Sin boina y sin mordaza (Diario)
Publicado en Feb 24, 2016
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Tanto me hartó el paleto de Benito con  sus fanfarronadas de "picador" que, en una noche madrileña, en el "Rincón del Arte Nuevo" de la calle Segovia, le invité a que él se quitara la boina y yo me quitara la mordaza para hablar de hombre a hombre; olvidando que él era un tío y yo sólo un sobrino pero jamás un primo. El asunto se trataba de aclarar, de una vez por todas, cómo nos defendíamos él y yo ante las chavalas guapas, sexys e interesantes. Tuve que explicarle, por supuesto, lo que era una chavala guapa, sexy e interesante porque él, con todo lo tío que decía ser, no tenía ni puñetera idea sobre este asunto. Después le dejé hablar y en toda mi vida jamás he escuchado tanta cantidad de tonterías que dijo sobre las mujeres en general. Así que le invité a que comparásemos nuestros "curriculum vitae" (fotografías incluídas para demostrar su veracidad) y se quedó con la boca más abierta que un mono en un ayuno semanal de plátanos. Y es que yo ya estaba harto de oírle decir estulticias; claro que Benito no tenía ni idea de lo que significa la palabra estulticia y se lo tuve que explicar poniendo, como ejemplo, los cutres chistes que contaba en aquella noche en que hizo el ridículo más absoluto delante de ellas.
 
De paso, para terminar de darle el repaso, le afirmé que estulticias eran todas las gilipolleces que él había estado hablando, desde hacía ya años, sobre mi personalidad y mi relación con chicas guapas, sexys e interesantes. Su total ridiculez llegó hasta el extremo de que yo tuve que explicarle lo que era una mujer porque él, con todo lo que se las daba de mujeriego, no sabía ni tan siquiera que las mujeres son muy inteligentes y por eso las trataba como cosas; esta explicación le dejó con la boca más abierta todavia; hasta que le tuve que enseñar que en boca cerrada no entran moscas (por lo que había estado diciendo de mí) y se quedó más cortado que los troncos que cogía por banda Urtaín antes de haberse metido a boxeador. 
 
Cierto es, y testigos tengo, que cuando le tuve que repetir que las mujeres son muy inteligentes -porque todavía no le entraba entre ceja y ceja tal cosa- se le abrió aún más la boca, ahora como si fuera un buzón con ganas de recibir alguna que otra carta literaria que buena falta le hacía para ser mínimamente culto. Tuve que demostrarle que si él hubiese conocido a una sola de las chavalas con las que las que yo he ligado se quedaría patidifuso, patituerto y patimemo ya que ni se las podía imaginar de lo buenas que estaban. Así que le sentó tan mal la cerveza -porque ni beber sabía para intentar hablar con alguna de las chavalas con las que yo sabía y solía no solo hablar sino entretener y pasar inolvidables horas juntos- antes de tener yo que llevarle hasta la cama, porque no se tenía en pie, mientras por el camino se dio cuenta (porque tonto del todo no era aunque muy poco le faltaba para serlo), del abismo que existía entre sus "varillas" y las chavalas guapas, sexys e interesantes que yo conocía. Ni tan siquiera tenía el suficiente conocimiento para saber lo que es ser sentimental y ganarse el sentimiento de ellas.
 
Entonces, antes de pedir a mi madre que dejara a Benito dormir la mona (porque yo volví a salir de fiesta sin descanso alguno) hablamos del amor. Él sin boina y yo sin mordaza para hacerlo de hombre a hombre aunque era todo un tío y yo sólo un sobrino pero jamás un primo. Y le dejé más callado que el palo de una escoba pero, como burro era bastante, soltó unos cuantos rebuznos -entiéndase palabrotas de asno- y se quedó más "colgado" que una canasta de baloncesto. Por cada triple que yo acertaba a encestar él no era capaz de marcar ni un solo tanto y ni tan siquiera llegaba a rozar el aro porque fuerzas le faltaban para estar a mi altura. Así que no tuvo más remedio que plegar sus alas de fantasma y, al día siguiente, recuperado de la mona, se marchó a hacer puñetas (sano oficio por cierto en la época de Cervantes). Supongo que aprendió la lección porque ya no volvió a decir ni media gilipollez sobre mi personalidad y mi arte de ligar con chavalas que él ni tan siquiera podía imaginar porque es muy escaso, más bien tirando a nulo, el mundo de sus ideas.
 
Y nos dieron la una y las dos y las tres en casa de mi amigo Andrés y yo seguía soñando con tener un balón en los pies. Y es que quizás Benito, con todo lo tío que decía que era, aprendió aquella noche madrileña más que todas las noches juntas de su vida. Eso espero por su bien. Lo demás no es de mi incumbencia saber si aprendió a ser inteligente con las mujeres o si siguió siendo un pelele despeluchado en las manos de ellas. Nada más. Sin boina y sin mordaza y de hombre a hombre a pesar de todo lo tío que decía ser y yo sólo un sobrino pero jamás un primo haciendo el primavera. A buen entendedor pocas lecciones le bastan. Lo que todavía dudo es si Benito fue un buen entendedor o siguió creyéndose Salomón en el Reino de Saba. Música de piano como fondo por favor no vaya a decir ahora que no se acuerda.
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Foto del autor José Orero De Julián
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Descripción

Páginas de Diario personal.

Palabras Clave: Diario Memoria Recuerdos.

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Personales



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