Al abrir los ojos….
Publicado en Nov 29, 2013
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Al abrir los ojos en medio del silencio y la oscuridad una sensación de ansiedad se apodero de Luz, se incorporó en la cama tratando de encontrar una explicación a esa emoción, somnolienta y confundida se levantó de la cama para dirigirse al baño, estando frente al espejo se observó, cómo tratando que la imagen reflejada le diera una explicación. Sin encontrar la respuesta abrió la llave del agua y se humedeció el rostro, se dirigió a la mesa de noche tomo la cajetilla de cigarros y saco uno llevándolo a sus labios, busco el encendedor, dando una bocanada sintió como el humo caliente entraba a su boca, parada en medio de la habitación en penumbras sin saber qué hacer, se dirigió a la ventana, abriéndola y recibiendo en pleno rostro el aire frío de la madrugada, se recargo en el marco de ésta, mirando hacia la calle solitaria, de vez en vez fumaba el cigarro hasta que éste se consumió. Su rostro se observaba meditabundo había algo que no quería salir, ni ella misma entendía que era, pero era un hecho que “eso” la alteraba. Después de un rato sin que pudiera explicarse su estado de ánimo, se metió a la cama, el calorcito lo sintió reconfortante, acomodo  su cabeza entre las almohadas lista para quedarse dormida nuevamente. Estuvo quieta con los ojos cerrados tratando de conciliar el sueño sin resultado, sin más sus ojos se anegaron y un dolor profundo le oprimía el corazón, de golpe sintió todo el dolor que había dentro de ella, le ahogaba. Lloro hasta que ya no le salían lágrimas. Acurrucada abrazo la almohada como una niña pequeña que le asusta la oscuridad. En un instante su cuerpo fue recorrido como por una descarga eléctrica, esas que recorren el cuerpo cuando recordamos algo que nos aflige. Sintió una desesperación e indignación se dio cuenta que su vida había perdido sentido. No había nada que ella deseara o que le motivara seguir adelante. Todo era una cadena interminable de responsabilidades, de obligaciones, de sueños postergados, de alegrías nonatas, crispaba sus manos en la almohada de coraje y frustración.  ¿En qué momento se había metido en todo ese embrollo? Estaba cansada, harta de que todos le pidieran, le exigieran esto y aquello. Quería ser ella, no más ni menos, tener conquistas, satisfacciones, sentir los colores y sabores de la vida. Luz se dio cuenta que estaba al borde de la amargura, la desolación le pisaba los talones, tenía que hacer algo, el sólo pensar en ser una de tantas mujeres que veía por todos lados, que caminan como autómatas haciendo día tras día lo mismo, sin chistar nada, o aquellas que se ufanan de su vida como si no se notara que detrás de esa marcara hay una mujer triste y frustrada, que antes de aceptar ¡Que están que se las carga la chingada! prefieren mantener su máscara, antes de poner entre dicho a la persona con la que “comparten” su vida y por ende a su flamante familia. Aun cuando sea de conocimiento público las infidelidades de su esposo y el maltrato físico o psicológico de que son víctimas. Además su príncipe azul, lo único azul que tiene es el traje que se compró en la última rebaja de soy totalmente… y en vez de príncipe salió más lacayo que nada.
