Iluminado desde que aquel rayo de sol acarició su rostro al nacer
protegido por el infinito cariño que el regazo de la luna le brindó cada anochecer
no vivía nada más que un sueño en su realidad, recorría el mundo sin vacilar.
 
Despedazando el camino recorrido mientras su cadencia impresionaba al viento
creyéndose dueño del mundo cuando fijaba sus metas, jamás sintió lamentos
veía su vida llena de felicidad, mientras ignoraba al mundo que dejaba atrás.
 
Sus sueños maquinados en su mente los materializaba con sus manos
no importaba el presente, tampoco el ayer, no existía el pasado
veía tan sólo lo que quería ver, hasta que sintió un dolor inmenso que lo hizo retroceder
 
Por años había acumulado un gran peso sobre sus brazos
no lo comprendía, pues no recordaba el pasado
unas cadenas invisibles lo ataron, pies y brazos
era el tiempo que con sus fuertes eslabones, lo fue destrozando.
 
Ni en su más tétrica pesadilla imaginó su cruel realidad
estaba completamente atado, rodeado por la tempestad
se sintió completamente inútil queriéndose liberar
intento varias veces no retroceder, mientras luchaba sin descansar.
 
Inevitablemente la divina sentencia abrió surcos en su cuerpo
y el manto del olvido se desprendió de sus ojos por completo
por un breve instante pudo ver todo lo que dejó pasar, todo lo que quedo atrás
imágenes que retumbaron en su mente dando golpes de campana al recordar.