Un carnaval se ha ido diluyendo en tinta pasajera
del huevo un polluelo, de su pluma el encanto un vuelo.
Ha vuelto a recubrirse en sandilabazas y sonajera
es su cíciclica vida que de golpe, ¡zas! se va al suelo.
 
¡Oh Jirafante dime dónde vas montado en ese triciclo!
¡Dime si te has comido las horas de una mente escuálida!
¿O ha sido acaso narvales del ártico en eternos pasos biciclos?
¿Se ha ido de ti acaso la invierna y beluga claridad de tu esencia pálida?
 
¡Cuidado anda un roble allí fumando la vanidad!
del hongo la espóra, de las estrellas su hermosidad.
Se ha vuelto incoforme la maribélula del vaho oscuro
y se ha posado en juncos danzarines de greda o pasta muro. 
 
Deja que las magnolias lloren para abrigar peces de plata,
mantén la sonrisa y lleno el corazón de rojo escarlata.
Que jamás podrá borrarte la cruel lógica de la razón,
ni si quiera su arma fuerte, el venenoso Escorleón.
 
Se fuerte, ignora al rinopótamo cobarde y nervioso,
que sólo han oido de conestruces desmixturadas.
No saben de piñocos ni desiertos fríos y brumosos,
ni de vacamellos que hacen trucos ni de magia apresurada.
 
¡Oh Jirafante dime que anhelas en este mar de sin razón!
¿Es que acaso te has vuelto loco y solo quieres pavimento?
¡Quieres tocar un flautín de fresco fresno para oír su canción!
¿Podrías adivinar si en aquellas notas te conviertes en sentimiento?
 
 Has llegado donde el olor es dulce melodía,
has encontrado a Feliz en el océano de la melancolía.
Has podido derrotar al amigo de la creación en una colisión,
te has podido sumergir en una grande y fuerte decisión.
 
Ésta fue la historia de un Jirafante que decidió plasmar,
en la mente de su creador pensante su eterna ánima.
Que dejó de ser pensamiento para poder salir a mirar,
en forma de sentimiento, metido dentro de una lágrima.