Entre más pensaba Luz más angustia sentía, de no ser que era una mujer centrada, hubiera salido corriendo rumbo a donde fuera. Así transcurrió lo que de la noche quedaba, entre angustias y zozobra. Sonó el despertador, Luz no había pegado los ojos; con desgano se salió de la cobijas dirigiéndose al baño. Abrió las llaves de la regadera, regulo las llaves hasta que el agua tuvo una temperatura agradable, se alejó de la regadera para despojarse de sus ropas, descalza se dirigió a la regadera, el agua la sintió como una caricia que recorría su cuerpo, dejó escapar un suspiro, el agua la relajo era tal agradable, que por ella fuera se quedaba todo el día,  pero,  siempre hay un maldito pero, tenía que ir a trabajar, además de ir a ver a su padre, como lo hacía todas las semanas. Prolongo un rato más su baño, salió envuelta en una toalla se dirigió al tocador de su recamara, se sentó en el taburete, tomo otra toalla que estaba ahí, para enredársela en la cabeza, una vez que termino de colocarla bien, se miró al espejo y recargo los codos en mueble agarrándose la cara, tenía una cara de fastidio, así se quedó un rato, más por obligación que ánimos vio el reloj, iba tarde. Luz estaba irreconocible, otro momento estaría aventando cosas y buscando otras, hecha una furia contra el tiempo. Hoy estaba más lenta que una tortuga, tan sosegada que a ella misma le sorprendía pero no tenía el ánimo de buscar una explicación, hoy no, se dio el tiempo de arreglar su recamara, de escoger la ropa que podría y maquillarse, una vez que hubo terminado salió tranquilamente dirigiéndose a la cocina, una vez que estuvo, reviso el refrigerador haber que podía comer, saco un jugo y una  jarra de leche, las puso en la mesa y regreso asaltar el refrigerador tomo un recipiente que contenía jamón, acto seguido fue a la despensa y tomo el pan de caja y mermelada, con su botín en la mesa, se sentó para prepararse un suculento desayuno, emparedado de jamón con jugo de naranja y como postre rebanada de pan con mermelada y un vaso de leche fría.  Una vez terminado el desayuno y medio arreglada la cocina, tomo su bolso y salió como todos los días a conquistar al mundo ¡Aja!
Ese día decidió irse en el transporte público, no tenía el ánimo de lidiar con el tráfico, a decir verdad no tenía ganas de nada. Se dirigió a la parada del "pesero", como todos espero a que éste apareciera, entre empujones y ladridos encontró un espacio en donde no obstruía el paso, se tomó del pasamano, en el asiento frente a ella iba sentado un joven, él le ofreció amablemente el lugar, ella se lo agradeció pero desistió la invitación, el nuevamente insistió, ella no del mejor ánimo acepto; el levanto haciendo un lado para que Luz se sentara, por agradecimiento le pidió su morral de piel, él dijo que no se molestara, ella le extendió la mano, el entrego el objeto. Durante el trayecto hubo silencio, hasta que Luz se trató de incorporar, tenía que bajarse en la siguiente parada, le entrego el morral el joven y le dio las gracias, el cortésmente se hizo de lado para que pasara Luz. Como pudo Luz llegó a la puerta trasera y presiono el timbre, con la delicadeza que caracteriza a los “microbuseros” se detuvo. Luz bajo como pudo, ya en la cera se arregló la ropa y acomodo su bolsa en su hombro, comenzó a caminar, no había avanzado tanto cuando de repente le dijeron ¡Hola! Ella imagino que se trataba de algún compañero del trabajo y giro la cara para responder el saludo. Quien estaba detrás de ella con una amplia sonrisa era el joven del "pesero" medio desconcertada le respondió ¡Hola! El presto se puso al lado de Luz y continuaron caminando, en un incómodo silencio.
Él le pregunto.
-¿A dónde se va?
Luz le respondió
-A trabajar
Nuevamente se quedaron callados
Luz, le dijo
-¿Tú adonde te diriges?
Él respondió
-A la Universidad
-Qué casualidad yo también voy para allá, replico Luz
-Trabaja en la Universidad ¿En dónde? Pregunto él.
-Doy clases en la facultad de Economía
-Yo estudio allí, estoy en el último semestre.
-Ha mira que son las cosas, muy bien, te felicito.
-¿Cómo se llama?
-Luz y ¿Tu?
-Jorge
Luz le extendió la mano
-Mucho gusto Jorge.
Así iniciaron una plática que duro hasta que llegaron a la entrada de la facultad de Economía. Luz se dirigió a la sala de profesores y Jorge a las aulas.
Horas después, Luz se retiraba del trabajo su día había terminado, en la puerta de entrada de la facultad estaba parado Jorge, platicaba con unos compañeros. Ella lo vio y siguió caminando como si nada; él la vio, se despidió de sus amigos, se aproximó a ella.
Despreocupadamente le dijo:
-¡Hola, maestra!
