Don Quijote no se calentaba los cascos (Reflexiones)
Publicado en Jun 26, 2014
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En esta vida cultural/escultural de nuestro querido Mundo se cometen muchos errores de interpretación. Don Quijote no se calentaba los cascos sino que quien se calentaba los cascos era Rocinante. Así lo dejó escrito Don Miguel de Cervantes Saavedra. Don Quijote iba montado pero quien se calentaba los cascos no era él sino Rocinante. Por eso, de posada en posada, había que alimentarle de buen forraje y Cervantes, siempre al quite como Machaquito, no olvidaba este aspecto de su inmortal novela y lo tenía muy en cuenta. Al igual que lo que le sucedía a Rocinante les sucede, hoy en día, a muchos seres humanos. Se calientan los cascos como Rocinante porque no comprenden a Don Quijote. Por lo menos queda el consuelo de que Sancho Panza era testigo directo. En directo, y sin erróneas interpretaciones de mal gusto, Sancho Panza servía de Acta Notarial para demostrar que quien se calentaba los cascos no era su señor sino el pollino de su señor, entiéndase por pollino a Rocinante. No sucedía lo mismo con el señor cura, el señor maestro, el señor barbero y hasta el señor bachiller (que aparecían de vez en cuando) porque rumiaban más que Rocinante comiendo el forraje de las Maritornes de turno. Don Miguel de Cervantes Saavedra lo dejó escrito muy claro del todo.
 
Alimentar la imaginación es tener mucha cordura. Por eso Don Quijote imaginaba tantas situaciones de las que salía disparado con Rocinante calentándose los cascos para no terminar apedreados por los ganapanes que tenían tan mal carácter que, como sucede en nuestra querida La Mancha, algunos como Pedro Alomodóvar y otros sucedáneos de igual pelaje agarran unos enfados que no los pueden soportar ni sus ángeles de la guardia. Y es que no guardan lo que tienen en casa y, claro está, terminan por desesperarse calentándose los cascos. Para conocimiento de mis amigos lectores y mis amigas lectoras tengo que aclarar que no es lo mismo galeotes que galileos. Y que muchos, en nuestro redondo Mundo, confunden a los barcos de remos navegando por el Mediterráneo con las quietas y mansas aguas del Mar Muerto. En fin, que quien a buen escritor se arrima vaya pues esta rima: "Se le calientan los cascos a los que siempre hacen ascos". Para reflexionar.
 
Reflexionemos. Los adornos en las frentes están muy de moda en los días de hoy, pero es muchísimo mejor dejarlos en el olvido aunque, para algunos, sea ya demasiado tarde. Y es que Don Quijote llegaría a decir: "¡Válganos Dios, mi amigo Sancho, que en verdad es mejor el remedio que la enfermedad!". Don Miguel suelta una carcajada cuyo eco retumba en toda la Historia de la Literatura Universal.  
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Foto del autor José Orero De Julián
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Descripción

Reflexiones de carácter social.

Palabras Clave: Comunicación Divulgación Reflexiones Pensamiento Conocimiento Realidad Verdad Fe Cristianismo.

Categoría: Conocimiento

Subcategoría: Instrucciones



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José Orero De Julián

Sí, Lucy. Pero es necesario saber que existen los Milagros de la Transformación con los cuales lo irreal deja de ser irreal. Cuando expreso que Dulcinea era la más bella mujer del mundo no sólo lo digo por cómo la ve Don Quijote sino por cómo se llegó a transformar.Y hablo de una mujer real. UN SALUDO CORDIAL.
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June 27, 2014
 

José Orero De Julián

Muchas gracias por tu comentario Lucy. Aciertas en tus planteamientos pero, si te das cuenta al volver a releer la historia, Don Quijote llevaba razón y Dulcinea era la mujer más bella del Mundo. ¿Sabes por qué? Porque tenía algo muy especial y de mucho poder que se llama Fe en el Amor. La Fe en el Amor nos transforma tanto por dentro como por fuera. Esa es la verdadera realidad de Don Miguel de Cervantes Saavedra. UN BESO AMISTOSO Y GRACIAS POR COMENTAR.
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June 27, 2014
 

Lucy reyes

Es cierto, la fe mueve montañas, es in-negable que para Don Quijote, Dulcinea era la mujer más bella del mundo. Precisamente, la idea de Don Miguel de Cervantes fue crear un ser femenino, perfecto en la mente de Don Quijote y fue tan perfecto ese ser, que jamás decayó la fe. Desde el momento de la creación, hasta el final permaneció viva esa bella mujer irreal, pero que la fe del Caballero de la Triste Figura la llevó hasta su sepultura.
Cordial saludo.
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June 27, 2014

Lucy reyes

Creo que si a Don Quijote no se le calentaban los cascos, era por su ingenuidad, por creer en los encantos, sin darse cuenta de las burlas, de los engaños, de las mentiras de quienes lo rodeaban, como doncellas, el cura, el barbero, el duque, la reina, el bachiller, otros tantos y, hasta Sancho Pansa que siendo su fiel escudero, no tuvo inconveniente en llevarle una labradora, fea al cerro de Montesino y hacerle creer que ella era Dulcinéa y Don Quijote esperanzado en ver a su bella amada creía que cuando Sancho Pansa terminara de darse los miles de azotes prometidos, sin darse cuenta que tales azotes se los daba a un árbol, así desencantaría a la humilde labradora y poder ver a su amada Ducinéa.
Es tan bella esta obra de Miguel de Cervantes, que quisiera seguir comentando.
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June 27, 2014
 

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