¿Me escuchas?
Esto... sólo será un suspiro, un esbozo de una conclusión a la que nunca quise llegar. 
 
Espero que escuches la melodía de mis pensamientos compulsivos y tararees al ritmo de mis lejanas añoranzas; todo tan repetitivo.
Porque he terminado en el lugar donde saboreo la dulzura de las palabras pero en ellas no encuentro la esencia de lo explorado.
Y me envuelvo en el telón de la lejanía, doy vueltas para sentirme seguridad en ella y encontrar lo cercano.
Llegan a mí esas frases, algunas como ligeros aviones de papel que se posan en mi ventana, son un recordatorio; otras salen de un cajón que se cierra gracias al viento del olvido; otras aparecen a partir de recuerdos y otras se forman, se escriben solas o gracias a la magia inventada por mis dedos.
Y escribo, porque en este punto del camino así se le llama en ocasiones a la esperanza, y luego llamo a todo esto un pase a un mundo a través de las puertas de las palabras.
 
Siento, a veces siento que sentir es suficiente y sonrío sin evidencia de análisis.
Y sé que esto es algo compartido en demasía, una serie de conexiones interminables y una oportunidad para encontrar o crear algo nuevo. Ahora sé que querer basta, sentir es de valientes y está de más decir que las palabras sobran.