Historia de "Thaler" (Novela) -Captulo 13-
Publicado en Nov 05, 2013
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Historia de "Thaler" (Novela) -Capítulo 13- 
 
17 de octubre de 1908. Pastelería "Tres Leches" de la calle Los Ángeles, de Los Ángeles de California, Estados Unidos. 
 
- ¡Buenas tardes, André Agusti!
 
André Agusti soltó un eructo mientras se le escapó la bandeja metálica desparramándose los doce bollos de crema por el suelo.
 
- ¡Huaggggg! ¡¡Clinc, clinc, clinc, clinc, clinc!
- ¡Veo que tienes las manos más blandas que las de los cerdos!
- ¡Ay que ver que cerdo que es este tipo!
- ¿Quién es usted, señora adefesia? Y en cuanto a tí, Stanley Parell... ¿cuándo me vas a devolver el centavo que me debes desde hace dos años y medio?
 
A Stanley Parell le entraron ganas de devolver.
 
- ¡¡El water, André!! ¿Dónde está el water?
 
Pero no le dio tiempo a nada más que vomitar sobre los doce bollos de crema que quedaron despachurrados en el suelo.
 
- ¡Si yo soy una adefesia usted es un mamotreto!
- ¿Quién es esta foca, Stanley?
- ¡Te presento a mi mujer Aliance Lance Torrance!
 
Ante el amago de lanzarse contra él con toda su masa corporal, André Agusti presentó sus disculpas anque aquella fiera feminoide.
 
- Esto... señora... perdone...
- El caso, André, es que hoy vengo a tu tienda para hacerle un regalo dulce a mi dulce y cariñosa Aliance.
- Siempre que pagues por adelantado y no me hagas la pirula como siempre...
 
André Agusti sacó de su bolsillo derecho del pantalón de pana a "Thaler".
 
- ¡Eso qué es, Stanley!
- ¡Esto es un dólar y por lo que he escuchado a través de la pared de mi casa se llama "Thaler"!
- ¿Puedo echarle un vistazo?
- ¡Es un dólar, André, y si no me lo admites te corto el cuello de inmediato!
 
En medio de la discusión, mientras Andrés Agusti agarró la moneda y se la guardó en el bolsillo izquierdo de su pantalón de pana, la llamada Aliance Lance Torrance resbaló por culpa de los bollos de crema desparramados por el suelo y cayó arrastrando un par de tartas de chocolate cuando intentó sujetarse al enorme mostrador.
 
- ¡¡¡Zascazás!!!
- ¡Oiga, señora mía!
- Perdona André, pero es mía y no tuya.
 
Stanley Parell, con la ayuda de André Agusti, intentó levantar del suelo a su Aliance pero, tirando cada uno de cada uno de los brazos de ella, sólo consiguieron resbalar también ellos y venirse al suelo.
 
- ¡¡¡Zascazás y zascazás!!!
- ¡Esto es peor que la batalla de Waterloo! ¡Esta señora está más loca que Napoleón Bonaparte!
 
Llamarla loca y reaccionar ella fue todo uno; porque Aliance cogió una de las dos tartas de chocolate y se la restregó por la cara al desfallecido André.
 
- ¡¡Para que se entere de quién soy yo y no me vuelva a confundir con Napoleón Bonaparte!!
- ¡Señora! ¡¡Que me ahogo!! ¡¡¡Deje ya de intentar meterme toda la tarta entera por la boca!!! 
 
Inmediatamente después comenzó a librarse una verdadera batalla entre los tres, todos contra todos, por querer levantarse. Cuando alguno de ellos parecía que lo iba a conseguir le agarraba otro de los contricantes y volvía a caer al suelo. Resbalando por culpa de la crema de leche derramada por el suelo, la batalla duró cerca de diez minutos. Era imposible ponerse de pie pero, al final, lo consiguieron. 
 
- Y ahora que estamos ya a salvo de más caídas... ¡Ya que estamos en "Tres Leches", te voy a pegar tres leches, Stanley!
- ¡Usted no pega ni sellos de correos! ¡¡Deje en paz a mi esposo!!
 
Diciendo tal amenaza, la señora Aliance Lance Torrance tomó una tarta de fresa y la arrojó contra André Agusti quien, al esquivar el tartazo, sólo consiguió que la tarta se estrellara contra un retrato que se encontraba en la pared tras el mostrador! 
 
