Voy entre cinturas apretadas
y chaquetas cortantes y asiduas.
Mi sonrisa es del todo ilimitada.
Reparto saludos como frías baratijas
y tengo tres amantes y un lirón.
Me he graduado en mentiras esenciales
y prometo hasta acabar con las moscas.
Poco a poco, y lentamente
he aprendido a ocultar mi engreimiento.
Degusto finas torres de champaña
y me agasajan en castillos y viñas.
A veces evado pitas descomunales
y, si pifio, me corrigen mis segundos.
Tengo montoneros para todo
y una docena de asesores de imágen.
Me muevo en la pelambre de los pobres
y en la sucia diligencia de los viejos.
Voy a los hospitales y llevo unos payasos.
Prometo sequedales y lloviznas,
islas densas y ciudades increadas.
Siempre salgo en defensa de lo inmaculado:
mis ardides son del todo gestuales.
Soy sagaz y parezco muy sereno.
Mi fórmula es prometer y prometer
y llevarme el dinero y los impuestos.
Soy el politiquero hecho candidato
y busco hasta el último voto.
A todos engaño con cariño
pues mi corazón es veraz adivinanza.