Hombres y mogovos (Novela - Cómic - Guión Cine) -Capítulo 3-
Publicado en Jan 21, 2014
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Zaida, Zyriab y Hugh están comiendo en la vivienda de éste último... 
 
- Hugh... me han dicho que sueles llorar por las noches y bajo la luna. ¿Por qué haces eso?
- Escucha, Zaida... ¡ojalá hubiese yo nacido siendo un mogovo!
- ¿Cómo puedes decir tal barbaridad?
- Porque siendo un mogovo podría tener quizás alguna oportunidad...
- ¿Tú también eres de los que piensan que los mogovos observan a los hombres y las hembras dorfus y pueden llegar a imitarnos?
- No es ninguna broma, Zaida. Es un hecho real que los mogovos pueden imitar algunas acciones que ven hacer a los hombres y las hembras del pueblo de los dorfus.
- ¿Tienen inteligencia suficiente para eso?
- No tienen inteligencia pero tienen instintos. Vosotras, las hembras de los dorfus, sabéis mucho sobre lo que son los instintos animales y de cómo los instintos animales pueden superar a la inteligencia humana.
- ¿Hasta el punto de someternos a todos y a todas?
- Hasta ese punto, Zaida.
- ¿Y tú que opinas, Zyriab?
- La inteligencia es un poder superior, pero el instinto es una fuerza brutal y cuando la fuerza brutal se impone es porque la prudencia se ha perdido. ¿Comprendes ahora por qué Hugh y yo somos pescadores en lugar de ser cazadores?
- Estoy empezando a entender...
- Estás empezando a razonar...
- Está bien, Zyriab. ¿Vas a unirte a mi grupo o no vas a unirte a mi grupo?
- ¿Qué quiere hacer tu grupo?
- La rebelión transformadora. Estoy hablando de una verdadera rebelión contra los hombres; pero vosotros sois dos hombres y no podéis comprendernos.
- ¿Crees que ni Hugh ni yo podemos comprenderos?
- Eso es lo que opino. Hugh no puede ayudar en nada pero tú sí, Zyriab.
- ¿En qué te basas para afirmar que Hugh no os puede ayudar en nada?
- Sólo hace falta mirarle...
- Entonces ya puedes empezar a comprender por qué llora por las noches bajo la luz de la luna y por qué preferiría ser un mogovo en lugar de ser un hombre. ¿Y crees que alguien que sufre tanto no puede comprender a las hembras que no estáis dispuestas a seguir sufriendo por culpa de la brutalidad de los cazadores salvajes?  
- Me estás haciendo dudar, Zyriab...
- La duda es un principio para llegar a ningún sitio.
- ¿Y eso? ¿De dónde sacas tú esa conclusión tan tajante? ¿Tú no dudas nunca?
- No es lo mismo dudar que ser prudente, Zaida. 
- ¿Y Hugh nos puede ayudar con eso de la prudencia?
- Por supuesto que sí. Quizás sea el hombre dorfu más preparado para conseguirlo.
- ¿Qué puede hacer Hugh, por ejemplo, ante un macho como Zarkón?
- Ponerle alguna trampa, Zaida. Hugh es tan inteligente que puede hacer caer al salvaje de Zarkón en una trampa mortal para acabar con su arrogancia. Hugh es más listo que el hambre. 
- ¿Eres capaz de hacer eso, Hugh?
- Si es por una causa superior sí que puedo. Estoy acostumbrado a engañar a los peces y los peces son más difíciles de engañar que los cuadrúpedos o cualquier otro bicho terrestre.
 
Zaida guarda silencio...
 
