Lagunas se acumulan en el cementerio. Nadie canta cuando llega la noche, tan solo hay silencio. La luna, tan solitaria y confundida bajo del cielo. Las estrellas siempre la buscan, pero nunca la encuentran. Se había enamorado del aroma silvestre que dejan los algodones que se expanden por el azul de su castillo cubierto de níveos luceros. Se había enamorado del mar que canturrea al son del aire. No quiso regresar a su soledad y nosotros perdimos el corazón de algo importante. Navega sola, pero ella no se siente perdida; sigue oculta entre los faros de Alejandría, pero está vez se siente más cerca, ya no están a años luz de ella. 
Y ahora dile que su felicidad no tiene sentido, ahora dile que en verdad nada ha cambiado, que todo sigue el mismo curso, pero que ella no lo ha notado. Ahora dile que debe volver a las alturas, con su familia, a su sitio de siempre, pues son muchos los que lloran su supuesto rapto. Te dirá que le dejes la venda, que ella es feliz en esta tierra.