Felices días de fiestas y jolgorios infantiles. Cuando mi abuelita materna decide llevarnos al Parque de la Fuente de El Berro, a los tres pequeños (a veces acompañados por José Ángel, el comunista de los Merino) se nos pone la cara felizota de tanta alegría que la satisfacción nos sale a relucir por todos los poros de nuestra piel. Sabemos que, aleccionados por nuestra abuelita materna, vamos a tener que estar al loro cuando los padrinos salgan de la iglesia y toda la chiquillería de las barriadas colindantes a la calle Jorge Juan, la del cantautor (o lo que sea) Luis Eduardo, vamos a tener que entonar lo de "¡Eche padrino eche no se lo gaste en leche! ¡Eche usted padrino no se lo gaste en vino!". Y es que estamos muy bien entrenados por nuestra abuelita materna en esta intrépida y valiente acción de apoderarnos de algunos céntimos que otros, pies para que os quiero y hay que usarlos para pisar las perrillas y evitar que otros se las lleven, que nos van a servir para endulzarnos la tarde con alguna piruleta que otra.
 
Conseguido el objetivo, lo primero que vemos es a los pavos reales machos dándoselas de importantes con sus alas abiertas mostrando más colores que los que vemos en el caleidoscopio regalo de El Corte Inglés. Nos partimos de risa viendo a estos pavos reales dándoselas de importantes mientras damos las primeras chupadas al pirulí (los cigarrillos serán para cuando seamos un poco menos infantiles y conozcamos a las primeras chavalillas de nuestras vidas por lo menos en cuanto respecta a mi persona y personalidad) ya que mi persona y personalidad comienza a desarrollarse en estos días de fiestas y jolgorios infantiles.
 
Tras lo de la risa viendo a los pavos reales dándoselas de importantes cuando solamente son gallináceos nada más, viene lo de beber en los vasos de plástico extensibles agua de la fuente fría (mientras a mi memoria llega lo de "Fontefrida fontefrida fontefrida y con amor que tengo bien aprendido desde mis primeras lecturas de poemas de hazañas medievales que se llaman cancioneros castellanos) y después a correr un poco para estirar las piernas y ponerlas fuertes para jugar al fútbol y canear de lo lindo a los chuletas de la calle de Alcalde Sáinz de Baranda de Madrid (a los que se ha unido José Ángel el comunista de los Merino) que no hacen más que palmar y palmar y volver a palmar hasta que se cansan de perder ante nosotros y se dan por definitivamente derrotados para toda la vida de mi carrera futbolística. Comienzo a ser un líder.