Píldoras para ser auténtico (Filosofía) -72-
Publicado en Nov 30, 2016
Prev
Next
72.-La ética de la cola.
 
Me llega la oportunidad de expresarlo con un relato y lo voy a hacer ya que, pensando en la ética de la cola, se me viene a la memoria "El chico de la fila de atrás". Leed la sinopsis, ls story line y el argumentoy sabréis cuánto de ética cristiana contiene.
 
Sinopsis.- Sara Montesa, de 55 años de edad (mujer de un empresario cinematográfico italiano llamado Luigi Alberto Antognioni de también 55 años de edad), que se las da de muy culta e inteligente, intenta ligar y conquistar a Juan Manuel Fernández, un chaval de tan sólo 17 años de edad, que está interesado en poder conseguir aprobar las oposiciones a Correos de España y que vive en el humilde barrio de Lavapiés. El padre de Juan Manuel Fernández, don Rafael Fernández, de 45 años de edad, peón de albañil, y la madre Joaquina Sabina Fernández, que trabaja de vendedora de trapos en El Rastro madrileño y, por las noches, como camarera de un club de alterne, para poder sacar a la familia adelante, no saben qué hacer para sacar a su hijo de aquel laberinto en el que se ve envuelto. Será la intervención de Pepe Julián, un compañero de estudios de Juan Manuel Fernández, de también 17 años de edad, quien intente resolver el asunto.
 
Story Line.- Una mujer bastante madurita y entrada en carnes, llamada Sara Montesa, a sus 55 años de edad y que siempre engaña a su esposo Luigi Alberto Antognioni, de 55 años también, (que es uno de los más famosos empresarios cinematográficos del mundo y que acaba de aceptar un guión de un escritor desconocido, llamado Julio César Altamira), está intentando atrapar en sus redes amorosas a un joven estudiante del barrio de Lavapiés, Juan Manuel Fernández, que está entregado a la ardua labor de aprobar las oposiciones a Correos de España y que resulta ser un chico muy tímido a la hora de hablar con las mujeres ya que sólo tiene 17 años de edad. El padre de éste, llamado Rafael Fernández es un peón de albañil de 45 años de edad, cuyo sueldo es tan escaso que es necesario que la madre, una joven de 38 años de edad, llamada Joaquina Sabina Fernández, de origen colombiana pero nacionalizada española, además de trabajar como vendedora de trapos en El Rastro madrileño tenga que hacerlo también como camarera de un club de alterne por las noches, no sabe qué hacer para sacar a su hijo de aquel embrollo y se lo comenta a la esposa a ver si ella puede conseguir encontrar la solución. Es entonces cuando Joaquina Sabina Fernández se acuerda de un joven compañero de estudios de su hijo Juan Manuel Fernández, que también tiene 17 años de edad, muy introvertido y reservado, llamado Pepe Julián, que es muy listo en el asunto de tratar con las mujeres y se pone en contacto con él por ver si puede solucionar el conflicto. Pepe Julián, que siempre se sienta en la última fila de los autobuses porque así desarrolla sus capacidades de observación sobre los seres humanos, acepta la petición de la madre para ayudar a su compañero de estudios y entre Joaquina Sabina Fernández y Pepe Julián traman una estrategia que quizás pueda ser la solución.
 
