MAESTRO
Publicado en Jul 11, 2016
Un maestro que había llegado de otro estado de la República a Acapulco, regalaba a los fines de semana sus horas de descanso, organizando temporadas de competencias en diferentes juegos deportivos para que los alumnos se desarrollaran, no sólo mentalmente, sino físicamente. Los sábados deportivos en que los alumnos no hacían la limpieza de la escuela, eran una gran fiesta. Al terminar las competencias, los jóvenes regresaban a sus casas completamente cansados, esperando con impaciencia el otro fin de semana para ir a limpiar o hacer otra actividad en beneficio de su plantel escolar. Las mañanas de los domingos eran días de visita familiar para el Licenciado, que incansable visitaba las casas de los niños más conflictivos e inquietos para conocer el estado emocional de cada uno de ellos en su ámbito familiar. Él se había dado cuenta que, también existían alumnos, cuyas calificaciones variaban de excelente a suficiente, detectando en varios de los casos la falta del apoyo paternal, y por lo tanto, económico, ya que la mayoría de las madres dependían de sus esposos.
–Señora. ¿Por qué no ha mandado a su hijo a la escuela? –preguntó preocupado el Lic., por uno de sus alumnos más sobresaliente del salón. – ¡Ay maestro!, hace dos meses mi esposo murió de una infección en el hígado. Los médicos le diagnosticaron cirrosis. Él era carpintero. Yo le ayudaba en las noches vendiendo gorditas y enchiladas. Con eso íbamos pasándola, pero ahora que estoy solita, no me alcanza el dinero para mantener a mis hijos y pues el mayorcito encontró un trabajito de peón esta semana para ayudarme con el gasto. ¿Qué puedo hacer Licenciado? –Señora, su hijo es un buen alumno. Mándelo a la escuela y luego vemos cómo le ayudamos con el gasto –dijo el Lic., mientras se comía un plato de enchilada, preparado en el puesto de la calle donde la viuda vendía comida en las noches . El Licenciado, adoptó económicamente a varios alumnos que querían seguir estudiando. Los ayudó desde la preparatoria hasta sus estudios universitarios. Todos ellos se aplicaron día y noche a estudiar, hasta que finalmente, orgullosos le presentaron sus diplomas universitarios. Y el que fue a trabajar de peón una semana, ahora es arquitecto...
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