Sucedió el primer día que visitaba yo el Hogar del Pensionista en Molina de Segura (Murcia) allá por el mes de febrero o marzo del año 2014 después de Jesuscristo. El asunto es que vi a un personaje, muy cerca de la puerta de entrada a dicho Hogar, vestido de tal manera, con un flamante colro zaul y una chapa metálica en la chaqueta, que yo creí que era un vigilante de PROSEGUR contratado por el IMAS para controlar la entrada de personas al hogar. Así que, de manera caballeresca y con toda clase de educación y respeto, le pregunté que si era el vigilante de seguridad de este local. El individuo ni se molestó, mostrando una total falta de educación y de principios de cordialidad, en constestarme. Hasta que salió a la calle Juan, que es un amigo de verdad, y me dijo que no, que aquel individuo no era un vigilante de seguridad aunque había algunas personas que así lo creian o creían que era cosas peores; de lo cual ni mi amigo Juan ni yo tenemos la culpa ni nos sentimos responsables. 
 
El caso es que , desde aquel primer día que le confundí con un empleado de PROSEGUR (lo cual es tan honroso como cualquier otro trabajo), el citado personaje ni se digna hablar conmigo, ni me da los buenos días ni las buenas tardes (lo cual no me importa porque yo hago lo mismo con él y santas pascuas tengamos los dos) y, lo que es peor, escupe continuamente al suelo (lo cual yo no hago porque tengo muy buenas costumbres que parece que él las ha olvidado). El caso es, también, que siempre le veo serio, huraño como un hurón, aislado de los demás y bebiendo algunas copas en la barra del bar; con lo cual cualquiera puede pensar que es un vigilante de las "toñas"; aclarando que "toña", en lenguaje castizo madrileño, puede signficar melopea o dar patadas en las espinillas y los tobillos de un  rival jugando al fútbol. No tengo por qué decir a cual de las dos definiciones me estoy refiriendo yo y no tengo por qué aclararlo mientra él ni me dirige la palabras ni me da los buenos días ni las buenas tardes, además de escupir en el suelo poniendo siempre cara de estreñido; así que no sé por qué se ha enfadado tanto conmigo por haberle confundido con un empleado de PROSEGUR (lo cual es digno por cierto) y tiene tal berrinche que supera a Don Berrinche el de los tebeos de mi infancia.
 
Dicen que las personas muy inteligentes tienen muchos despistes en sus vidas cortidianas. Yo no me las doy de más inteligente que nadie pero, en este sentido, tengo una colección de despistes tan monumentales desde que nací hasta el día de hoy que podría escribir todo un volumen literario de miles de páginas contando todos esos despistes. Hasta a veces he confundido el portal de mi vivienda y me he encontrado en el 17 en lugar del 71. Y yo creo que por un despiste tan tonto como confundir a ese persoaje serio, huraño, adusto, solitario y que empina copas en la barra del bar, con un vigilante de PROSEGUR (aunque sea vigilante de las "toñas") no es para tener que retirarme su palabra y no darme los buenos díaas ni las buenas tardes y además escupir siempre al suelo que, además de mala educación es mala costumbre y mal ejemplo para las generaciones de niñoos y niñas que juegan en la plazoleta. Pero como a mí ni me preocupa lo más mínimo lo que hago o piense este personaje del Hogar, digo lo de "los que se van por los que entran" que es una frase de un amigo mío con el cual me suelo saludar muchas veces a través del plasma de la televisión. Me refiero a José Mota, que no tiene ninún parentesco con Guillermina Mota ni con una Guillermina que conocí yó en el "Círculo Luisiano". Esto me recuerda a "Os Luisiadas" del portugués Luis de Camoes. Y es que me gusta pertenecer a los círculos culturales del Hogar de Molina de Segura (café tertulia y taller de lectura) mientras comparto senderismo para ensanchar el abanico de mis amistades. 
 
Por eso, que el vigilante de las "toñas" no quiera saber nada de mí pues, para ser sincero del todo y llamar a la cosas por su vedadero nombre, me la suda por mucho que él escupa en el suelo dando tan mal ejemplo de ciudadanía porque hay niños y niñas que están jugando en la plazoleta y nos observan. En definitiva, que paso del todo del que parece vigilante de PROSEGUR aunque no lo sea o, a lo mejor, es que lo fue en tiempos pasados y lo añora tanto (lo cual es normal si se divirtió siéndolo) que viste de forma tan parecida. Buenas tardes nos dé Dios a los que vigilan y a los que somos vigilados sin tener nada que ocultar. Cosas veredes de la vida. Don Berrinche o la nostalgia del PROSEGUR.