MI PRIMER INTENTO DE SER ESCRITOR III
Publicado en Jul 07, 2014
Prev
Next
Image
Entonces comienzo a recordar... Nací en una ciudad al borde del Océano Pacífico Mexicano. Ahí, la miseria, la basura, la falta de conciencia ecológica y el analfabetismo se ven en todas las esquinas de este puerto donde andan niños y niñas pidiendo limosna. Quizás, alguno de ellos si no los alcanza las drogas o la muerte, vendarán sus cuerpos virginales e inocentes a los turistas a cambio de combatir la pobreza y el hambre en que se encuentra un gran número de familias.

Cuando era pequeño creía que este puerto era lo máximo en el mundo. Por medio de propaganda, los políticos, los empresarios hoteleros y la mayoría de los medios de comunicación, nos envuelven con sus mentiras, manteniendo al pueblo en una esfera de ignorancia entre el sol, el mar, las cervezas y las discotecas, que hacen a este puerto ¨El Paraíso de América.

Soy el décimo tercer hijo de padres que provienen de un pueblo de campesinos. Mi madre dice que seis de sus hijos murieron por causas naturales. Sin embargo, eso no lo creo. Estoy convencido de que mis hermanos murieron por la falta de una buena atención médica, la cual no existía en el pueblo y que en muchos rincones del territorio sigue faltando.

Mi papá-abuela, era una mujer de piel obscura, con raíces de Kuntas y Bintas. Ella no medía más de un metro y cuarenta centímetros. Tenía virtudes de curandera, heredadas por sus antepasados africanos. Cuando mis hermanos y yo caíamos enfermos ella nos curaba con medicina tradicional y herbolaria, medicina alternativa en estos tiempos de progreso y contaminación. En ocasiones, los recién nacidos tenían fiebre y los médicos no encontraban las causas de esa temperatura. Ella diagnosticaba que la criatura tenía el mal de ojo. Mal provocado por adultos que no tocan a los niños por quienes se tiene cierta atracción. La curación consistía en pasar, por algunos minutos, un huevo y albahaca mezclada con agua de colonia en el cuerpo del niño enfermo; enseguida de romperse el huevo, aparecía en la yema una bolita negra parecida a un ojo. Como por arte de magia, después de cinco horas de haberse hecho esta operación, la fiebre desaparecía. Desde entonces, cuando veo a un recién nacido y siento cierta atracción por él, tengo que tocarlo para evitar que se enferme con mis vibraciones de envidia por su belleza.

Muchas veces me espantó el sueño con sus historias de seres sobrenaturales. Nos hablaba de la llorona, el chaneque o la diabla. En las pesadillas yo me extinguía en pedazos, atrapado en un abismo rojo sin fondo donde me esperaba Satanás con sus grandes alas para atraparme en su lecho. De inmediato era despertado por mi mamá con bruscos movimientos protectores, quien se daba cuenta de mi sufrimiento por los gritos de pánico escuchados por toda la casa. Mi papá le prohibía a mi abuela contarnos dichos cuentos. Pero ella, a pedido nuestro, volvía a narrarlos con la complicidad nuestra y una esquina en penumbras, cuando la grandeza del sol había desaparecido atrás de la inmensidad del océano Pacífico.

En cuestiones de amor tenía dos técnicas de conseguirlo y olvidarlo: para atraerlo, tenía un polvo a base de orejas de un burro negro, las cuales previamente eran tostadas y pulverizadas. La ceniza debía agregarse a la comida del hombre o mujer deseada para obtener su amor.

Para dejar de lado "la herida del amor" explicaba que se debería escuchar en exceso música tropical: ritmo alegre que hace levantar el ánimo perdido. Decía también al herido que debía dormir con todas las mujeres u hombres posibles, según el caso, hasta sentir la herida cerrada. Ella expresaba que esta lesión no deja cicatriz en el corazón, sencillamente se olvida. Tampoco se espantaba con los casos raros, es decir, cuando un hombre quería olvidar a otra persona de su mismo sexo.

En aquellos tiempos no se hablaba abiertamente sobre cosas sexuales, pero su receta resultaba exitosa. También comentaba que una nación tiene su futuro en los niños y por ese motivo las mujeres son el pilar de ésta, por lo tanto sólo ellas pueden ser madres. Entre risas decía que las mujeres controlan a los hombres sin que ellos lo sepan. Se separó de su hombre con tres niños a cuestas. Creo que sin saberlo, ella fue la primera y hasta la fecha, la única feminista de su pueblo.
Página 1 / 1
Foto del autor Carlos Campos Serna
Textos Publicados: 361
Miembro desde: Apr 11, 2009
0 Comentarios 322 Lecturas Favorito 0 veces
Descripción

¿Escribir lo más fácil y conocido. Mi vida en anécdotas, sentimientos, hechos, costumbres? ¿Por qué no? ¿Hacerla una historia narrada? ¿Por qué no? ¿Qué es una historia? Recuerdos. Entonces comencé a recordar y desde ahí observé menos tele y a leer más libros...

Palabras Clave: escritura literatura textale

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Relatos


Creditos: Carlos Campos Serna

Derechos de Autor: Carlos Campos Serna


Comentarios (0)add comment
menos espacio | mas espacio

Para comentar debes estar registrado. Hazte miembro de Textale si no tienes una cuenta creada aun.

busy