Hoy, antes ustedes; estudiantes universitarios, voy hablar de quién soy yo, hasta ahora un total desconocido en la política. Nací en una colonia popular como muchos de ustedes. En mi niñez me dijeron feo, me dijeron negro cambujo, me dijeron con cariño hijo y me la creí, en la escuela me dijeron buen estudiante, terminando la universidad me dijeron arquitecto y me la creí, en el trabajo me dijeron amigo, compañero y me la creí, luego mi esposa me dijo te amo y me la creí, pero lo que más creí es cuando mi hija me dijo papá... y por todo estos sentimientos que me dijeron y, en sí, porque son parte de mi vida como hombre, ahora soy feliz, Además, me declaro un ateo contradictorio. Sin embargo, no quiero la compañía del Diablo cuando alcance el momento supremo de seguir a la única mujer que no quiero todavía voltear a ver, porque todavía tengo muchos sueños.
Cada otoño se nos cae una hoja de nuestra existencia, por eso gozo el frío del invierno, el canto de los pájaros de la primavera, y las puestas del sol del verano. Esas preciosas y sencillas cosas, que los amos del mundo, todavía, no se les ha ocurrido vender, las cuales acompañan mi tristeza, despidiendo cada año con mi silencio a mis familiares, a mis amigos que ya se me adelantaron, a quienes les creí más sus consejos, que a los propios sabios o a esos grandes escritores del ¨marketing¨, quienes intentan enseñarnos a comportarnos en la vida como si no supiéramos que existe el Bien y el Mal, muchas veces por instintos y alguna veces, mezquinamente, oficializados. Lo cierto es que se compran bombas para defender o defenderse de las guerras en el nombre de Dios. Lo cierto es que desaparecen héctareas de bosques para sacar de la tierra un kilo de oro. Lo cierto es que hay narcotráfico porque hay marihuano pobre y marihuano rico. Lo cierto es que se asesinan animales para tapar el lujoso cuerpo de la moda. Y así se invierten millones de dólares en negocios ¨legales e ilegales¨, destruyendo a la humanidad con el consumo que desperdicia más de lo que necesita. Sin embargo esos miserables que destruyen el mundo, produciendo riquezas innecesarias no se llevarán nada al pozo, menos si los hacen cenizas, como le he pedido a mis familiares que me conviertan hasta ese último suspiro de intentar revertir ese mundo feo con pequeños detalles como darle parte de mi pan a ese niño de la calle, que me pide dinero enfrente de un restaurante o ayudarle a encontrar su camino al ciego que ha perdido su dirección en el metro. ¡Por favor¡ entreguen esas señales cuando tengan hijos y verán que aprenderán más que con una orden, pues como muchos dicen, pero que han olvidado, el mundo que nos rodea es el mejor ejemplo para todos. Les cuento otra paradoja: Aunque me dan miedo sus vírgenes y jesucristos, cuando voy huyendo de la injusticia y de la palabrería de los políticos que viven en y, de la democracia sin practicarla, el único espacio donde puedo descansar y encontrar tranquilidad espíritual son en todas las iglesias antiguas donde respiro el silencio, el incienso y la vieja humedad impregnada en los muros. Y cerrando los ojos, evito a todos esos dioses con caras de sufrimiento y ensagrentadas, que deberían ser retirados de esos recintos religiosos porque hacen llorar y espantan a los niños. Pero, bueno, la psicología de la fe, de esperanza y de caridad es otro rollo porque no he venido hablar de ellas o, quizás, sin quererlo ya he hablado. En realidad, cada quien encuentra en el camino sus piedras y algodones, que nos marcaron y nos seguirán marcando nuestros traumas; esos que hicieron y harán huecos en nuestras almas sin que los veamos en nuestras fotos familiares, recordando las nostalgias de ese tiempo silencioso y transcurrido, algunas veces con gestos amargos, algunas veces con gestos felices sin que se vean también en dichas imágenes las lágrimas corridas sobre nuestras mejillas, a las cuales con los años le saldrán esas arrugas; significado de humillación por una juventud que olvida la vejez sin pensar en los se sintimientos de sus corazones, a pesar que su memoria puede estar fragmentada, balbuceando el pasado del cual, en realidad, debemos aprender para arreglar esas cosas mal hechas, con el fin de buscar un futuro mejor, donde nacerán mis esperanzas y creer que todavía existimos para seguir buscando nuevas sueños que los invito a realizarlos conmigo: una persona de pueblo que no va a dar nada, pues no tiene dinero, pero si administrará nuestro querido país con honestidad...Muchas gracias y no olviden, ustedes son el futuro de México.