Transfiguracin.
Publicado en Oct 15, 2013
Las calles están vacías, las personas durmiendo, solo algunos perros ladran y en el cenit, la luna baila seductoramente. Sentado en una pequeña plaza, veo dormir a esta ciudad, mientras se agita algo dentro de mí. No quiero volver a casa, levanto mis ojos y veo ese cielo oscuro, esa piscina de petróleo. Quiero sumergirme en ella y saborear su fugaz regalo. Mis pulmones están hambrientos de noche y mis piernas quieren perseguir al viento. Me levanto como en un sueño y hecho a correr calle abajo. Más rápido Y mi garganta de aprieta con el frio. Más rápido Y siento un olor en el aire, un aroma que me llama desde el desierto. Más rápido Y mis manos acompañan a mis pies en un baile místico y extraño. Ya no puedo detenerme, mi piel es un abrigo que me acoge y me abraza como una amante delicada. Ya las luces y el pavimento quedan atrás, asoma la hierba bautizada de roció y el tajante horizonte que esconde el ocaso. Me siento más vivo de lo que nunca he estado, y ya no recuerdo que deje atrás, en el camino que había antes de este momento. Mis colmillos están afilados y ya siento el rastro de mi presa, me acerco sigilosamente y no me oye venir. Escucho latir su corazón y veo su pecho inflarse como un fuelle. Le salto encima y de un zarpazo le regalo la muerte y ésta me da la vida. Siento el calor bajar por mi garganta, aplaca mi sed y me deja satisfecho. Y entonces vuelvo, cantando en voz baja, danzando lentamente, dejando mis huellas calle arriba, a la espera de otra noche, donde la luna vuele alto y las personas duerman tranquilamente, sin conocer a la bestia que acecha en la puerta, ni la oscuridad, que se remoja en sus sueños.
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