Argumento.- Un señora millonaria nacida en tierras manchegas, que se llama Sara Montesa de 55 años, cuya fortuna la ha conseguido al casarse con un hombre nacido en Génova, Italia, de también 55 años de edad que es un magnate mundial en el mundo de la cinematografía, llamado Luigi Alberto Antognioni que se encuentra en estos momentos muy interesados en llevar al cine un guión presentado por un desconocido extremeño que vive en Madrid desde muy niño, llamado Julio César Altamira, de 20 años de edad, que se titula "El chico de la fila de atrás". La Montesa, que siempre alardea de ser una mujer muy culta cuando en realidad sabe sólo un poco de Geografía nada más, debido a los numerosos viajes que hace con la alta sociedad madrileña en donde ha sido introducida por su esposo, afincado en Madrid desde que tenía 22 años de edad, tiene la costumbre de engañar a éste con jovencitos de muy poca edad, todos menores de 20 años, porque en el fondo le odia a su esposo Luigi Alberto Antognioni debido a que éste sí posee una gran cultura general. Ese afán de engañarle ligando con jóvenes menores de 20 años de edad ha hecho que Saras Montesa haya recurrido a decenas de operaciones estéticas para aparentar 25 años de edad (aunque se ve, fácilmente, a través de muchos defectos, lo madura que es ya, lo cual tapa con numerosos ardides artificiales en forma de vestidos y objetos de adorno), ha hecho que se fije en un jovencito de 17 años de edad, llamado Juan Manuel Fernández Fernández, que vive en la calle de Lavapiés, del barrio del mismo nombre, y que está intentando en esforzarse por aprobar las oposiciones a Correos de España. Sara Montesa de Antognioni ha conocido al joven Juan Manuel Fernández Fernández, de tan sólo 17 años de edad y al que le encantan las mujeres gordas, en una Exposición de Pintura de obras del famoso Rubens, arte que entusiasma al citado joven, celebrada en el Museo de Arte Reina Sofía. El joven queda atrapado por las taimadas intenciones de la obesa Sara Montesa de Antognioni y ahora está a punto de dejar de estudiar. El padre de Juan Manuel Fernández Fernández, de nombre Rafael Fernández, de 45 años de edad, trabaja de peón de albañil en la empresa Urbis S.A. de Madrid, pero su salario es tan escaso que para poder llegar a final de mes, su esposa Joaquina Sabina Fernández, madre de Juan Manuel Fernández Fernández, colombiana de nacimiento pero española desde que se casó con Rafael Fernández, trabaja como vendedora de trapos en El Rastro de Madrid y como el sueldo de ambos no llega todavía para subsistir hasta fin de mes, debido a su extraodinaria belleza aunque tiene ya 38 años de edad, es aceptada como camarera en un pub de alterne del Barrio de La Ciudad de los Ángeles, en las afueras de Madrid y de nombre "Las Tigresas". El padre y la madre de Juan Mauel Fernández Fernández, descubren la trampa amorosa que le está tendiendo la millonaria Sara Montesa de Antognioni y se desesperan porque no saben cómo ayudar a su hijo a salir de tal problema y se dedique sólo a los estudios. Es entonces cuando ella, la madre de Juan Manuel Fernández Fernández, recuerda a un compañero de estudios de su hijo, también de 17 años de edad, que a pesar de ser muy introvertido y reservado, sabe manejarse perfectamente con todo tipo de mujeres como ha podido comprender en una tarde en que su hijo le invitó a comer a casa. Desde entonces Joaquina Sabina Fernández le tiene mucho cariño a Pepe Julián, que es como se llama este joven, y sabe que siempre se sienta en los asientos de atrás de los autobuses para aprender a observar a los seres humanos y sus diversas reacciones. La madre Joaquina Sabina Fernández sabe que Pepe Julián es capaz de poder conseguir sacar a su hijo de las trampas tendidas por Sara Montesa de Montagnioni, le llama por teléfono tras haberlo visto apuntado en la agenda de su hijo y le invita a comer nuevamente a su casa. Allí, sin que nadie más lo sepa, Pepe Julián, con la ayuda de Joaquina Sabina Fernández, cominza a planear una hábil estratagema con la que está seguro de poder sacar del embrollo a Juan Mnauel Fernández Fernández. El asunto depende de si la estragema urdida por los dos tiene éxito o fracasa.
 
Buena la intriga. Bien ese final. Perfecto el mensaje. Un aplauso. La ética de quienes solemos sentarnos en la fila de atrás es la que nos permite mostrar la suficiente inteligencia para decir que somos autores de conductas propias y no imitadores de conductas ajenas. Si en el año 2010 después de Jesucristo fui capaz de demostrarlo con "El chico de la fila de atrás", está todavía más claro que, superando a cualquier plagiador, soy capaz de seguir manteniendo mi ética de autor en el año que viene. Así que escribir de nuevo "El chico de la fila de atrás" (original relato de mi propia imaginación) no supone otra cosa sino aumentar más la imaginación para hacer mejor la intriga, para mejorar mucho más el final y para transmitir el mismo mensaje pero de manera más perfecta. Todo en honor de esa ética de la cola que siempre me dignificó ante otros autores y autoras que ni la tienen ni la han expresado jamás. 
 
Y hablando del jamás tienes que saber, amigo Francisco, que jamás te he olvidado. Sé tu apellido pero lo guardo con el mayor de mis respetos. Pero quiero que sepas que nunca dejé de ser tu amigo internáutico y que jamás te he olvidado. ¿Recuerdas las veces que tuvimos que luchar tú yo yo juntos para llevar esta barca a algún destino cualquiera? Remábamos juntos para poder conocer el Mundo y en este Mundo de navegaciones a veces fuimos palabras y a veces fuimos silencios... pero siempre fuimos presentes... por eso jamás te he olvidado... querido amigo... te envío un fuerte abrazo desde esta fila de atrás donde estoy observando el por qué de las conductas ajenas.
 
¿Podemos medir nuestra ética de cola, la del chico de la fila de atrás, haciendo comparaciones de conductas? Por supuesto que sí; que es lícito, que es legal y que es válido y valioso. ¿Y quién es ese chico desconocido que salva el honor y la ética de quienes acuden a él solamente por escuchar historias de liberación moral? Alguien con suficiente ética personal para deciros que habita dentro de mí.
 
