IDA Y VUELTA - La Posta Generacional - Jorge Dossi 1990
Publicado en Sep 18, 2009
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        L A   P O S T A   G E N E R A C I O N A L
                    "...en cuanto a vos patria
                    sí patria a vos te estoy hablando
                    a vos, esa que esta detrás de la palabra
                    ...yo te voy a decir lo que necesitas
                    necesitas muchos hijos insolentes calaveras
              generaciones de hijos desalmados
                    que te quieran que te odien furiosamente
                    que te tomen como una curva cerradísima
                    que te tomen como una copa de cicuta
                 que te tomen la mano la cintura
                 yo pongo sobre vos y nada más que sobre vos
                    mi cuerpo
                    a esta luz me dieron a esta luz me doy
                    y bueno soy argentino"
                                       Cesar Fernandez Moreno             
       
        En vísperas de una reflexión generacional es oportuno traer a estas páginas algunas intenciones que ansían entrometerse en el alma argentina para hurgar su misterio.
        Es conveniente aclarar que este aporte esta fundamentado y guiado por el que otras generaciones dejaron a su paso. Por lo tanto, no es su propósito la búsqueda de una originalidad abstracta ni tampoco una pureza reflexiva, por el contrario, el carácter de "posta" que tiene asignado adquiere un tono comprometido con las luchas pasadas, con el fervor militante que otros hombres pusieron de manifiesto al rastrear la geografía popular, con la interconexión ideológica que mantiene unidas a través del tiempo, la visión y la perspectiva de un análisis permanente de nuestra realidad.
        El continuo repensar el país para comprenderlo mejor nos viene de antaño prefigurando una preocupación intensa que desborda los límites impuestos por las sagradas categorías de la historia oficial.
        En el ensayo histórico de interpretación es posible observar este viaje a la intimidad argentina, esa meticulosa obsesión por desentrañar cada interrogante y también -en lo que concierne a nuestro análisis- la intercomunicación ideológica y el recambio de los hombres que pregonan sus posturas.
        De ese recambio, que además importa bucear en el surgimiento de nuevas interpretaciones, vamos a tratar de referirnos someramente y dicho sea de paso, a valorar críticamente estos aportes que han permanecido intactos en la más que centenaria polémica sobre el ser o no ser de la Argentina.
        El legado de otras generaciones, de otros hombres inmersos en las luchas por aventar los malos pronósticos del horizonte nacional se traduce en el apasionamiento que volcaron para dejar expedita la senda para ensayar nuevas claves e interpretaciones en la búsqueda del hombre argentino, en la realización del país y en la creciente expectativa por avistar el punto final del recorrido.
        Veamos como se enlazan algunas reflexiones que parecen formar un recorrido lineal en las aspiraciones de sus autores.
        En una carta que dirigiera a los editores de la octava edición de Martín Fierro en 1874, José Hernandez afirmaba "mi trabajo responde a una tendencia dominante de mi espíritu preocupado por la mala suerte del gaucho. Mas las ideas que tengo al respecto, las he formado en la meditación y después de una observación constante y detenida. Para mí la cuestión de mejorar la condición social de nuestros gauchos no sólo es una cuestión de detalles de buena administración sino que penetra algo más profundamente en la organización definitiva y en los destinos futuros de la sociedad, y con ella se entrelazan íntimamente, estableciéndose entre sí una dependencia mutua, cuestiones de política, de moralidad administrativa, de régimen gubernamental, de economía, de progreso y de civilización". Esta cita es un diagnóstico, un programa para la Argentina según lo sostienen María Teresa Gramuglio y Beatriz Sarlo (17).
        Pero los esfuerzos de Hernandez -encaminados a procurar la legítima inserción del gaucho en la sociedad argentina- tropezaron con visiones opuestas que no otorgarían concesiones destinadas a la apertura de espacios para una discusión ideológica que abordara el sentir y el pensar del nativo desde posiciones de igualdad.
        El desamparo social denunciado en el Martín Fierro sólo podía receptarse -en los centros de la inteligencia dominante de entonces- como un argumento o influjo vital para desencadenar futuras contiendas, cuando se avecinara el tiempo de reclamar por la injusta distribución de la riqueza o brotaran los primeros focos de una marginalidad en ascenso.
