sus sacerdotes. El amor debe ser el sentimiento fundamental de la vida del ser humano. Acabar con el mito de que sólo los hombres pueden ser los representantes de Dios en la Tierra. Por ejemplo, antes, a las mujeres no se les permitía participar en la vida política. Ahora, sí. Y han demostrado que hasta pueden ser mejores que los hombres. Aquí, en Alemania, ha quedado demostrado que la actual primera ministra, Angela Merkel, es la mejor gobernante que ha tenido Alemania en ese cargo, desde los tiempos de Adenauer. Lástima que sea conservadora, opinan muchos. Y el tercer cambio -entre otros muchos- sería acabar con esas representaciones un tanto fuera de época, con esos disfraces y bonetes cada vez más grandes y esas sotanas que les cubren el cuerpo. Y que sigan el ejemplo de esos curas obreros que vestían como trabajadores comunes, con total sencillez y ninguna pompa. Además, acabar con esos rezos y exclamaciones tan teatrales e irracionales como aquella de "Dios, ten piedad de nosotros" o "Dios, en su infinita bondad". Porque entonces habría que preguntarse: ¿por qué Dios, en su infinita bondad, permite las guerras y la muerte por hambre de miles de niños en el mundo? No, la Iglesia Católica debe alejarse definitivamente del camino actual. El único futuro de progreso y triunfo sería que tome el camino de aquellos obispos como Angelelli y De Nevares (a quienes conocí mucho y conversé largo con ellos) que dedicaron sus vidas a un verdadero apostolado: luchar desde las bases contra las injusticias sociales. Para que todos tengan trabajo y techo dignos y se acaben las injustas diferencias sociales, los conflictos, las guerras. Es decir, las verdaderas diferencias de total injusticia e irracionalismo que vive actualmente y ha vivido siempre el ser humano. Disminuir lo injusto de todos los días. Ir a las verdaderas enseñanzas de Cristo Jesús, que era un hombre cualquiera pero con los ideales justos y no el hijo de algún Dios y menos de una virgen. (Esto, lo de la virginidad de María, es un insulto al acto de procreación, una de las cosas más hermosas y apreciadas de la vida, siempre que se haga por amor y no por violencia.
 
Basta a eso de arrodillarse y rezar, no. Hablar en voz alta y denunciar las injusticia de la sociedad. Todo queda demostrado con este hecho cierto e indiscutible: mientras un alemán fue Papa, dejaron de pertenecer a la religión católica miles de alemanes. Y esto se debe precisamente al haberse comprobado los miles de casos de abuso sexual de niños en las escuelas católicas por parte de sacerdotes y "hermanos". No sólo aquí, sino también en Estados Unidos, Canadá y otros países con esa religión. Hechos que fueron reconocidos por las propias iglesias locales. Además, se sumó, en este país, la negativa de dos hospitales católicos de atender a una mujer violada que había solicitado "la píldora del día después" para impedir un posible embarazo. El motivo de la negativa fue "que un hospital católico se niega a apoyar toda clase de abortos". El escándalo fue tan grande que tuvo que salir al paso el cardenal de Colonia, Meissner, a declarar que "la negativa había sido un error" y que a partir de ahora se iba a atender a toda mujer violada y, en el caso de comprobarse la violación, se le suministraría la citada píldora. Pero igual, este paso atrás no alivió en nada la indignación de todos los sectores de la sociedad alemana. El cardenal Meissner y otros obispos alemanes salieron entonces a declarar que en Alemania se había preparado una campaña anticatólica que se igualaba al pogrom de la Alemania nazi contra los judíos. Esto agravó más la situación. La reacción fue peor. No se trata de lo mismo. Se considera un deber para la sociedad terminar con los delitos contra la infancia y dar ayuda a la mujer violada. El mismo papa Ratzinger, durante su mandato, fue observando y censurando esos inexplicables casos de pederastia. Y en algunos de sus últimos sermones, insinuó que era necesario debatir el tema y buscar una solución: asumió que la Iglesia, en su futuro, debía adoptar reformas. Aquí se veía que estaba abandonando su posición ultraconservadora. Él, que siendo obispo estuvo contra la Teología de la Liberación. Pero luego, en su pontificado, parece que fue aprendiendo la lección.
 
La Iglesia Católica necesita una total renovación, así no tiene futuro. Ojalá que el próximo Papa comprenda la nueva época que se abre y haga lo que dejó de hacer o no pudo hacer el papa Benedicto. Pero, claro, siguen estando en el poder inmediato los cardenales ultraconservadores. La masa mundial de católicos que quiera un verdadero cristianismo deberá moverse ya mismo y hacer conocer los cambios necesarios. No dar curso a la elección de un Papa elitista sino a la de uno de los tantos teólogos progresistas que fueron surgiendo en las últimas épocas. Sin ellos, no hay futuro para el catolicismo. Que Ratzinger sea la última experiencia del intento de conservar un sistema que se ha quedado en el tiempo. Acercarse a la Teología de la Liberación significaría un paso adelante, una actitud positiva para esa religión y para el progreso del mundo. Volver a las raíces. Seguir el ejemplo de tantos mártires que dieron su vida por un sentimiento que proclamaba la solidaridad, la convivencia de los seres humanos y la mano abierta como única fórmula de llevar adelante el pensamiento de Jesús, para un mundo de paz y sin injusticias".
 
Esto sí que se acerca mucho más a la realidad vivida durante tantos siglos y que hizo que, al final de todos sus descubrimientos, Ratzinger renunciara a seguir siendo un fundamentalista religioso para dedicarse a se un cristiano nada más. Un cristiano que, en su renuncia al fundamentalismo, prendió la mecha a muchos barriles de petróleo que estuvieron y siguen estando a punto de explotar si el verdadero cristianismo (el que predicaron los primeros seguidores de Jesús de Nazaret) no vuelve a imponerse como la única razón que tenemos los verdaderos cristianos y las cristianas verdaderas que es estar en esta vida "venciendo pero convenciendo". Y esta es una frase progresista totalmente exenta de ninguna clase de fundamentalismo. Vencer a todos los demás pero convenciéndoles (y no imponiéndoles) que la Verdad de Jesucristo (además de ser el Camino y la Vida) es la única Verdad que nos libera del pecado y nos hace amar al resto de los seres humanos para regalarnos toda la Eternidad
 
Nos adentramos en el sentimiento del qué pasará después de todo. ¿Al final nos reencontraremos con nuestra propia indisolubilidad de pertenencia a un Todo? ¿O sólo seremos disipación en el etéreo ocaso de la existencia? Por Fe prefiero elegir el sentido que le da a la vida un pescador sencillo. Porque creo que, después de todo, después de haber embarcado en las naves de los pensadores más renombrados de la Historia, es en el pensamiento de los hombres humildes donde está la mayor esperanza de vida completa.
 
 
 
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Filosofía

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