Para seguir jugando (Reflexiones)
Publicado en Jan 12, 2014
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Sigue doliéndome la muerte de Bonifacio. No me duele la razón, me duelen los razonamientos; no me duele la conciencia, me duele el corazón. Fue ayer mismo, hace tan sólo 24 horas nada más, cuando estábamos compitiendo con las chapas, no por batirnos los tres sino por ser los tres tal como somos. Nos dolían los dedos, pero el dolor no era nada, era la ausencia, era lo que no nos importaba sentir porque los tres jugábamos no para combatir sino para triunfar. ¿Dónde están ahora aquellos triunfos? Bonifacio ya no puede aspirar a nuevas victorias pero las victorias siguen acudiendo a mi memoria. No me duele la memoria sino que me duele este memorizar que se me pierde en el tiempo mientras sigo avanzando hacia ese punto de encuentro de mis 18 años de edad para seguir jugando. Quizás muchos no sepan leer en mis miradas el por qué de esta ensoñación continua, pero sigo sabiendo que tengo que salir del trabajo para reunirme con los dos y volver a formar ese trío inseparable que hubo alguien que lo desgajó. No culpo a quien puede tener la culpa; tampoco culpo al tiempo... pero es hora para seguir jugando. 
 
Hace 24 horas nada más que nos han dejado de doler los dedos a los tres, hemos descubierto nuevas fórmulas inéditas de juegos inéditos que nacen del interior de nosotros tres pero, ahora, sólo somos dos y sé que me volveré a quedar solo, otra vez solo, con mis sueños eternos animando el recuerdo pero demostrando que se puede volver a jugar. ¿Quién ha dicho y sigue pensando que un chaval de 18 años de edad ha dejado de ser un niño? No sé lo que pensarán los demás que tienen 18 años pero yo sigo siendo un niño que, en la edad de descubrir la vida en las calles, sigo jugando a las chapas aunque me duelan los razonamientos, me duela el corazón y me duela este memorizar el tiempo. ¿Y qué es el tiempo en realidad? Por eso no puedo crecer más allá de los 18 para poder seguir jugando esperando conseguir victorias para ellos dos. Nadie me ha preguntado jamás quien soy, en realidad, yo... pero tengo que seguir escribiendo verdades... para poder homenajear a los caídos por haber crecido más allá de los 18 años de edad dejando de jugar como niños.
 
Un niño de 18. Tan sólo soy y sigo siendo un niño de 18 jugando con chapas invisibles que se hacen realidad al atardecer, cuando los rayos del sol nos ilumina el rostro y nos calienta los dedos a los tres (ahora Bonifacio desde el tiempo de la eternidad) que seguimos jugando a este ejercicio de no crecer para mantener el entusiasmo de esas imaginaciones inéditas que a mí me han convertido en escritor. Y escribo: "Entre los dedos de la magia construyo sueños solamente para jugar con las verdades hasta convertirlas en eternidades completas". No sé qué pensarán los demás que tienen 18 pero yo quiero seguir siendo un jugador de chapas acostumbrado a que mis dedos me duelan en medio de la soledad y mientras la velocidad de las emociones siguen haciéndome sonreír cada vez que las pienso y las voy dando formas exactas para poder seguir jugando teniendo la misma Fe de siempre. 
 
Fue Albert Einstein quien dijo: "El mundo no está amenazado por las malas personas sino por aquellos que permiten la maldad". Me limpio los dedos del dolor y sonrío. Me da la sensación de que Bonifacio está sonriendo en el Cielo.  
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Foto del autor Jos Orero De Julin
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Descripción

Reflexiones de carcter social y cristiano.

Palabras Clave: Comunicacin Divulgacin Reflexiones Pensamiento Sociedad Conocimiento Sentimiento Realidad Verdad Fe Cristianismo.

Categoría: Conocimiento

Subcategoría: Instrucciones



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