- ¡Señora! ¡¡Acaba de estropear a mi héroe favorito, el gran Wyatt Berry Stapp Earp y eso no se lo consiento a nadie incluso aunque sea tanta mujer como lo es usted!!
 
André Agusti lanzó contra Aliance Lance Torrance un larga andanada de milhojas de nata que comenzaron a dar en el gordísimo cuerpo de la esposa de Stanley Parell, el cual, ante aquello que veían sus ojos, cogió la bandeja metálica que estaba en el suelo y se la estampó en la cabeza a André Agusti.
 
- ¡¡¡Cataclinc!!!
 
Aturdido por el golpe, André Agusti lanzó un largo aullido.
 
- ¡¡¡Aaaaauuuuuyyyyy!!! 
 
Aliance Lance Torrance descubrió entonces la estantería de los huevos frescos. 
 
- ¡¡¡No me toque los huevos, señora, por favor!!!
 
Pero Aliance todavía estaba enfurecida por lo de adefesia y por lo de foca y comenzó a lanzar los dichos huevos contra el dueño de "Tres Leches" que se refugiaba resguardándose su ya priganda cara con las manos. El lanzamiento de huevos duró hasta que se acabaron las existencias. 
 
- ¡Stanley! ¡¡O me pagas todos los huevos que ha destruido tu dulce esposa o de verdad te meto tres leches!
 
En diciendo esto, Andrés Agusti le dio tal tortazo a Stanley Parell que éste cayó de nuevo al suelo en medio de aquella especie de piscina de crema.
 
- ¡Se va a volver usted a acordar de quien soy yo!
 
La amenaza de Aliance fue acompañada de un mojicón que le aplastó la nariz a André.
 
- ¡Que no puedo respirar! ¡¡Que no puedo respirar!! ¡¡¡Que no puedo respirar!!!
 
Stanley Parell se pudo levantar del suelo y separó a los dos contendientes.
 
- ¡Rápido, Aliance! ¡¡Llama a una ambulancia que este tipo se nos va!!
- ¡¡Ni ambulancia ni leches!! ¡¡Lo que quiero es que los que os vayáis seáis vosotros!!
- ¡¡A mí no me tutea ni mi abuela!!
 
Y en diciendo tal frase, Aliance volvió a estampar un mojicón en la nariz de André.
 
- ¡Que no puedo respirar! ¡¡Que no puedo respirar!! ¡¡¡Que no puedo respirar!!
- Aliance, por favor, deja que se desahogue un poco.
 
Finalizado el suplicio André Agusti, totalmente abatido, se sentó en el suelo y comenzó a lloriquear.
 
- ¡Ayyyyyy! ¡Ayyyyyy! ¡Ayyyyy!
- Desahogate un poco, André.
- Gracias por tu comprensión, Stanley... lo que pasa es que yo, de pequeño, tuve un gordísimo lance.
- ¡Oiga, caballero!... ¿se está refiriendo a algún pariente mío?
- ¡Me acuerdo mucho de su querida tía, señora, pero no!
- ¡A mí con esas indirectas no me viene nadie que quiera seguir viviendo!
 
Tras esta amenaza, Aliance Lance Torrance, agarró por el cuello a André Agusti y comenzó a apretar lentamente mientra soltaba una risita estremecedora.
 
- ¡Jijijijiji! ¡Lentamente! ¡Muere lentamente! ¡Jijijijiji!
 
Tuvo que intervenir Stanley.
 
- ¡No le mates, por favor, que todavía le debo un centavo desde hace dos años y medio!
 
André Agusti recuperó el resuello y respìró profundamente.
 
- ¡Ahhhhh! ¡Qué sensación más agradable la de poder seguir viviendo! Pero te advierto que me debes un centavo desde hace dos años y medio más un día.
- Un día cualquiera...
- ¿Un día cualquiera?
- Un día cualquiera de esto te lo pago; pero has de saber que eres un cualquiera.
- Una mala reputación es una carga, ligera de levantar, pesada de llevar, difícil de descargar.
- ¿Otra vez usted con sus indirectas? ¿Lo está diciendo por mí?
- Esto... ¡¡¡no!!!... señora... no lo digo yo sino Hesíodo.
- ¿El borracho tabernero de la acera de enfrente?
- Sobre cuestiones de desviaciones sexuales no me pongo a discutir con nadie, señora.
- ¿Entonces quién es ese tal Hesíodo que habla tan mal de mí?
- Señora... Hesíoso ya está muerto...
- Y también va a estar muerto usted si no me dice donde vive su familia.
- ¿Y yo qué narices sé sobre eso de saber dónde vive la familia de Hesíodo?
 