        El contenido social que subyace en la obra es el legado más valioso que percibimos como eslabón en esta construcción reflexiva de la posta generacional, en tanto permite propiciar un marco de referencia que contenga las luchas por la liberación nacional y social de nuestro pueblo, estimulando un ejercicio de docencia crítica en los ensayos de otras generaciones.
        En sintonía con nuestro comentario Luis Alberto Murray en su libro "Historia, es decir, política", dedicado a su nieto de entonces ocho años -en 1981- cuya generación podía ser la última, pero también la que resolviera casi todo, dejaba sentado el "programa" que dicha generación debía trazarse, citando del Martín Fierro: "Debe el gaucho tener casa, escuela, iglesia y derechos". Una cita que en la actualidad corporiza las aspiraciones esenciales del conjunto de la sociedad y que sin embargo permanece como un estigma a la espera de los vientos reparadores que no aciertan a ubicar las demandas de nuestro proceso histórico.
        Este diagnóstico o programa ha transitado accidentadamente por nuestra historia porque su causa es la de los justos y su objetivo, el que más tarde se afirmará mediante distintos grados de participación y consenso con el nacimiento de los movimientos populares que también procuraron el mejoramiento de las condiciones de vida de la población.
        Desde otra visión también cabe preguntarse como  armonizar este programa con aquellas expresiones de Sarmiento en sus Comentarios a la Constitución de la Confederación Argentina: "Son las clases educadas las que necesitan una constitución que asegure la libertad de acción y de pensamiento: la prensa, la tribuna, la propiedad. Una constitución no es la regla de conducta pública para todos los hombres. La constitución de las clases populares son las leyes ordinarias, los jueces que las aplican y la policía de seguridad".
        A juzgar por la cita podríamos aventurar la imposibilidad de implantar el programa de Hernández ya que lo que propicia Sarmiento es una divisoria de aguas que traslada al seno de nuestra Constitución Nacional su dicotómica opción: "Civilización o Barbarie". Alberdi comprendió tardíamente los planes concebidos por aquella "barbarie letrada mucho más peligrosa que todos los salvajes de la América desierta".
        Los "derechos y garantías" que consagrara la constitución de 1853 llevaron a José María Rosa a ironizar al respecto: "eran exclusivamente para que no se recargara con impuestos al capital extranjero como lo había pedido Alberdi. O para que un alsinista no metiera preso a un mitrista. Pero que estentorea carcajada hubieran lanzado Salvador María del Carril, Valentín Alsina, José Benjamín Gorostiaga y todos los ilustres jurisconsultos que integraron nuestra Corte Suprema si Martín Fierro les hubiera presentado un habeas corpus para que no lo lleven a los fortines de frontera" (18) Una carcajada que se ha extendido a lo largo de nuestra historia configurando la burla de los dueños del privilegio; aquellos que sostienen todavía la necesidad de achicar el país para disfrutar un bienestar fundado en criterios egoístas, los mismos que tienen el descaro de vociferar que sus negocios no funcionan lo bien que hubieran esperado. Pueblo de paciencia y esperanzas, claro que llegará el día en que tu risa será victoria.
        La polémica sigue internándose en los debates de cada generación, pero debemos advertir que no aprobamos su retroalimentación para arribar a soluciones mediocres. Superarla es la tarea que -a la luz de nuevas interpretaciones- nos hemos propuesto, y desde nuestra óptica nos persuadimos que dicha superación la encontraremos afirmando los contenidos éticos de una continuidad histórica que blandiendo el protagonismo popular y la causa de los desposeídos, los ha bordado en su bandera.
        Existe un convencimiento: la verdad histórica -desde nuestra posición- se inclina por esos carriles y en ese aspecto, la posta generacional ha sido fructífera en cuanto a develar incógnitas y legar para el futuro un fundamento que de por tierra con las artimañas que cimentaron los cultores de la falsificación histórica.