- Veo que no puedes asimilarlo, Zaida.
- No es eso, Zyriab.
- Entonces hablemos de otro tema. ¿Las hembras sois todas iguales?
- Creo que no, Zyriab, aunque todas sintamos lo mismo.
- Eso pasa también con los hombres.
- ¿Qué me estás queriendo decir, Zyriab?
- Que todos los hombres tenemos las mismas necesidades pero, al parecer, Hugh no tiene la oportunidad de demostrarlo.  
- ¿Y quieres que yo le dé esa oportunidad?
- ¡No! Hugh no necesita que ninguna hembra se sacrifique por él y yo no dejaría que tú lo hicieses.
- Es que tampoco iba a hacerlo.
- Lo sé, Zaida. Hugh sólo es feliz pescando y produciendo bellos objetos de barro cocido. Es demasiado artista como para pedir compasión alguna. Se ha acostumbrado a vivir al margen de la sociedad de los dorfus y la imaginación le ha liberado.
- ¿Cómo se puede alcanzar la liberación, Zyriab?
- Creo que quien mejor puede explicarlo es el propio Hugh.
- ¡Adelante, Hugh! ¡Demuéstrame que te has liberado y quizás consigas un premio muy especial!
- Si te estás ofreciendo a mí estás muy equivocada, Zaida. 
- ¿Tú crees de verdad que yo me estoy ofreciendo a ti? ¡Despierta ya, Hugh! ¡Eres un deforme y no creo que la deformidad sea una liberación! Yo no me he ofrecido jamás a ningún hombre salvo a uno y ese uno me ha rechazado. 
- ¿Frustrada?
- ¿Frustrada una hembra como yo por culpa de un hombre? ¡Deja de delirar, Hugh, y dime ya en qué consiste la liberación!
- Mides todo por la belleza de tu cuerpo, Zaida... y por eso tú y las de tu grupo que queréis liberaros os empeñáis en una tarea que es, hasta ahora, imposible de alcanzar. Lleváis mucha razón en vuestras reivindicaciones pero no habéis podido comprender todavía por qué mi amigo Zyriab no acude a los Bailes de las Hembras.
- Eso es lo que no comprendo.
- ¿Qué quieres decir, Zaida?
- Escucha bien, Hugh. No puedo comprender que el joven más fuerte de los dorfus no haga lo mismo que hacen todos los hombres fuertes de los dorfus.
- Pues eso es la liberación de la que estamos hablando.
- La Naturaleza es la Naturaleza, Hugh. Y si queremos encontrar un equilibiro perfecto es necesario dejar que la Naturaleza cumpla con sus funciones vitales.
- Pero ahí estáis equivocadas todas vosotras. El problema es que andáis siempre con trifulcas interiores y esa es la gran ventaja de los cazadosres salvajes. Nosotros, los pescadores, sabemos ser más solidarios con nosotros mismos y, de paso, con vosotras sin tener que ir contra la Naturaleza. Te hablo de la inteligencia y no de instinto nada más. Si al instinto propio de la Naturaleza le sumas la inteligencia del espíritu has conseguido la liberación.
- ¿Quién eres tú que hablas de tal modo? ¿Qué es eso del espíritu y qué tiene que ver ese tal espíritu con la inteligencia?
- Soy un marginado total. Por eso he encontrado la respuesta.
- ¿Seríais capaces, tú y Zyriab, de venir a nuestras reuniones para poder explicarlo y para que nosotras podamos entenderlo?
- Mientras sigáis siendo solamente gozo y placer para los cazadores salvajes no podréis descubrir nunca lo que es el espíritu humano.
- ¿Quién tiene la culpa de todo eso, Hugh? ¿La Naturaleza tal vez?
- No. La Naturaleza es siempre sabia. Yo digo que la culpa es del egoísmo, pero esta palabra está muy mal empleada. No es fácil conocer a ninguna persona que sea la más egoísta del mundo. Lo que ocurre es que llamamos así a cosas muy diferentes y distintas, ya que casi todos los hombres del pueblo dorfu tienen el corazón en el bajo vientre y no en el pecho. Todos seríamos capaces de construir una nueva forma de vivir si tuviéramos el corazón en el pecho y no en el bajo vientre como ocurre con la inmensa mayoría de los hombres dorfus. Por eso, porque son incapaces de sentir de verdad lo que hacen, es preferible ignorar cuando se es ignorado.
- ¿Estás de acuerdo con todo eso, Zyriab?
- Algunos sólo pueden llorar en silencio, pero ese silencio es la luz de su liberación. Por eso soy pescador cuando todos quieren que sea cazador. Si un hombre se niega a ser lo que los déspotas quieren que sea es señal de que está fuera del alcance de los egoísmos ajenos y a eso se le puede llamar liberación. Lo mismo puede suceder con las hembras. Estoy de acuerdo con Hugh en que todos somos algo egoístas porque somos diseño de la Naturaleza pero el problema no es el egoísmo propio sino ser víctimas del egoísmo ajeno. ¿Cuántas veces elegís vosotras, las hembras, al macho... y cuántas veces os dejan los machos elegir a vosotras?
- Lo que dice la tradición es que nosotras seamos pasivas y los machos sean activos. Eso dicen ellos que es propio de la Naturaleza y que la Naturaleza es sabia por eso.
- Pero, en realidad, tú no lo aceptas... luego te contradices... y eso significa una de estas dos cuestiones: o la Naturaleza no es sabia o la Naturaleza no es creíble. ¿Cómo solucionas ese problema, Zaida?
- No puedo entender eso, Zyriab...
- Lo que quiero decir, en otras palabras, es que la Naturaleza no debe ser nunca una imposición sino una decisión. ¿Comprendes la diferencia?
- Empiezo a entenderlo. ¡Es muy necesario que vengas a una de nuestras reuniones para que nos puedas explicar estos temas, Zyriab!
- Yo creo que quien debe ir a vuestras reuniones es Hugh. Tiene más derecho que yo.
- ¿Por qué dices eso, Zyriab?
- Porque al ser un marginado no escucha los argumentos de los dioses y las diosas que son los culpables y las culpables de su frustración.
- Lo cual significa, Zyriab, que debes ser tú quien vengas a hablar con nosotras.
- No. Eso significa que la decisión final la tiene Hugh. O vamos los dos juntos o los dos hacemos como si nada estuviera ocurriendo.
- ¡Jajaja! ¡Muy bien dicho, amigo Zyriab! La ceguera de las hembras se ríe de ellas mismas y ahora nos reímos nosotros dos juntos. Soy el más feliz del mundo porque ellas no me dejan ver. Pero prefiero ser un ciego antes que conducir a un rebaño de subversivas que no saben lo que tienen que hacer.
 
