Estoy en El Cole (Diario)
Publicado en Jan 28, 2014
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6 años. Tengo 6 años de edad, he salido del Nuesta Señora de la Almudena de Madrid y estoy en el Lope de Rueda madrileño con un maestro, enjuto y seco a lo Machado, que se apellida Ibáñez. No es el dibujante de los tebeos, ni tampoco Ibáñez Menta ni mucho menos Ibáñez Serrador o el Ibáñez del Athletic Club de Bilbao. Algo de Blasco Ibáñez sí que puede ser. El caso es que estoy aprendiendo mis primeras letras.Todo eso de "mi mamá me mima mucho", "toma tu tomate" y otras frases más o menos parecidas. 

Descubro, como ya he dicho en alguna otra ocasión, que el autopullman es el ómnibus y que el ómnibus es el autobús también llamado autocar. Época de aprender muchos sinónimos mientras miro a los demás que están en el aula. Por ejemplo, mirando a todos ellos, en mis primeras lecturas aprendo sinónimo de chaval como son, fijándome en todos los demás, niñato, rapaz, guacho, mozalbete, pilluelo, infantil, alevín, benjamín, cadete y otros lindos etcéteras, mirando a todos los que me rodean y me acosan en el aula, como zanguango, perillán, púber, lazarillo, chiquillo, chiquilicuatro, chicuelo, saltimbanqui y otros etcéteras también muy lindos mientras sigo mirándoles a todos, como zascandil, muchachito, tirillas, robaperas y cosas más o menos de ese jaez. Pero yo solamente soy un niño nada más.

Deletreo perfectamente lo de supercaligrafilístico y comienzo a esbozar ya mi caligrafía superlativa porque soy tan especial que me callo cuando tengo que hablar y que hablo cuando me tengo que callar. Cosas propias de la edad en un colegio del Estado. Don Vicente Ibáñez se sorprende de mis capacidades literarias cuando estoy comenzando a leer y que ya asoman cuando llegan las horas de demostrarlo pero, inexplicablemente no se da ni cuenta de que soy un genio de las letras y no hace más que ponerme calificaciones tan bajísimas que mi cartilla escolar parece un verdadero sembrío de calabazas; pero yo no me pongo nervioso por ello y en mi aparecen ya algo así como unos "brotes verdes" (que me perdonen los puritanos) porque aprendo que lo de "magas verdes" significa, mirando a los demás del aula, que no tienen ni idea de quién soy yo. Lo de "estar en Babia", "estar en Las Batuecas" o "estar pensando en las musarañas" vendrá más tarde si Dios quiere. Ahora sólo tengo 6 años de edad y, mirando a los que me rodean y acosan en el aula, pienso... luego existo... porque ya soy todo un filósofo de los sinónimos de la supervivencia y me defiendo como gato panza arriba en vez de enfadarme. Mirando a los que se llaman, en teoría solamente, compañeros de la clase (no sé a qué clase se refieren), aprendo algunos sinónimos muy lindos y pluscuamperfectos como mocosos, soplagaitas, titiriteros, chiquinadas, chinchillas, zampabollos, y hasta -mientras sigo mirando a los que me rodean y acosan- otros muchos más lindos y más pluscuamperfectos como tirapedos, tuercebotas, tronchapedos, pinchauvas, jarrapellejos y otras cosas más o menos parecidas como caganvilos o comemocos por ejemplo. o petimetres, gaznápiros y mamilotos. Algo que aprendo para saber defenderme yo solo, con el añadido de que tengo que defender y cargar con la responsabilidad de cuidar del Boni y del Maxi y defenderles también a ellos aunque no soy el hermano mayor de la familia.

Con Don Vicente Ibáñez aprendo rápido a hacer como que no me entero de nada pero me estoy enterando de todo y no permito que ninguno de todos estos teóricamente compañeros, pero no en la práctica, me mojen la oreja aunque estén sentados a mi alrededor y me están acosando. Aprendo a ser tranquilo pero no le permito a nadie que me venza en las peleas; aunque sean gitanos o gentes de mal vivir. En el patio del recreo, la higuera no da frutos comestibles y de la fuentecilla apenas sale agua... pero el vaso de leche nunca falta en casa, ni tampoco ese colacao que me está haciendo más fuerte que los demás; ni esa botella de cocacola que me bebo hasta que me harto y le regalo las sobras a uno de estos miserables que se las bebe porque está ansiando recibir la chapa que luego lucirá en los recreos jugando al pañuelo ante la atenta mirada y el silencio del Boni, del Maxi y de mí. No me importa lo de la cocacola ni mucho menos lo de la mísera bolsita de plástico que le regalo para que se limpie los mocos con ella porque a mí no me sirve para nada. Estoy en El Cole de mis recuerdos infantiles. Se me da de miedo pensar en las chavalas guapas y dibujar, en mi mente, el rostro de las guapas chavalas en las que estoy pensando. 

31 días -según dice mi Mágico Solitario- tiene este enero del año 1955 después de Jesucristo. Sé un montón de cosas de la vida de Jesucristo mientras nadie de los que me rodean y me acosan saben quién soy yo. Es enero y hace mucho frío en el aula, porque la estufa no da más de sí y no nos calienta a los que estamos sentados en las últimas filas. Guardo casi siempre silencio pero no olvido. Hablando de Don Vicente, el maestro enjuto y seco a lo Machado que no hace más que ponerme suspensos tras suspensos en la cartilla escolar porque no tiene ni idea de que soy genial con las letras, quizás Vicente Lizcano tampoco sepa quién soy porque es el primero de la clase y está muy cerca de la estufa; pero estoy seguro de que Fornieres, Saturnino y Garzón, por poner solo tres ejemplos de todos estos chulanganos macarrillas en quienes me estoy fijando y a los que dedico todos estos lindos sinónimos que he aprendido gracias a lo que hacen ellos con los más inofensivos, ya sepan quién soy.

Y siempre sonriendo van pasando las mañanas en el reloj de mis experiencias... 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
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Foto del autor José Orero De Julián
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Página de Diario personal.

Palabras Clave: Diario Memoria Recuerdos.

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Personales



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