        Cada generación lleva consigo misma lógicas contradicciones producto de los desencuentros que ocasiona la lucha por la idea. En la carga histórica de responsabilidades compartidas se palpita la confrontación de enfoques que procuran totalizar la problemática nacional. Así, hemos presenciado como se reviven las viejas antinomias políticas: unitarios y federales, peronismo-antiperonismo, civiles y militares.
        Si lo que persiguen los beneficiarios de esta resurrección es sostener su vigencia, empantanando así el análisis crítico, no encontramos mejor manera de contribuir a ello que  adoptar la discusión bizantina que al mismo tiempo nos permita pensar en la factibilidad de recrear otras. Pero como nos interesa conducir la reflexión a cimas o vetas inexploradas lo más provechoso es arribar al fondo de las contradicciones, enfrentarlas con sus argumentos y desmenuzarlas para apreciar, entonces la aceptación o el rechazo que puedan provocar.
        De esta generación emergente de 1989 se podrá conjeturar largo y tendido. Se la tachará de incapaz para emprender los desafíos que le deparará el nuevo siglo y es dable observar como se trabaja silenciosamente para adormecer su oportuna reacción.
        No existen espacios que generen y convoquen la reproducción de climas similares a los sucesos del mayo parisino y es cierto, desilusiona pensar que nuestra juventud pueda caer presa de conformismos que la inciten a renunciar a sus horizontes para terminar en una mansedumbre adoradora del sistema.
        Hay poderosas razones para combatir la eficacia que la posta generacional ha producido en tanto instrumento de resistencia a los que propugnan la dominación por la cultura.
        Un artículo de Carlos Paz titulado "Había una vez... un pensamiento impugnador del sistema capitalista dependiente", alerta sobre los motivos que han impulsado a las inteligencias dominantes a instrumentar un trabajo de orientación en los procesos políticos de los países dependientes para concretar formas de adaptación acordes con el proyecto futurista. (19). "El derrumbe del "proceso" abrió las puertas a la esperanza. Legítimamente se pensó que los argentinos podían retomar el diálogo interrumpido, que la legalidad constitucional sería el marco adecuado para depurar los atolondramientos y confrontar ideas que habían prevalecido una década atrás. Pero no fue así. Los viejos temas fueron desacreditados y sólo quedaron rondando en la cabeza de unos cuantos empecinados".
         Es fácil advertir que la dictadura militar siempre tuvo en claro el significado de producir un quiebre ideológico que evitara por cualquier medio -y de hecho se apeló a los mas deleznables- el traspaso de la usina de ideas acumulada en el período 1973-1976, a la generación subsiguiente. Con posterioridad dicho quiebre provocó un daño actualmente visible a quienes serían los receptores de la posta.
         Siguiendo a Paz, "la consigna "liberación o dependencia" fue sustituida por la que coreaba una juventud crecida a las sombras del proceso: "Democracia o Dictadura". Las utopías revolucionarias cedieron su lugar al posibilismo realista". Podemos aventurar una lectura que importe sostener que democracia o dictadura operó como una consigna táctica, sólo utilizable en la coyuntura, pero luego se concluiría- desde una posición que consideramos errónea- en una elaboración estratégica que acompañada de gestos soberbios adoptó dicha consigna claudicando los postulados liberadores.
        En coincidencia con estas expresiones vale la pena rememorar un hecho, que a modo de ejemplo, evidencia hasta donde se llegó en aras de recortar el vuelo de una generación.
        La novela de Jorge Asís "Flores robadas en los jardines de Quilmes" -sin llegar a constituirse en símbolo o referencia literaria obligada- describe comportamientos ligados al cuadro situacional de una generación heroica, combativa, marcada a sangre y fuego por desiluciones y fracasos, así como contradictoria en su lógica aventura de crecimiento.