Ella le sonrió, respondiéndole:
-¡Hola, Jorge!
Jorge le pregunto:
¿Ya sé va?
Luz, sin dejar de caminar le respondió:
         -Si ya me voy, termine de dar mis clases
         -¿Tú no tienes clases?
Al oír la pregunta, Jorge, le respondió
    -No, ya no tengo clases, los maestros de las dos últimas clases nos avisaron la clase pasada, que no vendrían.
Atrevidamente Jorge, le pregunto a Luz:
-Maestra Luz ¿Puedo acompañarla? Bueno sino se enoja su novio, claro.
Luz dudo un momento y guardo silencio.
-Si no hay problema. No te preocupes no hay quien se pueda molestar.
La plática que se inició fue sobre las clases, de los maestros y de los chismes. Luz estaba muy divertida, Jorge tenía una chispa alegre que la hacía reír.
Cuando llegaron a la base de los "peseros", ya parecían viejos compañeros de escuela. Bromeaban y reían. Abordaron el microbús y se sentaron juntos traían un “relajo” Luz, le dijo que era un chico muy divertido, le agradeció que la acompañara pero se tenía que bajar en la siguiente parada. Jorge se puso serio por unos segundos se quedó callado, de repente se levanta y le dice a Luz ¿La acompaño a su casa? Luz se quedó de una pieza, no sabía que decir, el transporte seguía avanzando. Jorge, nuevamente insistió. Luz al ver su rostro de súplica, río le dijo ¡Está bien pero apúrate! Así que bajaron entre empujones y apretones, ya en la calle empezaron a caminar, Luz llevaba el ritmo de la caminata, a unas cuantas cuadras se paró frente a un edificio de departamentos. Aquí es. Ambos parados frente al edificio intercambiaron unas cuantas palabras de despedida. Luz comenzó a subir los escalones que se dirigían a la puerta de acceso del edificio. Jorge estaba parado observando alejarse a Luz. Nuevamente Jorge hablo para decirle a Luz ¿Maestra Luz, no me invita un café? Luz detuvo su avance y sin voltear por un momento. Luz estaba emocionada como adolescente, apenada por lo ridículo de su sentimiento, confundida, bueno todo lo que se pueden imaginar en una situación así, ella siempre la seriedad personificada en estos vericuetos, como en una película muda vio su vida tan gris y sosa. Sin más se voltio y le dijo está bien, sube. Luz no permitía que su conciencia ni su sentido común dijeran nada. Llegaron a departamento, Luz abrió e invito a pasar al joven, le señalo el sillón y le dijo que dejara sus cosas en una mesita. El joven tímidamente hizo lo indicado, se sentó en el sillón y Luz en el otro, el silencio se posesiono del lugar, hasta que Luz le pregunto ¿Cómo quería el café? Jorge respondió ¡Sólo, gracias! Luz se levantó y se rigió a la cocina, desde la sala Jorge oía el ruido de trastes y agua corriendo, mientras observaba el departamento, hasta que la voz de Luz lo saco de sus pensamientos. Jorge ¿Puedes venir a ayudarme con las cosas, por favor? Él se levantó dirigiéndose a la cocina, entro y vio sobre la mesa una cafetera, tazas, servilletas y unas galletas. Tomo la cafetera, las galletas y servilletas y salió, ya en la sala le pregunto a Luz donde las ponía, ella se dijo que sobre la mesa de centro, que pusiera unas servilletas debajo de la cafetera porque estaba caliente, un momento después apareció Luz con los restantes enseres. Acerco el sillón y comenzó a servir el café y acomodar las galletas en una charolita.  Le entrego la taza a Jorge, se acomodó en su asiento y empezaron a platicar. Hablaron de sus familias, de música, de la escuela, de sus planes, etc. Luz puso música a petición de Jorge, quería oír la música que a ella le gustaba, conforme oían la música y Luz le contaba los recuerdos que el traían, el ambiente se fue relajando entre ellos. Jorge le pido que bailara con él. Luz protesto, dijo que tenía mil años que no bailaba, sin hacer caso a sus protestas Jorge le extendió la mano y la invito a bailar. Bailaron buen rato, de todo tipo de música, Luz estaba muy divertida y al parecer Jorge igual, ya cansados se dejaron caer en el sillón, estaban