Tus pechos
Publicado en Feb 08, 2015
Con esa fuerza telúrica que mueve y transforma, el movimiento grandemente elocuente de tus formas y manifestaciones; estas consagran el triunfo soberano de mis ojos beligerantes y esos pechos fértiles, que generosos asoman entre el sustrato de esa prenda florida. Ruego para que concedieras a la más noble de mis manos las grandes mercedes territoriales de su conquista, hasta llegar más allá de las fronteras de lo visible.
Mis manos puestas en el lugar justo, llegaron para fecundar las tierras vírgenes de tus pechos y ellas comprendieron que sin mis manos no podrían sobrevivir, menos aun sin el monopolio de mis intereses. Tus pechos de tan profundas raíces, tan trascendentales para el destino de nuestros frutos, tienen la audacia de tus miradas, tienen en lo extraordinario el afán de auscultar el deseo puro de mis manos, en tus pechos se puede ver la fe inmensa de su fruto que generosamente se regala en esa batalla cuerpo a cuerpo y yo con el arma en la mano defendiendo la lucha armada por la riqueza de tus formas. Después de la segunda batalla me he dedicado a perfeccionar mi posesión colonial sobre tu cuerpo y tu lecho, donde somos nosotros suavemente mesclados. He aquí, en tus formas, la fórmula de tu dominación, que impone y fija el ser de mis anhelos, y es la medicina para todos mis males. Al principio lo descubrí en sorpresas, en pequeñas batallas, escaramuzas las cuales van madurando, conquistando nuevas formas de unirnos, aumentando el ser de mis pasiones hasta alcanzar a dibujar la raya en la arena y esta se vuelve dilema; atrás está nuestro pasado, la libertad sin cadenas, libre de compromisos, del otro lado; nosotros y eso que podemos construir; pero también está el miedo a no saber llevar ese pacto de dependencia, a no saber romper las contradicciones. Inevitablemente la raya divide y nosotros lo descubrimos en nuestros áridos mutismos que no saben callar el silencio de nuestra cama No fueron poderosa mis manos para callar nuestras diferencias para aquello que es y debe ser la causa de nuestro espíritu disconforme, nos cuesta decir lo que está claro: Lo que no podemos avanzar por la senda de las condiciones concretas.
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