LA CODICIA DE LOS MARRANOS
Publicado en Oct 06, 2014
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Estaban los zanates en espera de las migajas de pan, que les aventaban algunos niños del pueblo, cuando escucharon que los padres de los infantes iban a destruir la selva porque querían encontrar unas piedras brillantes. Esa mañana se perdieron el desayuno. Inmediatamente, fueron volando a dar el chisme a los otro animales. La fieras empezaron a rugir, los roedores empezaron a enviar sus ondas ultrasónicas, los pájaros empezaron a cantar. Unas horas después un grupo de animales habían tomado un solución: los roedores iban a ir en la búsqueda de lo que para el hombre era su perdición: la ambición.
En unos días las ratas, los conejos, los topos por tierra y las nutrias por agua, empezaron a abultar con pequeñas, medianas y grandes rocas minerales un montoncito que durante los días se transformó en una hermosa montaña que relucía con los rayos del sol, la cual los otros animales camufearon con diferente hojas prestadas por los árboles para que el resplandor de esta cumbre no llegara al pueblo. Cuando la montaña empezó a desparramarse, lo animales iniciaron su plan: todos los miembros que no participaron en la colecta de esa ambición de los hombres del pueblo, iban a ir durante un par de noches muy silenciosos a plantar cada piedra encontrada en los terrenos de cada casa del pueblo. Un día vieron llegar a los buscadores de tesoro con sierras de cadenas, palas, picos, con las cuales los depredadores empezaron a arrasar todo lo que encontraban en su camino. Ahí, no sólo murieron árboles que habían regalado sus hojas, sino algunos héroes que los agarraron cansados, después de haber hecho esa labor de defender la selva que le quitarían algunas héctareas de jungla, desvastdas por la avaricia de tenerlo todo. Afortudamente, algunos niños de pueblo se comían la tierra de los jardines donde jugaban. En consecuencia, algunas madres empezaron a ver que el excremento de sus hijos, no solamente apestaba, sino empezó a brillar con el reflejo de la luz artificial. A pesar de hedor lavaron en unos sartenes con filtro la caca de sus hijos, ahí empezaron a salir en toda su plenitud la pepitas de la ambición. Los padres de los niños, pensaron que, ahora sí, habían encontrado a la gallina de huevo de oro, así que decidieron regresar con toda su herramienta, a donde ellos pensaron que estaba la mina. Destruyeron todo por donde pasaban, algunas veces, se llevaron un par de niños de esos que se comían la tierra que, despistado se encontraba jugando en el jardín, pero, en verdad, no importaban, ni sus madres soltaron una lágrima por ellos, ni cuando destruyeron cada una de las casas con el fin de acumular todas las piedras que los animales habían regado por todo el pueblo. Cuando una vez más, se desparramó la montaña que habían acumulado los animales, los nuevos millonarios fueron a vender su tesoro. Inmediatamente que el joyero comprador lo observó con su lupa, les dijo que las pepitas eran de pirita falsa, que los dejó más sucios que los marranos, también arrastrados por uno de los errores de hasta de los dioses: La codicia...
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Foto del autor Carlos Campos Serna
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Descripción

Codicia

Palabras Clave: Codicia

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Fanfictions


Creditos: Carlos Campos Serna

Enlace: Carlos Campos Serna


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