Duro de cocer, duro de comer. Año 2001 después de Jesucristo. Estoy llegando al final de mi periplo laboral por las tierras ecuatorianas. A partir de 2001 se me abren nuevos horizontes. Si he sido duro de cocer es que he sido duro de comer... pero hablando de comer todavía recuerdo las tardes que tenía que almorzar en el establecimiento de mi vecino de barrio "El Informático", amigo, a su vez, de mi vecino de barrio "El Separado". Me hace gracia recordar estas cosas y el anuncio de Os Coqueiros, debajo del gimnasio donde los "cachalotes" ecuatorianos se ponen "cachas" no sé para qué porque la verdad es que no asustan ni a los más pequeñines del barrio de La Gasca.
 
Ha sido todo un periplo laboral extenso e intenso, con tantas anécdotas por recordar que en mi memoria hay un listín de sucesos más largo que el listín telefónico de Pichincha. Y es que, a veces, me he estado entreteniendo horas enteras, por aquello de ocupar tiempos de ocio, repasando apellidos de dicho listín. No por aprenderme nada de memoria sino por jugar al "veo veo" mientras oteo las hojas y voy recitando apellidos. En cuanto a Os Coqueiros son helados de coco que he comido con sumo placer.
 
Duro de cocer, duro de comer. A pesar de unos cuantos holgazanes y truhaneros de los que se las dan de vivos ninguno de ellos me ha podido cocer y mucho menos comer. En cuanto a mí se refiere he cocido todo lo que he podido y he comido todos lo que Dios me ha permitido comer. De las chavalas latinoamericanas hablo otro día.