EN LA DISTANCIA III
Y estando dibujando formas cóncavas y convexas como arquitecto, Roberto Carlos cantaba: “Nuestro amor es así, y al hacerlo tú y yo, todo es más bonito…y sí estás junto a mí, coincidencia total de cóncavo y convexo…”, mientras yo te seguía recordando como ¨una princesa acapulqueña¨ de labios rosados, cabellera fina de trigo, senos grandes en su blusa de niña y caderas frondosas, que no olía a uva, ni a cebolla, como supuestamente huelen las mujeres, sino a ese olor sabroso de la canela. Todo este monumento de estética me doblegó. Una vez te vi salir sin tus compañeras de la escuela secundaria CECYT 37. En cierto segundo nos quedamos solitos en la calle desierta. El niño tímido sacó valentía desde el interior de su alma para demostrarle su afecto con una propuesta de ternura y amor. Posteriormente el valiente esperó una respuesta, pasaron segundos eternos, en los cuales él sentía esa clase de frío glaciar combinado con el calor tropical en su cuerpo. Cuando sintió el mareo de caer al suelo, escuchó un comentario despiadado, retornándolo a la realidad. Por fin la niña había contestado: ella no quería ser la novia del niño más fachoso y feo del puerto y sobre todo pobre.
Tristísimo, me sentí terriblemente solitario, tuve miedo de la vida, que no existiera. Me escondí del mundo, me volví callado y ausente, simplemente deseaba ser imaginario, desaparecer, guardar mi identidad, por ese golpe duro dado en lo más profundo de mi espíritu de niño.