Oscuras ciénagas repletas de amarguras,
Que se  alimentan de antipatías y ataduras,
Encadenadas en el cuarto de la soledad,
Y en las puertas anchas de la libertad.
Sufren en las tinieblas de la ignorancia,
Porque niegan el hambre de la ciencia,
Ultrajan  y abandonan las enseñanzas,
Cuando se les vacía el alma de esperanzas.
Oprimidos se encuentran,  por la crueldad,
Porque, su corazón está lleno de opacidad,
Y de opulencias, que les brinda la  riqueza,
Que no les remedia al agobiarse con tristezas.
Ya no les inquieta tener afán de justicia,
Se han quedado cautivos de la avaricia,
No regalan de su semblante ni una sonrisa,
 Siempre andan desmesuradamente de prisa.
A los humildes creen poca cosa,
Porque la superioridad inherente les acosa,
Mas no saben que el tesoro más grandioso,
Se encuentra en  tener el corazón más hermoso.