Soltad a los perros negros.
Publicado en Dec 16, 2013
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Se extiende ante nosotros un panorama kafkiano cada mañana. Los alumnos se exprimen los sesos en sus pupitres, intentan aprobar las expectativas, llegar a la media, superarla, dormir las horas suficientes para rendir en sus deberes frente a un profesor que no sabe nada de ellos ni tiene la intención de investigar, pero que posee un mínimo instinto didáctico que le impulsa a ser profesor, y no astronauta, o afinador de pianos. Él espera con los brazos abiertos a que te determines a ti mismo como trabajador en cierto campo, él agradece que sepas dedicándote a qué vas a morir. Los días pasan y son encasillados en uno de esos tres volúmenes. Están ya establecidos los conocimientos a enseñar, la estructura a introducir, el ciudadano a crear en nuestros estudiantes embriones.
Repiten la misma canción cada día, con cada examen suspendido. Ese discurso sobre el futuro, la valía personal, la dureza de los acontecimientos venideros, no importa quién seas, no importa lo que hagas, porque lo que buscan de ti es tu expediente, acostumbran a decir.
Quizás recree la misma realidad, puede que estemos condenados a las cadenas de montaje el resto de nuestra vida. Pero algo falla, ¿no? ¿También es justo matar el alma? ¿También es lo correcto suprimir las llamas más profundas de la persona que hay dentro del estudiante? Ser de ciencias o de letras va a ser ahora un apellido que te perseguirá el resto de tus días.
¿Y si ésto no difiere tanto de aquellos niños, durante la revolución industrial, que eran educados exclusivamente para llevar a cabo una función?
Puede que esos niños supieran atornillar, o lo que fuera que hicieran, mejor que nosotros. Puede que tú, o yo, sepamos formular el metilpropilbenceno mejor que ellos, o hablar sobre las reuniones en la sala Versalles, pero al fin y al cabo, ¿no es a un mero adiestramiento a lo que estamos sometidos?
La culpabilidad llega, la mediocridad amenaza, como un perro negro, en cualquier esquina.
La presión de las evaluaciones. Las evaluaciones... somos números, somos expedientes. Lo último que quiero parecer en este momento es exagerada o dogmática, pero, ¿acaso tiene un mínimo valor nuestra persona en sí?
Somos lo que hacemos. Lo que hacemos son los trazos que dibujan nuestro ser.
Ahora volverás a sentarte, a escribir, a realizar redacciones que tendrán una nota del 0 al 10. Te preguntarás, o no, de que sirve todo esto. Te acojonarás porque tienes que hacerlo, la amenaza es demasiado potente, el precio de la apuesta, demasiado caro.
Pasamos cada día apretados en cien mil manos que esperan, que agarran, que ansían. Quieren nuestro dinero, quieren nuestro tiempo, quieren nuestra vida, nuestra productividad, quieren nuestros días. Somos cifras, cifras, cifras.
¿Es acaso justo que muramos? ¿Son justos los ataques de ansiedad, las depresiones? ¿Quién somos para pedir justicia? Si ni siquiera sabemos nada, somos fetos, somos personas en construcción, somos peores que todos vosotros.
Pido un respiro. Pido un cambio. Pido a personas, no alumnado. Pido interés, no desprecio.
Pido respeto a cada ser humano, que es algo más que el número en una lista.
Pido cercanía, pido futuro.
No un futuro como examen tipo test, una elección en una papeleta.


Pido que nos dejen el horizonte, un horizonte donde nosotros, como personas, construyamos los pilares de mañana.




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Foto del autor Dalia Sheen
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Descripción

Mi opinin a grosso modo sobre la educacin actual, un texto despechado.

Palabras Clave: educacin opinin

Categoría: Artculos

Subcategoría: Actualidad



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kalutavon

Encuentro en tu texto una proclama, desesperada, como toda proclama que expresa un juicio personal para inducir a la colectividad en esa idea. “Pido que nos dejen un horizonte…” dices con vehemencia al final del texto. Pues a mi modo de entender este asunto que abordas, el horizonte ahí está, tal cual lo denuestas en el cuerpo del texto. Se vive, sin dudarlo, en una sociedad estratificada, en donde los límites se trasponen al cumplirse una serie de requisitos, entre los que invariablemente se encontrará la evaluación cuantitativa y cualitativa del personaje. En cualquier ámbito de la vida: El desempleado debe someterse a un examen donde lo evaluaran para saber si es apto para ocupar el puesto de trabajo que solicita, sólo por citar un ejemplo.
En el campo de la educación a nivel mundial, la evaluación de los estudiantes, educandos, dicen los puntillosos por acá, ha sido motivo de estudios que han derivado en prácticas y teorías didácticas y pedagógicas notables, cada una con sus aciertos y deficiencias, siempre de acuerdo a la latitud donde se aplique. Desde el conductismo “primitivo” de Watson, pasando por el Comportamiento Operante de Skinner, siguiendo con las propuestas pedagógicas y de metodología de la educación, en especial de Piaget, Vigotsky y Bruner, hasta finalizar con lo que para mí fue lo último que investigué, me refiero al Aprendizaje Significativo David Paul Ausubel.
En todas las propuestas que he mencionado, estimada Dalia, se consideró siempre la forma de evaluar. No debemos temer a eso, si es el horizonte que estas generaciones o degeneraciones del ser humano han dejado a las del futuro como perspectiva de vida, pues se me ocurre que debemos, quienes tenemos la posibilidad de hacerlo, concientizar a los niños y jóvenes de nuestro entorno a que se preparen para eso, para vencer obstáculos, a superar dificultades y tratar de ser en buena lid, siempre los mejores. No debemos, por tanto olvidar, que los alumnos e hijos, son la mayoría de la veces, reflejo de los maestros y padres.
Decirte por último, que me resulta muy agradable encontrar en este sitio propuestas literarias como la que has dejado. Dan para ejercitar la anquilosada memoria y entreabrir el cofre de los recuerdos felices. Grato, muy grato leerte.
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December 17, 2013
 

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