Los campos de vidrio (3ra parte)
Publicado en Nov 06, 2013
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Largo ha sido el camino, y largos los años derramados en este lugar. Tengo la barba crecida y los nudillos gastados, mis pies deformes soportan mi pesada espalda. Largo ha sido el camino en verdad, que me trajo a estas grandes puertas que guardan la luz. No poseo las llaves ni las palabras, la esperanza ni la fe. Solo heme aquí despojado de espíritu y humanidad. Ya no soy diferente a las bestias que me perseguían, ni a los espectros que me advirtieron de este lugar. He sido tragado, no por la oscuridad, sino por la falsa luz de la esperanza. Yacen frente a mí las puertas cerradas, mas mis piernas no pueden dar otro paso, solo queda el silencio y las sábanas pétreas de los campos de vidrio.
- ¿Aún late vuestro corazón?- se oyó un rugir cercano. - ¿Habéis hallado vuestra carne y vuestra sangre?- levante la vista hacia las puertas.
-¿Quién eres?- pregunte elevando mi voz lo más que podía.
-¿Acaso el surco en vuestra espalda no es lo suficientemente profundo?, ¿acaso vuestras piernas no os llevaron lo suficientemente lejos?- replico la voz, que ahora era un trueno.
- Ya he llegado al final del camino, mas ¿qué sentido tiene atormentarme ahora?- las lágrimas caían por mi rostro.
- Vuestro camino os ha llevado a las puertas de la luz, el camino ha sido largo y difícil. ¿No os dais cuenta de donde os hayáis?, ¿no os dais cuenta que este es vuestro trono, y el camino recorrido, vuestro reino?, ¿no os dais cuenta de que sois el rey de los campos de vidrio?- la voz ahora llenaba la planicie, y hacía temblar los portones.
- Si he de ser el rey, entonces las puertas se abrirán para mí - mi voz cayo como el relámpago en aquél sombrío lugar.
Se comenzó a oír el sonido de engranes y madera, retorciéndose y naciendo por primera vez. Las puertas comenzaron a abrirse y la luz inundo los campos de vidrio. Camine hacia el interior riendo como un chiquillo, ya nada importaba. Sentía la hierba fresca bajo mis pies, el tibio sol sobre mi piel gastada. Las aves cantando y la brisa dándome la bienvenida al paraíso. El paisaje inundaba todo, era un eclipse en mis ojos, solo podía sentirlo, porque la luz había quemado mi vista, el sol ardía en mis cuencas inertes, pero ya nada importaba, sentía el calor del otro lado, la vida retornaba a mis cansadas piernas y la sangre a mis caídos brazos. Seguía caminando, la cabeza en alto absorbiendo todo el lugar.
-¿Habéis encontrado vuestra carne y vuestra sangre?- me di vuelta como un trompo, la voz se hallaba tras de mí.
- Un rey lleva el poder encima de la ropa, mas vuestra alma ahora esta desnuda- dijo la voz.
- no, por favor, no más- dije implorando de rodillas.
Las manos me temblaban, el sudor frío corría por mis sienes. Me puse de pie sin saber dónde me encontraba. El camino era largo y largo el trecho que faltaba. Al final en el horizonte una pequeña luz que me llamaba desde el ocaso. Los reflejos cruzaban los campos de vidrio, y las huellas avisaban el camino. Emprendí la marcha, cierto de que lo que me acechaba, no probaría bocado esta noche. Aún quedaba sangre en mis venas y algunas gotas de esperanza empapaban mi cansado corazón. Di un paso y luego otro, porque largo y difícil es el camino, que desde el inicio lleva al final, que desde la oscuridad, lleva a la luz. 
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Foto del autor Andres Olivares Riedemann
Textos Publicados: 18
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Descripción

el final de un largo sueo...

Palabras Clave: viaje viajero campos de vidrio

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Relatos



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