        Cuando se intentó llevar al cine aquella novela -en plena dictadura-, se tropezó con poco menos que la inquisición, la censura y actitudes rayanas con la insensatez. Se dijo entonces, palabras más palabras menos, que el pueblo argentino no estaba culturalmente preparado para comprender el significado de la obra. Nada más absurdo y carente de fundamentos. Nuestro pueblo vivía en carne propia -al igual que los jóvenes personajes de la novela- el abuso del poder, la represión indiscriminada, la desaparición forzada y la muerte, los salarios de hambre, pero este crecimiento que iba concientizando su desgracia y comprometiendo su futuro no debía plasmarse en celuloide. Ahora sí, para soportar la injusticia y los tormentos nada mas a mano que su sensibilidad y sus cuerpos. Nuevamente era imposible no asociar estas circunstancias con el calvario que implicaba adscribir a una conciencia nacional y popular exponente de la barbarie sarmientina del siglo veinte.
        La cultura de las catacumbas a la que alguna vez aludió Santiago Kovadlof se convertiría poco a poco en el referente obligado para retomar la posta generacional cegada por la iracundia dictatorial.
        Con el advenimiento de la democracia, finalmente llegó la novela a la pantalla grande y como habíamos madurado era necesario resaltar el logro. Nos equivocábamos de nuevo ya que sólo habían cambiado el tiempo y el espacio, simples cambios que la intelligentzia toleró agazapada en las sombras, en un virtual repliegue táctico para aguardar el momento de un nuevo acecho.
        Un claro ejemplo de lo que venimos dilucidando en torno a la posta generacional lo encontramos en la generación literaria del 55 y fundamentalmente en los exponentes del grupo intelectual ligado a la revista "Contorno".
        Se ordenaron inteligentemente para batallar contra el pensamiento prevaleciente en la literatura de su época y cuestionaron a fondo a sus padres culturales. Un rasgo que no siempre adquirió tamaña virulencia verbal, una virtud que supieron ejercitar impulsados por los cambios que un mundo convulsionado expandía como nuevos aires y que en su condición de espíritus críticos no podían dejar escapar.
        La revisión crítica de nuestra literatura, orientada en torno a la obra de Mallea, Borges y Martinez Estrada les valió el mote de "parricidas". En la autodefensa de ese supuesto parricidio, uno de sus exponentes- Ismael Viñas afirmó que el mote procedía porque "en gran medida estábamos tratando de liquidar dentro de nosotros mismos las imágenes y disposición de ánimo que habíamos recibido" (20).
        Esta revisión literaria se complementó mediante un compromiso creciente con los problemas políticos y sociales desde una posición antiliberal .
        La crítica de Contorno es atendible en tanto examina el pensamiento retrógrado -que a pesar de los cambios ocurridos en el país- todavía sustentaban sus predecesores literarios, y apunta a superarlos al vehiculizar a través del pensamiento crítico un análisis literario mas comprometido con esos cambios.
        Pero sobre el esquema que Contorno propugnaba revisar y una realidad que se tornaba cada vez más compleja surge el peronismo, instaurando una dinámica de los  hechos que se adelantaría a las construcciones intelectuales que venían forjándose en pos de interpretar las contradicciones de nuestra historia.
        El peronismo terminó de unificar ese divorcio que se había instalado en el análisis político, ejercido desde la literatura, y resistió el fuego cruzado que ambas corrientes le prodigaron en sus ensayos y opiniones.
        Ahora bien, si las victimas del parricidio contornista fomentaron políticamente la permanencia de un ideal reaccionario que forjaba entelequias desconociendo el rumbo motorizado por la evolución, lo que implicaba aborrecer el protagonismo de las masas, el grupo Contorno, en su revisión crítica pareció coincidir, aunque en su enfoque de vanguardia esclarecida.
        Es indudable que la irrupción del peronismo, arrasando con muchas de las categorías de pensamiento vigentes en la ‚poca, confundió los rumbos de los grupos intelectuales y generó de un modo automático un rechazo de piel a todos aquellos que lo sintieron como una involución ideológica o como el fermento de experiencias políticas que cruzaron el océano aniquiladas por la guerra buscando un lugar bajo el sol.
