¡No luches contra tu hermano! (Diario)
Publicado en Oct 20, 2015
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A veces los recuerdos sirven para alimentar a la nostalgia; esa sensación de lo que pudo haber sido pero que nunca fue a pesar de nuestras ilusiones. ¿Romper el ritmo de la vida? Eso fue lo que yo tanto intenté evitar que hiciera Boni. Que no rompiera el ritmo para terminar derrotado a la orilla del camino. Recuerdo un atardecer en que las sombras de la Casa de Campo nos pillaron midiendo la distancia exacta que deberíamos recorrer juntos. Recuerdo a la pareja de la guardia civil preguntándonos por la batalla. Pero yo no intentaba entablar ninguna batalla contra él. Supongo que Boni no lo supo entender o quizás sintió el deseo de vencerme para tomarse la revancha de su derrota en judo. Y, sin embargo, yo me esforzaba en hacerle saber que no era contra él con quien yo tenía establecida ninguna clase de guerra sino contra la envidia de otros individuos ajenos a nosotros dos.
 
Se lo repetí varias veces. ¡No luches contra tu hermano! Y, sin embargo, él no interpretó esto de la lucha diaria de la misma manera que yo lo hacía. Y llegó el amanecer y, con el amanecer, llegó la mañana y, con la mañana, llegó aquella especie de carrera hacia una meta dispuesta para recibir al vencedor; aquel vencedor que yo no quería ser en aquellos momentos. Pero asífue. A pesar de mis consejos, Boni prefirió combatirme aconsejado, de lejos, por Emi. Al salir estabamos unidos. Al llegar Boni se habia derrotado a sí mismo. Solamente a sí mismo porque para mí aquello no fue una victoria sino un triunfo nada más. La victoria la guardaba para el futuro en el frontón de Molinos de Papel.
 
La mañana era clara, intensa y deslumbrante. Hacía calor. Con el sol a nuestras espaldas, era la ocasión propicia para haber corrido toda la distancia hermanados por la misma ilusión; así que le aconsejé que no se disparara de salida sino que fuese siempre a mi lado sintiendo los latidos de mi corazon al ritmo adecuado para la distancia perfectamente medida baja la luz de la luna anterior. Mas no quiso hacer caso de mis sentimientos y prefirió abandonarme en el momento mismo en que llegaron las empinadas cuestas (curvas además) en donde perdí su referencia. No me preocupaba en absoluto. Seguí manteniendo la misma intensidad utilizando la inteligencia aplicada a la resistencia física y dejando los sentimientos para poder celebrarlos los dos juntos al final. Pero sucedió lo que tenía que suceder.
 
Picado por la ambicion de querer olvidar su derrota en el judo (algo que yo tampoco busqué) fue gastando todas sus energías hasta que, ya vislumbrando la meta, le encontré tirado en la orilla y vomitando todo lo que había desayunado. Había sido vencido por su vanidad fisica. ¡No luches contra tu hermano! Se lo había aconsejado multitud de veces. Así que llegué a la meta y retrocedí ese centenar de metros donde él se había hundido desafortunadamente. Le levanté del suelo y nos fuimos juntos a tomar unas cervezas mientra yo le volvía a aconsejar que no lo intentara de nuevo porque aquella victoria no era para mí un símbolo de alegría ni de satisfacción. Le aconsejé, como hermano que era, que en las próximas ocasiones guardara todas sus fuerzas para emplearlas contra nuestros verdaderos enemigos. Tampoco yo había buscado aquel triunfo. Tampoco aquella vez fue mi intención derrotarle. Pero la inteligencia propone y solo la inteligencia dispone. Ansiedad se llama a esa forma de responder a mi buena voluntad. ¡No luches contra tu hermano! Mas una vez más lo olvidó. Sólo pasado el tiempo se dio cuenta de su error y, ahora sí, corríamos al unísono en las pistas del Vallehermoso. Lo demás (aquello del triunfo en Molinos de Papel contra él y Emi al mismo tiempo) fue sólo la confirmacion de que la inteligencia aplicada al esfuerzo vale más, en el deporte, que la ofuscación de luchar contra un propio hermano que solo buscaba la paz. 
 