Zaida se siente totalmente ofendida mientras se pone de pie estirando su esbelto y bello cuerpo...
 
- ¿Y vosotros dos os creéis superiores a los demás? ¡¡Me habéis defraudado por completo!!
- Vuelve a sentarte de nuevo, Zaida. Hugh sólo está filosofando. 
 
Zaida vuelve a sentarse ya más relajada...
 
- ¿Qué es filosofar?
- No te enfades de nuevo, Zaida... pero filosofar es pensar...
- ¿Y vosotros dos creéis que las hembras de los dorfus no pensamos?
- Ni Hugh ni yo hemos dicho tal cosa porque sería una aberración. Solo creemos que pensáis de manera equivocada.
- ¿Puedes decirme tú lo que es la forma acertada de pensar, Zyriab?
- Si vinieses alguna vez conmigo a pescar peces en el río, los dos a solas y sin nadie más presente, aprenderías en una sola mañana lo que es la manera acertada de pensar.
- ¿Te crees tan listo como para que yo caiga en esa trampa?
- ¿Qué crees que estoy pensando y a qué crees que me estoy refiriendo?
- A que me deseas pero no quieres aceptarlo. Estando más veces a tu lado es un serio peligro para mí. Te dije que tu oportunidad la dejaste escapar esta mañana. Mi cuerpo no pasa dos veces por el mismo lugar.
- Tampoco las aguas del río pasan dos veces por el mismo lugar, Zaida. Así que en ese sentido estamos a la par tú y yo. Si te invito a pescar junto a mí no es para ser un pecador sino para enseñarte algo que toda líder subversiva debe aprender antes de lanzarse a una batalla perdida de antemano pero que se puede, fácilmente, en conventir en una victoria final y rotunda. De esas victorias que sirven para ganar la guerra.
- ¿Tú no crees en nosotras?
- Creo en vosotras pero no creo en la forma de enfrentaros a la vida. Si queréis alcanzar el éxito no deberíais seguir siendo lo que los cazadores salvajes quieren  que seáis y sigáis siendo.
- ¿Qué quieren los cazadores salvajes que seamos y sigamos siendo?
- Violentas pero entregadas a la violencia porque la violencia es la mejor arma de todos ellos. ¿Comprendes ahora lo que Hugh está queriendo decir?
- ¡Tú eres un hombre muy extraño pero tu amigo Hugh es todavía más raro que tú!
- No hay mejor insurgencia que no ser como los demás. Es eso lo que todavía no habéis comprendido vosotras.
- ¿Por boca de qué dios estás hablando, Zyriab?
- ¡Jajaja! Escucha, Zaida. Todos los dioses son diablos y todas las diosas son brujas al servicio de esos diablos. Los han creado y las han creado el hechicero Windar y todos sus predecesores para tener sometido a todo el pueblo dorfu, hombres y hembras por igual. Si quieres venir alguna vez a pescar conmigo lo llegarías a comprender fácilmente porque creo en tu inteligencia y sé que no sólo eres la más bella de todas sino que unes tu gran belleza a tu gran inteligencia.
- ¡Estoy deseando hacerlo! ¿Puede ser mañana por la mañana?
- Mañana siempre es un buen día para saber más que hoy. No hay mejor día para conocernos en toda nuestra dimensión. Vivimos de día en día pero aprendemos de segudo en segundo. Quizás estés dando los primeros pasos para poder conseguirlo. Se acabó la comida por hoy. Mañana te espero en el mismo lugar donde me encontraste esta mañana y a la misma hora si es que no te arrepientes.
- ¡Una hembra como yo jamás se arrepiente de nada de lo que hace!
- Está bien. Yo, sin embargo, me arrepiento muchas veces de lo que no hago pero soporto la presión hasta el límite de quedar liberado precisamente por lo que no hago. Por eso estoy intacto hasta ahora y no he malgastado mis fuerzas como ese tal Zarkón y sus dos hermanos Walder y Briot. No es necesario ser muy inteligente para superarles sino simplemente muy completos.
- ¡Me pareces el hombre más interesante que he conocido y que conozco! Mañana por la mañana acudiré a la cita, Zyriab.
- Mañana por la mañana te estaré esperando, Zaida.    
 
 
 
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Foto del autor José Orero De Julián
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Descripción

Novela de Ficción, Cómic y Guión literario para Cine al mismo tiempo.

Palabras Clave: Literatura Prosa Novela Narrativa Cómic Guión Cine.

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Ficción



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