        En un articulo publicado en 1956 bajo el título "Peronismo...y lo otro" comprobamos la posición del grupo, preservando una equidistancia conveniente pero nociva para el análisis complejo de los fenómenos nacionales: "Nosotros no pretendimos nunca un eclecticismo de cuerda floja, y obvio sería decirlo, sufrimos personalmente los largos años del proceso peronista sin tener tras de nosotros ni armas ni experiencia como para ubicarlos sin ese máximo de angustia que llevamos como saldo en nuestra obra".(21)
        Enfrentarse al riesgo de decir que aceptaban y rechazaban ciertos aspectos del peronismo constituyó un compromiso que las nuevas generaciones literarias que eclosionaron en las décadas del 60 y el 70 no digirieron convencidas, quizás porque la radicalización de las posturas le declaró una guerra abierta a las medias tintas.
        Por lo que venimos exponiendo no es dable atribuir a Contorno la misma actitud hacia lo nacional y popular que se revela en los autores por ellos cuestionados. Por el contrario, el surgimiento de una intelectualidad progresista que hoy se expande en la generación que nos ocupa, no puede menos que festejarse.
        La duda quedaría planteada en lo que, a nuestro juicio, constituyen filtraciones de intenciones que han adolecido de una revalorización en la actualidad.
        Contorno eligió la independencia de criterio y edificó un proyecto al costado del camino. Posiblemente no le preocupó engrosar las calidades de una línea histórica que hubiera aceptado gustosa un gesto de aprobación -antes que una disculpa- en el tránsito hacia la recuperación de la conciencia nacional.
        La teoría de la atribución de culpas ha calado hondo en la problemática de varias generaciones de argentinos y no siempre lo ha hecho con el ánimo de echar por tierra las rencillas, sino para proseguir con indiferencia esquivando el compromiso.
        Ha llegado el tiempo de enterrar las iniquidades y posibilitar un acercamiento. Los obstáculos que hoy ingresan a escena en esta realidad no deben utilizarse como latiguillos para invocar las falencias que nuestros antepasados no alcanzaron a solucionar; si así lo hiciéramos, volveríamos a repetir el desencuentro que intentamos abandonar.
        No teoricemos en abstracto sobre la culpa o el pecado original que ha castrado nuestras potencialidades. Echemos mano a la lucidez que significa crear áreas de participación y rindamos tributo a la continuidad de la posta.
        Hemos observado que las vulneraciones al sistema han modificado muchos aspectos que creíamos estáticos y ahora, sólo admitiendo esa vulnerabilidad, podremos reemplazar los vicios y las carencias sosteniendo una concepción heroica y mística de las realizaciones.
        La conciencia de ser partícipes de un proyecto generacional es trascendental para elaborar un discurso renovado y no meramente contemplativo del cuadro situacional de nuestra juventud. Interpretar esa necesidad que fluye en cada expresión, tendrá un valor inmenso para edificar, no sólo un horizonte de sueños sino también de realidades efectivas.
NOTAS
17.-  Prologo al "Martín Fierro" de José Hernandez, en el Nº 2 Colección Capítulo, Centro Editor de América Latina, Buenos Aires 1981.
18.- "La democracia y la Constitución de 1853". Editorial de Línea Nº 29 del 29 de Septiembre de 1982.
19.- Crear Nº 22 Octubre- Noviembre de 1987, pag. 19  
20.- "Algunas reflexiones en torno a las perspectivas de nuestra literatura" Autodefensa de un parricidio. Ficción Nº 15 Septiembre- Octubre de 1958.
21.-  Contorno Nº 7/8 Julio de 1956. En la lectura de dicho artículo puede inferirse la ubicación que frente al fenómeno peronista asumieron los integrantes del grupo. En el texto se advierte la intención de conformar a todos y conformarse a si mismos. Contorno consideró que constituía un riesgo afirmar: esto del peronismo sí, esto del peronismo no. Quizás les faltó sinceridad para admitir la incomprensión del fenómeno. Con el tiempo y desde una posición crítica no dejaron de analizarlo a través de nuevas interpretaciones individuales como en el caso de Sebrelli.
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IDA Y VUELTA - ENSAYO GENERACIONAL

Palabras Clave: GENERACION ESPERANZA FUTURO FRACASO EMERGENCIA PERONISMO POLITICA

Categoría: Ensayos

Subcategoría: Sociedad


Derechos de Autor: SI


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