En vista de que se avecinaba otra batalla de tartazos tuvo que volver a intervenir Stanley.
 
- Me parece que en Palaioppanagia... 
- ¿Te estás quedando con nosotros?
- No, dulce esposa, lo que sucede es que me parece que sus descendientes viven allí.
- ¡No te creo! ¡¡No te creo!! ¡¡¡Y no te creo!!!
- ¡Haya paz conyugal, por favor!
 
Aliance cogió un montón de caramelos y los arrojó a la cara de André que no pudo hacer nada por esquivarlos.
 
- ¡¡Eso para que no meta usted las narices donde nadie le llama!!
 
André Agusti tomó una nueva tarta y la arrojó contra Aliance Lance Torrance. La tarta se estrelló en la cara de ésta. Era de frambuesa.
 
- Así que quiere usted guerra...
- ¡¡Haced las paces, por favor!!
- ¡Ni por favor ni por narices! ¡¡A este tipo le aplasto yo las narices en estos mismos momentos!!
 
Y Aliance, tomando una bandeja llena de bollos de tres leches, se la estampó en el rostro a André.
 
- ¿No quería usted darle tres leches a mi amado esposo? ¡¡Pues tome usted tres leches a ver si le gustan!!
 
Casi totalmente a ciegas, André Agusti, agarró un frasco lleno de melocotones en almíbar y lo lanzó contra Aliance quien tuvo tiempo de desviarlo con su brazo izquierdo y los melocotones en almíbar, roto ya el frasco, salieron despedidos contra la cara de su querido Stanley quien quiso zanjar de una vez por todas la batalla de todos contra todos.
 
- ¡En el nombre de la sana convivencia entre ciudadanos de Los Ángeles os conmino a que hagamos la paz!
 
André también comenzó a limpiarse su cara mientras habló.  
 
- Como no me pagues el centavo que me debes desde hace dos años y medio más un día, aquí no hay paz ni aunque vengan todos los ángeles de California.
- ¿Qué tiene usted en contra de California, mamarracho?
- Mire señora... yo no tengo nada contra las focas...
- ¿Me está insultando de nuevo? 
- No señora mía.
- Te repito, André, que esta señora es mía y no tuya.
- ¡Explicaciones! ¡Necesito explicaciones y no discusiones!
- Señora de Stanley... me estoy refiriendo a esa discusión sobre las futuras focas del proyecto que existe para crear, dentro de siete años, un Zoo en San Diego.
- ¿Y qué discusión es esa?
- Yo me limito a informar y no a chismorrear.
- ¡Así que yo soy una chismosa!
- Si usted lo dice...
 
Tras pronunciar esta útima y tan desacertada frase los tres se volvieron a enzarzar en una tremenda batalla de tartazos todos contra todos hasta que la tienda de "Tres Leches" se convirtió en un verdadero caos de crema rezumando por todas partes: suelo, paredes, anaqueles y, sobre todo, el cuerpo entero de los tres contendientes que, pasados veinte minutos de encarnizada lucha, quedaron, exhaustos los dos hombres y exhausta la mujer, sentados en el suelo y en medio de toda aquella mugre de cremas de pasteles.
 
- Está bien, Stanley, firmemos la paz.
- ¿Me perdonas el centavo que te debo desde hace dos años y medio más un día?
- La paz es la paz, te lo perdono.
 
Stanley Parell ayudó a levantarse a su señora Aliance Lance Torrance y salieron de la pastelería mientras André Agusti sacó a "Thaler" de su bolsillo y se quedó meditanto mientras lo observaba detenidamente.
 
- Creo que el viejo anticuario Sherwood Swart me dará una verdadera fortuna por esta joya.
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Foto del autor Jos Orero De Julin
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Novela de Ficcin.

Palabras Clave: Literatura Prosa Novela Relatos Narrativa Ficcin.

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Ficcin



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