LA CAMISETA REVOLUCIONARIA
Publicado en Sep 19, 2016
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Hay un hombre, cuya foto traje en mi tiempo de idealista en los Altos de Chiapas sobre mi pecho. Su trayecto de vida de partisano desata mucha controversia por sus ideas sociales y su lucha en contra del imperialismo. Luego de su muerte, muchas personas desde intelectuales hasta Leche, como él nombra a Fidel Castro en sus memorias, así como empresarios han sacado provecho económico por sus acciones –buenas o malas- pues siempre será como se mida el agua de cada quien. Pero, lo que sí es verdad, su presencia quedó inmortalizada en esa imagen que para mí, representa una tarea inconclusa, que como joven empezó desde que se fue a recorrer Latinoamérica y en donde vio lo que yo sigo viendo en muchos rincones de Acapulco que ya no da más cabida a la informalidad en la playa, por eso algunas banquetas también están repletas de basura que no es recogida ni por los vendedores ambulantes, menos por el Municipio, así como también de costras de polvo y grasa que tiran las cocineras de los puestos de fritanga que dejan todo sucio, igual como atraparon al Che en las montanas de Bolivia en esos momentos en que el campesino se había conformado con un pedazo de tierra para sembrar, por eso sus ideas revolucionarias no hicieron eco. Probablemente, decepcionado, por la traición de los que él quería defender, quiso salvar su vida cuando lo atraparon y en vez de morir como un mártir revolucionario en la defensa de los más explotados en un combate ya sin sentido, prefirió gritar: “No disparen. Soy el Che Guevara, valgo más vivo que muerto” cuando se vio rodeado por los que los atraparon, quienes finalmente lo asesinaron y exhibieron su cadáver al mundo, que quedó con los ojos abiertos en una superficie fría sin poder asentar con el ejemplo su filosofía de “guerra de guerrillas” en Sudamérica con convicción, ya que nadie puede negar que en los combates nunca se escondió atrás de ningún arbusto, pues siempre iba delante de la fila de guerrilleros, librando las balas de los enemigos. Y por esa ideología para ayudar al más desvalido, olvido a dos mujeres y cinco de sus hijos para practicar su justicia revolucionaria de “morir o matar” pues en una revolución no pacifista el objetivo es defenderse de los aliados y servidores del dictador, que tampoco respetaron ningún derecho procesal del que ellos llamaron un esquizofrénico que a algunos vendedores ambulantes con su foto en una camiseta, le siguen dejando utilidades y también a los libreros con su diario en las montañas de Bolivia, sin que haya todavía en toda Latinoamérica una real transformación de las instituciones, ni tampoco una real solución de los problemas sociales por los que el Che perdió la vida, es que el bienestar social sigue personalizado en cada pequeño mundo que conforma un grupo familiar. Y por supuesto por los que me quedaría sin comer y daría mi vida, solamente, sería por mi familia. El Che, como yo, se sintió un escritor frustrado, aunque desde que empezó a “vagar sin rumbo por la Mayúscula América”, inició a describir no solamente las penurias que él y su amigo pasaron en el viaje, sino el injusto paisaje social que lo llevó a una lucha revolucionaria, que yo por mi falta de “huevos” no tengo la mínima idea de hacerla, aunque seguiré escribiendo a favor de los pobres, esos que se roban la energía eléctrica de los postes en esas casas de piso de tierra, edificadas con desperdicio de madera y techo con cualquier residuo de construcción desde láminas de metal agujeradas hasta láminas de cartón hechas pedazos, que en alguna votación a gobernador, les fueron regaladas, las cuales medio cubren algunas pertenencias como una cama con una sábana neja, varias hamacas donde se duermen los niños, un ropero apolillado y podrido por todas las gotas de las diferentes lluvias, una televisión (también regalada por un programa social), un ventilador con el motor descubierto para quitarse los calores de cuarenta centígrados y que también sirve para prender las conchas de coco que se encuentran en un fogón hecho por un par de tabicones y una parrilla de fierro encontrada en la basura. Es que debido al aumento mensual de los combustibles ya no alcanza para comprar el gaaaaaaas y, debido a su necesidad, no se lo pueden robar. Sin embargo, el Secretario de Hacienda –que, seguramente, está en contra de los ideales del Che- dijo que ese incremento, solamente afecta a las familias que tienen varios autos… Copyright © 2016 Carlos Campos Serna.
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Foto del autor Carlos Campos Serna
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Descripción

Una foto inmortal

Palabras Clave: Revolucionario Libertad dictadores

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Relatos


Creditos: Carlos Campos Serna

Derechos de Autor: Carlos Campos Serna


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