Ética de la cola. Lugares exactos para expresar verdaderos sentimientos éticas en lugar de pregonar a los cuatro vientos posesivas alabanzas inmorales desde la primera fila de la fama, el éxito y el glamur. Ahora que ha llegado la hora de salir es de hombre honrado y de hombre honesto decir que hay dos lugares llamados Amistad: la Cafetería "Moon" y la Biblioteca Municipal "Valdeluz". También dejo grandes recuerdos en otros lugares pero "Moon" y "La Bibli" han sido como dos hogares de cariño y dos hogares de amor. Cariño y amor que son los ingredientes básicos y elementales de esa condición humana que se llama amistad desinteresada. Decir Cafetería "Moon" (como sucede con otras cafeterías) es decir mucho más que café con leche. Decir Cafetería "Moon" (como sucede con otras cafeterías) es decir sentimiento; es decir amabilidad y es decir sensación de estar rodeado de seres humanos con los que he podido entablar esa especie de comunicación interpersonal donde uno se siente ser humano verdadero. Y lo mismo digo de la Biblioteca. Ambos son dos lugares (al igual que el Edificio de la Travesía Víctor Aceituno 2 donde vivo provisionalmente gracias a Emilio y Soraya) que son mucho más que puntos de encuentro porque son lugares de reunión, de emotividad, de lugar humano y de valoración y validación de los principios más sentidos sobre lo que es la comunicación social e interpersonal en toda la extensión de estas palabras.
 
Pero más que extensión amistosa hay intensidad cariñosa, emotividad en las palabras, sensación de estar como en casa, como en esos espacios donde la personalidad crece hasta convertirnos en sujetos activos de esa palabra llamada Amor con A de Amistad y de Auténtica. No sé en qué medida he podido yo colaborar en la creación de este singular "clímax" pero los lugares han dejado, para siempre y en mi memoria, espacios infinitos de agradecimiento y de sinceridad. Después de mi hogar, las cafeterías y las bibliotecas me han ayudado a creer y a ser cada vez mucho más joven. No solo soñando sino en la realidad. Me veo más joven que nunca. Entrar, estar y convivir en esos lugares ha sido una experiencia fantástica. A la hora de partir para seguir mi camino, en la mochila de mis recuerdos más gratos quedan un gran número (imposible de cuantificar) de buenas sensaciones vividas, en la fila de atrás, en cafeterías y bibliotecas del medio mundo que ya he llegado a conocer. Y ahora, mientras escribo estas pocas pero sentidas líneas, recuerdo que tengo que ser cada vez un poco mejor para devolver tanto cariño. Tengo que centrarme en el futuro, pero no puedo jamás olvidar este presente; porque, tal como está el patio de nuestra Patria en estos momentos pseudohistóricos, lugares como cafeterías y bibliotecas más el resto que sería largo de enumerar, son dos tesoros vividos desde la fila de atrás. Siempre recordaré a los inolvidables personajes masculinos y femeninos que he conocido y tratado en esos lugares llamados Amistad. Ética de la cola. De acuerdo. Es una ética de la cola para sentir mejor las acciones morales que ejemplarizan mi forma de actuar. Lo otro no me interesa porque, como verdadero cristiano que soy, no vuelvo atrás... no vuelvo atrás... no vuelvo atrás... quizás porque al estar situado en la fila de atrás ya no existe nadie que me pueda superar y no habiendo nadie detrás de mí no tengo que demostrar a nadie que soy mejor que esa especie de avaros que tanto luchan entre sí completamente faltos de ética y de un valor que jamás han conocido y que se llama moral. ¿Será verdad eso de que los útlimos seán los primeros? A lo mejor, Gracias a Dios, sí que lo es. Yo, mientras tanto, sigo superando retos y marcando récords en mi Hoja de Vida que está repleta de ética y ese complemento infaltable llamado moral a la que tanto me agrada pertenecer. Por eso siempre seré un punto y seguido (creo en la Eternidad) pero nunca jamás un punto final que es la fatalidad hacia donde se dirigen los ateos, los agnósticos y los que no tienen ni idea de que va esto de la ética del chico de la fila de atrás.
Página 1 / 1
Foto del autor José Orero De Julián
Textos Publicados: 7132
Miembro desde: Jun 29, 2009
0 Comentarios 225 Lecturas Favorito 0 veces
Descripción

Filosofía

Palabras Clave: Comunicación Divulgación Reflexiones Pensamiento Sociedad Conocimiento Filosofía Realidad Verdad.

Categoría: Conocimiento

Subcategoría: Instrucciones



Comentarios (0)add comment
menos espacio | mas espacio

Para comentar debes estar registrado. Hazte miembro de Textale si no tienes una cuenta creada aun.

busy