Voces y palabras (poesa)
Publicado en Jun 06, 2015
Pérgolas del aire
las voces giran en sus ecos y las palabra tornan... tornan a darnos misterios en la inerme paz del alma. Son encuentros de voces dispares que se arremolinan... cual fugaces torbellinos sin principios con esas dudas siempre perseguidas de los sueños que hacen que despierten las conciencias de nuestro ser. Somos conciencias alimentadas. Que no se queden inertes nuestras voces ya extendidas para poder ser... para poder existir en la grandeza de nuestras propias y pequeñas causas. Un sentir de diámetro y de luz con el cual medirnos cada día y cada hora inventando palabras para volver siempre al principio de un nuevo estar con nuestros acentos propios... nunca indiferentes... respondiendo siempre a esa pregunta que late dentro de nuestro propio yo. Yo. Esa persona que otros han olvidado a la hora del estarnos y sentirnos. Yo. Ese misterio de la voz que con palabras rompe la conspicua caducidad de cada pensamiento. Yo. El ser que late ante el abismo. Sobre la tierra hablamos y decimos y siempre estamos persiguiendo ese don de palabras encontradas en la voz de una presencia. ¿Qué existe en la conciencia para ser voz y eco al mismo tiempo? Quizás nunca podremos alcanzarnos persiguiendo la sombra de nuestro ser. Pero somos... somos voces y palabras con algo ya siempre iniciado que nunca termina de alcanzarse. Posiblemente seamos sólo un sueño. Y soñando presagios en las sombras del camino por donde vive nuestro sueño vamos siendo palabras... sólo palabras día tras día... minuto tras minuto... con esta fiebre que nos dura desde siempre y que luego nos convierte en pungente acto de presencia sin materia. ¿Y el espíritu? ¿Dónde se encuentra la voz de esa presencia tan íntima y a veces olvidada? Acaso nos reconocemos eternamente como seres que, en principio, formamos voz; una voz de palabras que, en silencio, son los gritos más abiertos de las luces de este rozar con los sentidos un porqué más allá de las preguntas. Ciegas palabras que se mueven hondamente en el surco del vivir y los sonidos del alma que, interna en su presidio, escapa de repente y se nos vuela hacia algún lugar de lo profundo. (Homenaje a José Ángel Valente)
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