Nada que Perder
Publicado en Nov 04, 2013
-¿Podemos hablar?
-Siempre hemos podido, pero casi nunca lo hacemos. Me di media vuelta dispuesta a marcharme, no necesitaba que me dijera una vez más que me quería lejos, estaba harta de la situación. Pero al parecer ella no estaba dispuesta a dejarme ir, me agarró de la mano y me tiró, no con fuerza, fue el roce de su piel el que me impidió avanzar. Al parecer aún conocía todas las formas de manipularme. -Sé que dijimos que no hablaríamos más de eso, pero… -Tú dijiste que no hablaríamos, dijiste que nada había pasado. Me aclaraste que no querías toparte conmigo y he intentado alejarme. No sé qué más puede quedar por decir. -Lo siento. Pude escuchar el aire salir de su pecho. Su mano se deslizó hasta entrelazar sus dedos con los míos, me jaló suave para que la siguiera y no pronunció una sola palabra más. No dije nada, dejé al silencio reinar mientras me guiaba, aún estaba desconcertada por la cercanía con la que me trataba de pronto ¿Había olvidado ya las últimas semanas? Nos detuvimos detrás de un pequeño negocio que antes nos gustaba frecuentar. A aquella hora del día no había demasiada gente y justo a un costado había un enorme árbol que nos daba bastante privacidad. Yo la seguía mirando, no podía descifrar esos ojos pardos que tanto me atontaban. Los había visto tantas veces, pero nunca habían tenido un aire tan misterioso e indeciso. Estaba nerviosa, eso sí se notaba, tenía claro que nada podría ser peor de lo que ya era, pero aun así me costaba mantener la compostura ante la incertidumbre. -¿Qué hacemos aquí? No podía aguantar más la tensión, tuve que preguntarle. Parecía preocupada, como si algo pudiese salir muy mal y no se decidiera a correr el riesgo. Se rascó la mano de manera compulsiva, posiblemente utilizándolo como una excusa para por fin soltarme. -Kate, dime. Nada de lo que me digas ahora puede ser peor de lo que me has dicho todo este tiempo. Ya no tengo nada que perder. -Yo… El tiempo parecía ir mucho más lento de lo normal. Podrían haber sido milésimas de segundos, pero el espacio entre esa palabra y el resto de la frase se me hizo increíblemente largo. Incluso cuando la concluyó no pude creer lo que oía, debía de haber dicho algo más entremedio, que hiciera que nada calzara. -… Te quiero. -¿Estaba completamente loca? No eran las palabras que alguien decía luego de romperle el corazón a otro, de insultarlo, humillarlo y reírse en su cara. - ¡¿Qué?! Pero, tú, me dijiste claramente que no eras… “como yo”. Dijiste que yo te forcé, que ese beso no significó nada…que… -Sé lo que dije. Tenía miedo de enfrentarlo… Es probable que no lo entiendas porque tú eres más fuerte que yo. Nunca me había pasado con nadie, no me gusta ser débil, lo único que me queda es aparentar que no lo soy. No me gusta admitir que cuando estás cerca no soy coherente, ni que me estremece el contacto con tu piel, un simple saludo, una mirada… No pude seguir refutando. Porque cuando quise abrir la boca ella selló mis labios con un beso, uno dulce y seguro, no como el primero, si no mucho mejor.
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Gloria Monsalve
un texto muy bien logrado... y como lo dice el titulo nada hay que perder... por que tu texto es agradable de leler, delicado, sutil y lleno de sentires que se puedn palpar en tus versos
abrazos de amistad
Mafka
Saludos!
kalutavon
Mafka