sudados y con sed, Luz le dijo que si quería tomar algo, Jorge le respondió que sí. Luz se levantó para digerirse a la cocina, al dar el primer paso Jorge la tomo de la mano y se levantó, estaba frente a ella, Luz se puso nerviosa y trato de continuar con lo que iba hacer pero Jorge la tomo de la cintura y dela nuca plantándole un beso, ella ni las manos metió se quedó aletargada, tenía años que nadie la besaba. Cuando él se separó de ella, ambos no sabían quehacer. Luz como pudo se dirigió a la cocina y trajo un vino tinto que encontró en el refrigerados y unas copas, sin decir palabra sirvió una copa que se la ofreció a Jorge, ella se sirvió otra y se sentó enfrente de él. Durante un momento trato de poner en orden sus ideas y buscar las palabras correctas. Estaba a punto de hablar cuando fue interrumpida por Jorge, sólo quiero decirte No soy un aprovechado que tomo la oportunidad contigo, sólo que me gustas y me gusta tu forma de ser, y bueno, no pude resistir besarte. Si te ofendí te ofrezco una disculpa y si quieres que me vaya me voy. Sólo entiende que no quiero abusar de ti. Ella escuchaba en silencio, miles de dudas, de temores y otros cuantos demonios bailaban en su cabeza. Como era posible que una mujer como ella, tan seria, tan juiciosa estuviera en una situación así. ¿Qué diablos le pasaba? Por otra parte, algo se despertó dentro de ella, algo que tenía años durmiendo, después de mucho tiempo sintió la vida dentro de ella, era una mujer con el derecho de vivir, de sentir. Trato de ser objetiva y fría tenía que tomar una decisión. Jugaba este juego o se retiraba… En tanto Jorge, se notaba intranquilo y pensativo. Sabía que Luz no era una de sus amiguitas con las que se puede pasar un rato agradable y no hay problema. Ella era una mujer con un camino andado, con un lugar en la vida y él un chavo que apenas intentaba salir adelante sin nada que ofrecer a nadie, de alguna forma inmaduro. Pero igual sólo podría ser una aventura, una experiencia pero ¿Ella se prestaría a eso? Cada uno estaba con su guerra interna.
Luz sabía que ella era que decidía lo que pasaría, recordó sus sentimientos que la mantuvieron despierta en la noche anterior… Su decisión fue tomada, se daría la oportunidad de vivir la experiencia, a estas alturas de su vida, una situación como ese no la iba a tirar. Levanto la cara para ver a Jorge, este al verla sabía que había tomado una decisión, trago saliva y espero a que ella diera el primer movimiento. Luz levanto su copa y le dijo que brindaran por este día, Jorge levanto la copa, más por obediencia que por saber que pasaba. Luz se levantó y se dirigió a poner más música, ahora ella invito a Jorge a bailar, este tímidamente acepto, la tomo del talle y empezaron a bailar lentamente, Luz se acercó a él y le dio un beso suave, poco a poco aparecieron las caricias y más besos. La noche avanzaba, ellos dejaron salir sus pasiones, sus deseos que se prolongaron durante toda la noche, a la mañana siguiente al abrir los ojos Luz vio a su lado el cuerpo dormido de Jorge, lo observo por un momento, era un hombre varonil con algunos rasgos infantiles, se le acercó para darle un beso, él despertó y le dio los buenos días, nuevamente se unieron disfrutándose mutuamente para después corres para atender los deberes del día a día. La relación duro hasta finalizar el semestre, Jorge término la licenciatura y Luz acepto una beca en el extranjero. Para Luz fue una aventura maravillosa que siempre llevaría en su corazón con mucha ternura. Para Jorge tal vez igual o quién sabe.
Lunaoscura
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Foto del autor Edith Zepeda Hermenegildo
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Descripción

Al abrir los ojos… Historia, Relato

Palabras Clave: Una aventura fastidio nueva oportunidad

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Relatos



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