Y ahora, en el Starbucks de Branford, pienso en Boni sonriendo desde el cielo mientras leo el anuncio mas curioso que he visto en mi vida: "Se alquila teléfono androide". Quizás es que Boni, pidiendo perdón a la madre totalmente arrepentido, está recordando "El camino de las bellotas". Un título apropiado para un relato de juventud donde lo único que se evoca es la fuerza de una voluntad inacabada. Lo que estoy intentando descubrir, esta tarde, es el significado exacto de lo que es un teléfono androide y si es cierto que existen esta clase de teléfonos. Además, al parecer, ha debido suceder algo grave en las cercanías porque he visto pasar a unos siete u ocho coches de bomberos y tres o cuatro ambulancias. ¡No luches contra tu hermano! Quizás este sea el mejor aviso para la conciencia de quienes tienen que tenerla a la hora de sentir la hermandad. Las sirenas siguen cantando mientras me acompañan los pájaros. Welcoming, beautiful and dramatic. ¡Fuzion special! Y cierro mi Diario con una sonrisa en medio del mogollón general. No sé si es que ya todos estamos pirados o la lucidez es una causa de pronóstico reservado; pero leo en el "New York Times" que en Canadá ha habido una sorpresa a no ser que sea solamente un producto de mi imaginación. Por cierto, ando yo desde hace treinta días intentando saber lo que significa Starbucks y ahora resulta que quiere decir Estrella de Dólares. Pues muy bien. La vida siempre nos sorprende.  
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Foto del autor José Orero De Julián
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Páginas de Diario personal.

Palabras Clave: Diario Memoria Recuerdos.

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Personales



Comentarios (3)add comment
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José Orero De Julián

Grqacias Elvia por tu comentario. Estoy totalmente de acuerdo contigo en que jamas se debe competir con un hermano o una hermana por culpa de las envidias que suelen terminar en odio. Yo jamas lo hago pero he visto hacerlo a muchos. Se equivocan. La verdad de la batalla diaria es vivir en paz dentro de la unidad familiar. Muchos lo aprenden demasiado tarde. En cuanto a la informacion de los algonquinos resulta que pertenece a esas peque/as investigaciones culturales que suelo utilizar, de vez en cuando, para completar algun texto original. Lo tengo reservado para ello. UN ABRAZO AMISTOSO Y SIGUE SIEMPRE ADELANTE SIN LUCHAR JAMAS CONTRA NINGUNO HERMANO O HERMANA. LO HAS COMPRENDIDO PERFECTAMENTE BIEN Y ESO FORMA PARTE DE LA FELICIDAD.
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October 25, 2015
 

Elvia Gonzalez

Has relatado una realidad y rivalidad que casi siempre existe entre hermanos, no se porque sucede esto, pero por mas que uno quiera cuidar esa relación, esa hermandad, la otra parte quiere sobresalir, o destacarse y no siempre lo logra, por eso yo digo, no se compite donde este un hermano o hermana, así mantenemos la fiesta en paz, la familia unida, y abajo gracias por esta información, la verdad la desconocía, sera por que vivo al otro lado del continente. buen relato, me gusto.
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October 25, 2015
 

José Orero De Julián

Los algonquinos forman un grupo de pueblos nativos de Canadá, Estados Unidos y norte del estado mexicano de Coahuila que hablan las lenguas algonquinas. Cultural y lingüísticamente, están estrechamente relacionados entre ellos, siendo algunos pueblos algonquinos los odawa y los ojibwe, junto los cuales forman el agrupamiento Anishinaabe, los cree, los kikapú, los pies negros o los innu. «Algonquino» es en realidad el nombre de una de sus tribus, que a su vez deriva de la palabra maliseet «elakómkwik», «nuestros aliados». Los pueblos algonquinos se extienden desde Virginia a las Montañas Rocosas y por el norte a la bahía de Hudson. La mayoría de los algonquinos, no obstante, viven en Quebec; las nueve tribus algonquinas en esa provincia y una en Ontario tienen una población total de unas 11.000 personas. Los algonquinos fueron las primeras personas en vivir en lo que hoy es la ciudad de Nueva York. Eran parte de un gran grupo que hablaba la misma lengua y que vivía a lo largo de la costa este de Norteamérica. Estaban divididos en muchos grupos familiares, y en cada grupo se llamaban a sí mismos por el lugar o área geográfica donde vivían. Los Canarsies vivían en Brooklyn, Los Rockaways, Manhassets y Massapequas vivieron en lo que hoy es Queens y Long Island.
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October 20, 2015
 

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